Seis años después de compartir buena parte del protagonismo en 'El cazador', Meryl Streep y Robert De Niro vuelven a verse las caras en este drama romántico con todas las de la ley. Ésta cumple a rajatabla todos los ingredientes básicos del género (flechazo, terceras personas, amor prohibido, etc.). Una cinta que exuda un cierto olorcillo a telefilme pero su increíble casting (Dianne Wiest y Harvey Keitel en papeles secundarios sin pinchar ni cortar) hace que esa sensación apenas haga daño al conjunto, aunque hay otras que sí que a continuación las comentaré.

Se podría decir que me ha gustado, pero no hasta el punto de que me apetezca volver a verla. Dejando a un lado lo bonita que es en sí la historia, ésta cuenta con un guión demasiado sospechoso. Cuando digo sospechoso me refiero al cúmulo de casualidades y coincidencias que se dan en la mayoría de los encuentros de nuestros dos protagonistas. En 'Serendipity', por ejemplo, tampoco fui muy partícipe de creerme los encuentros de John Cusack y Kate Beckinsale en la -también- navideña Nueva York; y aquí no lo es menos. Creo en el destino, pero teniendo en cuenta que en el área metropolitana de Nueva York viven 19 millones de personas, que dos de ellas se encuentren dos veces en la misma librería es motivo para que frunza el ceño y me cuestione la verosimilitud del guión (no diré nada de los encuentros no concertados en el metro). A pesar de que me repatean las coincidencias, creo en el amor y la historia que mantienen aquí estos dos monstruos de la pantalla me ha emocionado en algunos momentos. Aprovecho para mencionar tres escenas que me han marcado: la del primer beso, cuando ella ve a través del cristal a la familia de él y el último encuentro de la película. Todas ellas curiosamente con el metro de Nueva York como telón de fondo.

Y volviendo a lo que dio de sí la cinta, ésta lo tenía todo a su favor para encandilarme pero se queda llanamente en la categoría de las que yo considero correctas sin más. 'Enamorarse' enamora, si se me permite la redundancia, pero lo empieza a hacer tarde y de forma lenta, en ocasiones a trompicones. Cuando sí lo hace, es gracias a las chispas (sanas y sin ánimo sexual) que desprenden Streep y De Niro en cada furtivo encuentro entre ambos, siendo para ellos un auténtico oasis en sus respectivos matrimonios, abocados estos a morir en pos de la relación de nuestros protagonistas. Por momentos me he sentido identificado con la película, en especial cuando ellos en su soledad no dejan de darle vueltas al tema y en cómo la distancia y el olvido les hace más daño que mil puñales clavándoles en el pecho. Qué bonito es el amor...