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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Guillermo Herrera:
9
7,0
23
Serie de TV. Documental Un recorrido por la historia de Ulysses S. Grant, un militar y figura política de Estados Unidos, 18° presidente del país entre 1869 y 1877.
14 de febrero de 2021
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He visto por el canal History Channel los 3 capítulos de casi 90 minutos cada uno, de esta notable serie que va mechada con comentarios de especialistas sobre la vida de Ulysses S. Grant (1822 – 1885) una figura bisagra en la historia de los Estados Unidos y que no se si ha tenido el reconocimiento que se merece por las actuales generaciones.

Dese lo fílmico es un trabajo por demás logrado, por las puestas en escena, sobre todos las batallas que suelen ser las mas complicadas en su realización, amén del guion y las actuaciones.

La figura de Ulysses S. Grant es la del hombre común que circunstancias extraordinarias lo convierten en un personaje único. El David que se convierte en héroe.

Su figura no es la de la estrella rutilante, no es de los elegidos para la gloria, al contario es la del antihéroe, un melancólico, que debe dejar su puesto de oficial del ejército por sus problemas con la bebida producida por la inacción de una base militar en el medio de la nada y forjarse un camino como civil con negocios que no funcionan, amén de las tensiones entre su familia abolicionista y la de su esposa propietaria de esclavos.

La Guerra de Secesión lo pone de nuevo al mando de un grupo de hombres en el frente del oeste, siendo uno de los pocos que le puede dar una alegría a Lincoln por sus triunfos, que en su momento lo llevaran a ganar la Guerra y acceder por dos veces a la Presidencia de los Estados Unidos.

No quiero aburrirlos sino invitarlos a que vean este excelente trabajo hecho para televisión.

Finalmente y a modo de cierre una pequeña muestra de sus notables MEMORIAS que afortunadamente hay desde hace poco una edición en español, en sus recuerdos de la reunión del 9 de abril de 1865 cuando se reunieron cara a cara en el salón de la casa de Wilmer McLean en Appomattox Court House, en Virginia, con el General de la Confederación Robert E. Lee, tal vez una de las personas mas diametralmente opuestas en cuanto a personalidad al General Grant.

“Cuando salí del campamento esa mañana no esperaba tan pronto el resultado que estaba teniendo lugar entonces y, en consecuencia, iba vestido de cualquier manera. Estaba sin espada, como solía estar cuando iba a caballo en el campo de batalla, y llevaba una guerrera de soldado como chaqueta con los galones de mi rango en el hombro para indicar al ejército quién era. Cuando fui al juzgado me encontré al general Lee. Nos saludamos y, tras estrecharnos la mano, tomamos asiento [...].

No sé cuáles eran los sentimientos del general Lee. Como era un hombre de una gran dignidad, con un rostro impasible, resultaba imposible decir si se sentía contento interiormente de que todo hubiera acabado finalmente, o si se sentía triste por el resultado, y era demasiado viril para mostrarlo. Fueran cuales fueran sus sentimientos, quedaban completamente ocultos a mi observación; pero mis propios sentimientos, que habían sido de gran júbilo al recibir su carta, eran tristes y de abatimiento. Me sentía cualquier cosa menos contento por la caída de un enemigo que había luchado tan larga y valientemente [...].

El general Lee iba vestido con un uniforme completo que era absolutamente nuevo, y llevaba una espada de un valor considerable, muy probablemente la espada que le había entregado el Estado de Virginia; de cualquier modo, se trataba de una espada completamente diferente de la que habría llevado normalmente en el campo de batalla. Con mis toscas ropas de viaje, el uniforme de un soldado raso con los galones de un teniente general, debo de haber contrastado muy extrañamente con un hombre vestido de manera tan espléndida, de un metro ochenta de alto y formas impecables. Pero esto no fue algo en lo que pensé hasta más tarde [...].

Nos pusimos enseguida a conversar sobre nuestros viejos tiempos en el ejército [...]. Nuestra conversación avanzaba tan agradablemente que casi me olvidé del motivo de nuestro encuentro.”
Guillermo Herrera
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