Poderoso film de Ridley Scott que narra con fluidez y corrección una historia entretenida, llena de sorpresas para los personajes y para los espectadores. Destaca la interpretación de Nicolas Cage, de la familia Coppola, que ofrece un papel en el que se supera a sí mismo.

La fotografía, dirigida por John Mathieson, utiliza con preferencia la iluminación natural, incluso en las escenas de interior. Esto le permite ofrecer en numerosas ocasiones imágenes a contraluz e imágenes en las que los efectos del claroscuro adquieren apariencias de gran naturalidad. Aprovecha, además, efectos de transparencias y reflejos, sobretodo en las escenas que se desarrollan en el interior del coche con los cristales elevados.

Los encuadres utilizan con habilidad recursos (como la progresiva degradación de los efectos de luz y color) que producen sensaciones ópticas de profundidad. En otras ocasiones se aproximan al rostro de los personajes para hacer de ellos una descripción minuciosa, sugerente y visualmente atractiva. Me han gustado los movimientos de la cámara, que me parecen precisos, eficaces, suaves y pulcros.

La banda sonora incorpora canciones de Frank Sinatra, composiciones de Mozart (“Las bodas de Fígaro”), canciones de los años 60 del siglo pasado ("Perfidia") y emotivas melodías interpretadas solo con percusión e instrumentos de viento, que resultan muy gratas de oir. La dirección de Ridley Scott destaca por su fuerza y por el dominio que en esta ocasión parece tener del lenguaje cinematográfico.