Empecé a ver el primer capítulo y al ver el segundo decidí parar para empezar la serie por el último. Tengo que decir que así es mucho mejor porque hay comportamientos de los personajes que no llegamos a entender, y teniendo en cuenta que cada capítulo es como si pasaran un par de años, el porqué de los cambios y el crecimiento se entiende así de una manera correcta. Al empezar por el capitulo ocho y terminar por el uno hay que tener en cuenta que en Espiral primero hay que poner la cara A y luego la B. Llamarme clásico pero de esta manera sí que he disfrutado de la serie.

El recorrido por las salas y discotecas de la ruta es muy correcto y la interpretación me parece muy buena. La historia de los cinco amigos que se va enlazando es interesante y no me parece que sea lenta, a veces se toma su tiempo como cuando has llegado al estasis y simplemente contemplas el mundo disfrutando de todo lo que sucede a tu al rededor.
Las miradas perdidas que han sabido interpretar muy bien los protagonistas nos trasladan a aquellos años 80, es una delicia ver la naturalidad con la que se han metido en el papel, pareciera que han vivido esa época y eso tiene mucho trabajo de interpretación e información de campo.
A todos los que nos gusta la música electrónica nos hubiera gustado que pusieran más temas pero no cabe duda que es un grato homenaje que no podemos desperdiciar porque está hecho desde el sentimiento y la empatía por aquellos tiempos.

Ahora que sé que habrá segunda temporada espero que se acuerden de cierto programa de radio 3 que de manera sutil y con el corazón presentaba Sonia Briz. Porque como ella decía la música electrónica es sentimiento, conocimiento, somos tu y yo.

No hay spoiler, si os gusta la música techno, disco, dance, tenéis que verla preferiblemente en el orden que la he visto yo porque así empezáis a principios de los ochenta hasta principios de los noventa, y sin perderos en la evolución de los personajes y las consecuencias de sus actos.