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Voto de José (FullPush):
7
28 de septiembre de 2021
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo un demonio dentro
STOP
Quiere salir
STOP
Voy cercando precipicios
por si cuela,
pero no.
Me espera aquí.
--
Hace mucho que no escribo. Lo de arriba es un recuerdo de juventud que, de vez en cuando, me atosiga. No he vuelto a hacer poesía en 5 años. Lo que sigue es más una radiografía personal que una crítica al uso (qué novedad). La inmortal dicotomía entre objeto artístico y receptor. Para mí, el arte auténtico nace de la comunión entre ambos, de la comunicación de una inquietud profunda que necesita ser manifestada, arrastrada a la luz desde su fondo de tinieblas. Quizá solo entrevista, como en un sueño, tal inquietud no existe hasta plasmarla. Quiero decir, existen sus efectos, qué duda cabe, aun cuando dudemos de todo, pero ponte tú a exponer que el edificio está en llamas… Grita y arráncate la piel entre las gentes de la calle, nadie huele tu peligro de animal acorralado, cautivo, inside. ¿Hablamos de uno mismo? Es probable. Y de Foster Wallace o de una generación suicida, inoperante por su trasparencia. Ansiosa.
Menciono la poesía y debo reconocer, a riesgo de no explicarme, que si algo entendí en la vida fue a través de ella. Si alguna vez rocé un ligero pliegue de verdad, fue gracias a la ambigüedad y la oscuridad del verso, que todo lo envuelve y lo sublima, rescatando su misterio en lo esencial, tan poca cosa. Y así andamos, detrás de una quimera: la ilusión agotadora de ese estado último en el que, oh, seremos felices. ¿Felices para qué? Dios mío, o universo incognoscible, alzo mi vista a ti con el ruego de todos los días: quítame el barro de los ojos, enriquece mi mirada para que pueda contemplar tus maravillas. Si no he de ser creador, sea yo creativo. No hay mucho más, pero me cuesta tanto a veces. Con el humor, igual. Poesía y humor, armas cargadas de futuro/esperanza u otro bote salvavidas… cualidades netamente humanas. Ahora y siempre. Cito a Voltaire: “La vida es un naufragio, pero no debemos olvidar cantar en los botes salvavidas.” Y a Borges: “Dame, Señor, coraje y alegría para escalar la cumbre de este día.”
Dicho esto, creo haber introducido la cuestión. The question. Pregunta sin respuesta. ¿Quién es Bo? Somos todos. ¿Y después? La ambivalencia, la búsqueda, la duda y el dolor. El miedo. Vivir buscando, morir sin haber hallado. Pero reírse. Y hacer poesía/comedia del perseguido y su perseguidor, o del perseguidor que es perseguido, da lo mismo, cae la máscara y no es Bo, soy yo. ¿Cortázar? Dije que esta crítica sería una radiografía y es un psicoanálisis. Seamos objetivos: Inside es hija de su época (qué sorpresa), viene a hablarnos de un estado de cosas, mental, rayano en la esquizofrenia. Es el hombre y sus demonios -- cuando importa es así, al menos desde la condena a esta maldita manía psicologizante. Supongo que se entiende, me entiendes, carne de terapia, siéntate en el diván y me cuentas tus miserias, escarba que algo encontrarás, algún traumita que nos sirva para el caso, hay que engrosar el historial, paciente mío y querido, ¿seguro que estás bien, equilibrado y dichoso? ¿Perdonado? No lo creo. Aquí nacen bastantes de los problemas y cadenas de Occidente. ¡Temor y temblor sin trascendencia!
Punto y aparte, pero masco la misma idea… Gente mirándose el ombligo. Es peligroso. El autor de esta obra a analizar, por si nos olvidamos de que existen él y ella, es un showman. Un hombre orquesta asombrosamente dotado para la performance y el teatro de la vida y/o el escenario. Ha sabido pensar y se ha pasado el juego, retando cara a cara a su vacío, al abismo que acecha tras la toga carnavalesca y frívola con que disfrazamos desnudeces y la más completa ineficacia para la armonía. Ángeles caídos o no, vagamos huérfanos desde hace tiempo, nosotros, extranjeros, otredados, jirones hipotéticos sin cúspide. Probablemente no importe, es un suponer, todo es azar y blablablá, pero no vale. Ya no. Por eso este enredar con las palabras y hacer arte; por eso este SOS. No se trata de idolatrar dandismo, sufrimiento y Baudelaire, la mente adolescente no distingue, se violenta. ¿Hay catarsis en el reino del hastío?
El ejemplo más valioso es la pieza All eyes on me*. Obra maestra de la precisión, medida al milímetro, pero efectiva, sincera y desgarrada, como todo el especial, reflejo de un momento en que el poeta se transforma, fingidor, pessoano, equivocando a los distintos yos que lo conforman. Capas de azul se superponen a modo de olas, mecer fatal, nana sanadora, canto del cisne y mirada perdida que, sin embargo, mira al objetivo. Diálogo de sombras desdobladas: las proyectadas en la pared de cualquier habitación del mundo y aquellas que cuestionan al que observa al otro lado. Pienso en Shakespeare y su cáscara de nuez, amo y señor del espacio infinito. Sin embargo, ¿existe el ser si nadie lo percibe? Si un árbol cae en un bosque aislado, ¿hace ruido? La paradoja nos trae de cabeza algunos siglos y quizá las RRSS sean la plasmación más fiel de esa diatriba filosófica. Lo que está claro, o me interesa, es la doblez: pedir a un tiempo “manos arriba” como un himno/mantra y que te recen, please, porque te hundes.
(continúa más abajo)
STOP
Quiere salir
STOP
Voy cercando precipicios
por si cuela,
pero no.
Me espera aquí.
--
Hace mucho que no escribo. Lo de arriba es un recuerdo de juventud que, de vez en cuando, me atosiga. No he vuelto a hacer poesía en 5 años. Lo que sigue es más una radiografía personal que una crítica al uso (qué novedad). La inmortal dicotomía entre objeto artístico y receptor. Para mí, el arte auténtico nace de la comunión entre ambos, de la comunicación de una inquietud profunda que necesita ser manifestada, arrastrada a la luz desde su fondo de tinieblas. Quizá solo entrevista, como en un sueño, tal inquietud no existe hasta plasmarla. Quiero decir, existen sus efectos, qué duda cabe, aun cuando dudemos de todo, pero ponte tú a exponer que el edificio está en llamas… Grita y arráncate la piel entre las gentes de la calle, nadie huele tu peligro de animal acorralado, cautivo, inside. ¿Hablamos de uno mismo? Es probable. Y de Foster Wallace o de una generación suicida, inoperante por su trasparencia. Ansiosa.
Menciono la poesía y debo reconocer, a riesgo de no explicarme, que si algo entendí en la vida fue a través de ella. Si alguna vez rocé un ligero pliegue de verdad, fue gracias a la ambigüedad y la oscuridad del verso, que todo lo envuelve y lo sublima, rescatando su misterio en lo esencial, tan poca cosa. Y así andamos, detrás de una quimera: la ilusión agotadora de ese estado último en el que, oh, seremos felices. ¿Felices para qué? Dios mío, o universo incognoscible, alzo mi vista a ti con el ruego de todos los días: quítame el barro de los ojos, enriquece mi mirada para que pueda contemplar tus maravillas. Si no he de ser creador, sea yo creativo. No hay mucho más, pero me cuesta tanto a veces. Con el humor, igual. Poesía y humor, armas cargadas de futuro/esperanza u otro bote salvavidas… cualidades netamente humanas. Ahora y siempre. Cito a Voltaire: “La vida es un naufragio, pero no debemos olvidar cantar en los botes salvavidas.” Y a Borges: “Dame, Señor, coraje y alegría para escalar la cumbre de este día.”
Dicho esto, creo haber introducido la cuestión. The question. Pregunta sin respuesta. ¿Quién es Bo? Somos todos. ¿Y después? La ambivalencia, la búsqueda, la duda y el dolor. El miedo. Vivir buscando, morir sin haber hallado. Pero reírse. Y hacer poesía/comedia del perseguido y su perseguidor, o del perseguidor que es perseguido, da lo mismo, cae la máscara y no es Bo, soy yo. ¿Cortázar? Dije que esta crítica sería una radiografía y es un psicoanálisis. Seamos objetivos: Inside es hija de su época (qué sorpresa), viene a hablarnos de un estado de cosas, mental, rayano en la esquizofrenia. Es el hombre y sus demonios -- cuando importa es así, al menos desde la condena a esta maldita manía psicologizante. Supongo que se entiende, me entiendes, carne de terapia, siéntate en el diván y me cuentas tus miserias, escarba que algo encontrarás, algún traumita que nos sirva para el caso, hay que engrosar el historial, paciente mío y querido, ¿seguro que estás bien, equilibrado y dichoso? ¿Perdonado? No lo creo. Aquí nacen bastantes de los problemas y cadenas de Occidente. ¡Temor y temblor sin trascendencia!
Punto y aparte, pero masco la misma idea… Gente mirándose el ombligo. Es peligroso. El autor de esta obra a analizar, por si nos olvidamos de que existen él y ella, es un showman. Un hombre orquesta asombrosamente dotado para la performance y el teatro de la vida y/o el escenario. Ha sabido pensar y se ha pasado el juego, retando cara a cara a su vacío, al abismo que acecha tras la toga carnavalesca y frívola con que disfrazamos desnudeces y la más completa ineficacia para la armonía. Ángeles caídos o no, vagamos huérfanos desde hace tiempo, nosotros, extranjeros, otredados, jirones hipotéticos sin cúspide. Probablemente no importe, es un suponer, todo es azar y blablablá, pero no vale. Ya no. Por eso este enredar con las palabras y hacer arte; por eso este SOS. No se trata de idolatrar dandismo, sufrimiento y Baudelaire, la mente adolescente no distingue, se violenta. ¿Hay catarsis en el reino del hastío?
El ejemplo más valioso es la pieza All eyes on me*. Obra maestra de la precisión, medida al milímetro, pero efectiva, sincera y desgarrada, como todo el especial, reflejo de un momento en que el poeta se transforma, fingidor, pessoano, equivocando a los distintos yos que lo conforman. Capas de azul se superponen a modo de olas, mecer fatal, nana sanadora, canto del cisne y mirada perdida que, sin embargo, mira al objetivo. Diálogo de sombras desdobladas: las proyectadas en la pared de cualquier habitación del mundo y aquellas que cuestionan al que observa al otro lado. Pienso en Shakespeare y su cáscara de nuez, amo y señor del espacio infinito. Sin embargo, ¿existe el ser si nadie lo percibe? Si un árbol cae en un bosque aislado, ¿hace ruido? La paradoja nos trae de cabeza algunos siglos y quizá las RRSS sean la plasmación más fiel de esa diatriba filosófica. Lo que está claro, o me interesa, es la doblez: pedir a un tiempo “manos arriba” como un himno/mantra y que te recen, please, porque te hundes.
(continúa más abajo)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Bo Burnham conoció el éxito muy joven, se lo curró desde Youtube durante años, él solito. Vino Netflix y lo fichó para monólogos atípicos por todo EEUU. Fue engullido, consumido cual producto novedoso, autoconsciente. Sobrevivió (ya es más que muchos otros). No obstante, las secuelas nos las cuenta someramente: pánico a los escenarios, retirada de los mismos, trabajo duro e interno constante para hacerse fuerte y crecer mentalmente. La alternativa la sabemos, la hemos visto a menudo: borrarse literalmente del mapa, un clic y soy recuerdo. Al fin y al cabo, “we’re going to go where everybody knows…”. Volviendo a la pieza del párrafo anterior, no logro evocarla sin melancolía, hálito de muerte, aleteo de conciencia que pretende convertirse en catedral, lugar sagrado, canto gregoriano en la mesa de mezclas, distorsión astral. Este tipo sabe lo que busca con su arte y cómo utilizar las herramientas expresivas. Si no, atentos al momento en que desmonta la cámara para danzar con ella, porque eso es cine puro, baile macabro que conjura escalofríos, terror filmado y demente, vampírico, lyncheano. Bellísimo.
Por el camino, el océano sigue elevándose y el mundo se acaba o se acabó, pero nos la suda… “are you having fun?”. Flota en el aire la pregunta mientras, eterno estoico, en lo más profundo, quizá en la superficie, el ciclo continúa. Basta con no pensar demasiado (“don’t overthink this, look in my eye, don’t be scared, don’t be shy, come on in, the water is fine”). Una invitación que, honestamente, no puedo obviar, pues soy proclive a tener días raros, blue days, perpetuando el mix de idiomas. Así, Inside es la historia de una obsesión/batalla íntima en época de TikTok idiota y paraísos artificiales, inhabitables. Yo confieso que lloro cada vez que visiono el clip* y eso, en un mercado de asepsia impersonal o docudrama exhibicionista, tendente al aspaviento, parodia de sí mismo, sin término medio (material de archivo para el lúcido Bo, por otra parte); eso, en suma, es un milagro que nos salva y nos redime. Un salto de fe. Tan necesario.
Además, podemos destacar comentadores comentando comentarios en un bucle ad nauseam; videojuego depresivo que te arrastra y zarandea con su absurdo, a lo Kaufman o Beckett; un Barrio Sésamo que olvida corrección política y se lanza a la locura y paranoia para incomodar a niños y mayores… Meta-ratonera irreverente, cáustica, hilarante por momentos, barnizada con el eco resonante de la música electrónica, quizá la manifestación sonora más humana por nacer completamente de la nada, sin tensión con la naturaleza más allá del germen que la idea y la compone, nota a nota, escala de fricciones silenciosas. Todo ello por la voz y gracia del cómico de Make Happy (2016, cuando tracé mis últimos poemas), donde reflexiona (él, digo) acerca del papel estándar o la responsabilidad tan grande del payaso para con su público**, ávido de enajenarse y escapar a sus problemas. ¿Y qué será del pobre payaso triste con su sonrisa de oreja a oreja? ¿Acabará tirando sus versos al mar y enmudeciendo como Rimbaud; El malogrado; aquel Tolstoi de 1882? El ojo que vibra no miente. El piano del alma tampoco.
Finalmente, this is water, diría ambivalente Foster Wallace. Estamos en ello, tesoro, eligiendo cada instante en la corriente que no cesa. La Puerta se abre y el cautivo sale al exterior, animado por aplausos y por risas enlatadas: quiere volver a entrar y ya no puede. La parábola kafkiana reinventada. “Are you feeling nervous?” -- no hay peligro, en realidad, estaba escrito, el infierno son los demás y tal, otra ilusión espectacular, ¡simulacro!, el que soñaba despertó y se vio a sí mismo. Pero no. ¿Quién es ese que te llama en el espejo? 1, 2, 3… Rebobina.
--
* https://www.filmaffinity.com/es/film511355.html
** https://www.youtube.com/watch?v=rYy0o-J0x20
Por el camino, el océano sigue elevándose y el mundo se acaba o se acabó, pero nos la suda… “are you having fun?”. Flota en el aire la pregunta mientras, eterno estoico, en lo más profundo, quizá en la superficie, el ciclo continúa. Basta con no pensar demasiado (“don’t overthink this, look in my eye, don’t be scared, don’t be shy, come on in, the water is fine”). Una invitación que, honestamente, no puedo obviar, pues soy proclive a tener días raros, blue days, perpetuando el mix de idiomas. Así, Inside es la historia de una obsesión/batalla íntima en época de TikTok idiota y paraísos artificiales, inhabitables. Yo confieso que lloro cada vez que visiono el clip* y eso, en un mercado de asepsia impersonal o docudrama exhibicionista, tendente al aspaviento, parodia de sí mismo, sin término medio (material de archivo para el lúcido Bo, por otra parte); eso, en suma, es un milagro que nos salva y nos redime. Un salto de fe. Tan necesario.
Además, podemos destacar comentadores comentando comentarios en un bucle ad nauseam; videojuego depresivo que te arrastra y zarandea con su absurdo, a lo Kaufman o Beckett; un Barrio Sésamo que olvida corrección política y se lanza a la locura y paranoia para incomodar a niños y mayores… Meta-ratonera irreverente, cáustica, hilarante por momentos, barnizada con el eco resonante de la música electrónica, quizá la manifestación sonora más humana por nacer completamente de la nada, sin tensión con la naturaleza más allá del germen que la idea y la compone, nota a nota, escala de fricciones silenciosas. Todo ello por la voz y gracia del cómico de Make Happy (2016, cuando tracé mis últimos poemas), donde reflexiona (él, digo) acerca del papel estándar o la responsabilidad tan grande del payaso para con su público**, ávido de enajenarse y escapar a sus problemas. ¿Y qué será del pobre payaso triste con su sonrisa de oreja a oreja? ¿Acabará tirando sus versos al mar y enmudeciendo como Rimbaud; El malogrado; aquel Tolstoi de 1882? El ojo que vibra no miente. El piano del alma tampoco.
Finalmente, this is water, diría ambivalente Foster Wallace. Estamos en ello, tesoro, eligiendo cada instante en la corriente que no cesa. La Puerta se abre y el cautivo sale al exterior, animado por aplausos y por risas enlatadas: quiere volver a entrar y ya no puede. La parábola kafkiana reinventada. “Are you feeling nervous?” -- no hay peligro, en realidad, estaba escrito, el infierno son los demás y tal, otra ilusión espectacular, ¡simulacro!, el que soñaba despertó y se vio a sí mismo. Pero no. ¿Quién es ese que te llama en el espejo? 1, 2, 3… Rebobina.
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* https://www.filmaffinity.com/es/film511355.html
** https://www.youtube.com/watch?v=rYy0o-J0x20