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Voto de RAMON ROCEL:
8
6,7
86.672
Animación. Aventuras. Acción. Comedia. Musical Mulan, una joven china hija única de la familia Fa, en lugar de buscar novio, como sus amigas, trata por todos los medios de alistarse en el ejército imperial para evitar que su anciano padre sea llamado a filas para defender al Emperador del acoso de los Hunos. Cuando el emisario imperial lleva a cabo la orden de reclutar a los varones de todas las familias, Mulan se hará pasar por soldado y se someterá a un duro entrenamiento hasta ... [+]
16 de enero de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cierto día mientras veía a mi sobrina Jessica y platicaba con ella, capte cierto parecido a la heroína Mulan; ella se durmió y comenzó a relatar:
Como Mulan tuve una experiencia distinta porque fui una joven que-tal vez por eso haya cogido muchos engramas- usaba a los varones a nivel íntimo. Era muy atractiva y robusta -medía lo que sería para el planeta Tierra 1.80 metros- y manejaba la espada, el arco y la flecha. También sabía utilizar cuchillos pequeños; o sea, conocía el arte de la lucha.

“Tuve relaciones íntimas con infinidad de varones pero ninguno pudo dominarme puesto que a los pocos días me aburría y les decía que se fueran. Los que se resistían o trataban de imponerse conocían mi poder. Dos de ellos me desafiaron a espada y quedaron bajo tierra. Me gané una pequeña fama"

Shang Li venía en una barcaza -no sé cómo se mantenía a flote de tan pequeña que era- del continente del oeste. Cuando lo conocí me preguntó de dónde era y le respondí: “De por ahí”.

Conversamos y fuimos a la taberna. Tomamos bastante bebida espumante -muy similar a la cerveza terrestre- y luego de varias copas –que, en realidad, eran latas metálicas- intimamos cerca de un arroyo. Me descolocó porque, a diferencia de otros hombres, no se sintió admirado por mí sino que lo tomó como algo natural. Al día siguiente preparaba la montura de su caballo y se iba. Yo quedé descolocada y le pregunté:

-¿Qué haces?
-¿No lo ves? Me marcho.
-Pensé que te quedarías unos días.
-No te preocupes. Ya volveré. Preguntaré por ti y cuando queramos tener otra intimidad te lo haré saber.
Siempre fui reactiva ante la demanda -nunca ante el desprecio- y le dije: -¿Tú me harás saber? ¡Yo soy Mulan, la guerrera!
-Sí. Y yo soy Shang Li, el guerrero. Mucho gusto.
Toqué el mango de mi espada. Me miró con sorna, como preguntándose: “¿Qué hace?”. Pero no habló.
Le dije: -Me pareces muy impertinente y no sé si tienes la habilidad que se cuenta por ahí.
-Con cara de burla –y eso me ponía más reactiva- no monta el caballo, se acerca a mí, saca su espada y me dice: -¿Quieres jugar unos minutos? Pero sólo unos minutos porque después tengo que ir hacia la ciudad.
Fui irreflexiva porque ataqué de una manera reactiva -lo que no es correcto porque se debe tener la mente fría como en ese momento la tenía Shang Li-. En menos de un minuto me tenía dominada y, burlonamente, me dice: -Eres bastante buena. ¿Puedo ya guardar mi arma?
Mi impulso era seguir combatiendo. Pero en un momento analítico le dije: -Por supuesto. Cuando tú quieras nos vemos.
Jessica despertó y seguimos viendo la divertida película de Disney llamada “Mulan” esa tarde de domingo.
RAMON ROCEL
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