Comencemos por la manifiesta incompetencia de mis occidentalizadas retinas para diferenciar los rasgos asiáticos (incapacidad vulgarmente conocida como “a mi todos los chinos me parecen iguales”)

Continuemos por la imposibilidad para mi corteza cerebral auditiva de distinguir los nombres orientales, que me suenan todos “Chiu Chiu”.

Siguiendo por la abundancia en esta película de “Flashback, Flas-Forward, que convierten todo en un galimatías.

Añadiendo las peripecias de una peluca negra que va y viene, de una manera y con una explicación que sólo sorprenderá al que no haya visto ninguna de las películas de terror asiático de la última década.

Da como resultado un esquema que, a mí por lo menos, me cansa ya. Las dos o tres primeras películas de este estilo me impactaron por lo original, y me hicieron temblar por lo inesperado, aunque fueran difíciles de seguir por su peculiar manera de entender el miedo.

Pero, una vez terminada la originalidad de la fórmula, y dado que los únicos sustos de esta película y de parte del cine asiático de terror se concentra en aparecer melenas negras, hasta el punto de constituir casi un subgénero (“cine asiático de terror de melena negra”) que a mi ya no me asusta, no enterarme de la misa la media en la película no me parece suficiente argumento como para recomendarla. Es como la misa. Si fuera, la preferiría en la lengua vernácula que en latín, para al menos enterarme.