Una obra maestra de escenario y narración, no conozco otro drama de época similar, con toda la esencia del humano en manos del destino, introduce en el contexto histórico de manera instintiva, la pasión es un perfecto encuadre para dibujar costumbres y trazar la provocación, el honor que hace correr sangre, la libertad teñida de tristeza y hermosura en un viaje con aroma a arte, hace conmoverse a medida que toma experiencia, testigo de los sueños en una peculiar película de una nobleza ácida, alrededor de la guerra y el juego, inconvenientes para un impostor auténtico que abarca el corazón y la mentira, actos de caballero con malas artes, Barry sobrevivió en terreno hostil para encontrar a su apellido Lyndon y esos cambios drásticos camino a la corte.

Dotado de talento y ambición, el peligro inquieta desde el romance y la fortuna para perturbar desde la seguridad del título, la cima de la prosperidad y el oportunismo tienen el desastre del hijo, un personaje perfectamente trabajado para destruir el placer y conocer el abandono, el odio y el amor se mezclan en la familia, los poderes que vinieron de las mesas de juego culminan en el arte del soborno, la mayor lección para diferenciar conseguir de conservar, una tensión llena de obstáculos con la consecuencia de la grandiosa soledad, la frialdad y el despego y ese enorme inconveniente que conduce sin frenos al dolor, la bebida y el infortunio, así es el duelo de la vida, sale cara en la moneda, apuntar, insatisfaccer, un camino maltrecho hacia la derrota, así es el duelo de la vida, vivir y disputar, lo hermoso y lo feo, lo rico y lo pobre, la igualdad, Stanley Kubrick.