Brad Furman se dedica a tratar de emular la magnífica historia de la novela de Michael Connelly, pero la obra literaria le acaba superando al no lograr conseguir la tensión, el suspense y calidad narrativa del libro.

Y la culpa es del montaje y la realización (entre otros). Para haber logrado una personalidad más interesante del personaje protagonista el uso de la "voz en off" habría sido un buen arma para que, cualquier persona que no haya leído la novela previamente, entendiese mejor el conflicto interno del abogado defensor, correctamente interpretado por Matthew McConaughey, un profundo personaje en la historia narrada por el escritor Connelly que desaprovecha Furman, convirtiéndolo en un personaje poco profundo, chulesco y sin apenas conflicto moral.

El señor Furman se limita a colocar la cámara en un lugar donde el espectador vea bien todo el plano, pero despersonaliza la supuesta focalización primaria que pretende lograr, generando confusión y una serie de escenas que parecen más propias de un telefilm que de una obra cinematográfica. De hecho, la historia habría sido más chocante con una fotografía más oscura, elaborada y no un conjunto de luces meramente trabajadas, que no aportan nada al universo diegético.

Concluyendo, Brad Furman como director, el guionista John Romano y el director de fotografía Lukas Ettlin, desperdician una genial historia por su, según parece, poca capacidad narrativa y poca personalidad artística. Recomiendo leer esta gran obra literaria que es "El inocente" de Michael Connelly.