Película muy flojita la que nos trae aquí el veterano Bruce Willis en una época en la que hacía este tipo de trabajos como churros y en los que no llegaba a destacar positivamente en ninguna.

Aquí, Willis no tiene que esforzarse demasiado para ponerse en la piel de un individuo creador de una sociedad paralela a la real donde los que entran en su juego no tendrán límites para realizar los crímenes más graves sin que tengan repercusión legal ninguna, da igual si se trata de robar, violar o matar.

Junto a Bruce Willis, que tiene un papel más bien secundario sin gran protagonismo ni grandes momentos, se encuentra un actor venido amenos como es Thomas Jane, en el papel de un policía desencantado con la realidad que le está tocando vivir, donde ya nadie le respeta ni teme. El actor hace lo que puede con él.

Como chicas de la película están la rubia Ambyr Childers y la pelirroja Charlotte Kirk. Ambas fueran puestas a dedo por uno de los productores de la película, Randall Emmet. Ambyr Childers era por entonces su mujer y para ella fue el papel femenino protagonista. La inglesa Charlotte Kirk también fue impuesta, como digo, por este productor aunque los otros productores de la película preferían tener a una actriz más conocida a bordo. La pelirroja se vería envuelta en el 2019 en un escándalo sexual con el presidente de la Warner Bros, Ken Tsuhijara, que tendría que dimitir. Ambas actrices no destacan, precisamente, por hacerlo muy bien.

Para ver cuando no se tenga absolutamente nada más que hacer ni que ver.
Un saludo,
Tess