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Voto de Antonio Morales:
8
Intriga. Cine negro Areta, un antiguo policía que trabaja como detective, recibe el encargo de encontrar a la hija de un empresario de Ponferrada. Gracias al novio, averigua que la chica estaba embarazada y huyó de casa. A partir de ese momento, empieza a sufrir todo tipo de presiones para que abandone el caso, pero Areta seguirá investigando hasta el final. (FILMAFFINITY)
3 de abril de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras volver a ver “El crack”, no puedo más que reafirmarme en lo que siempre he pensado de Garci, que estamos ante ¡Un gran cineasta!, a pesar de que la crítica canallesca siempre le ha denostado, por su clasicismo, su influencia del cine americano, por envidia malsana, nunca le perdonaron ser el primer español en ganar un Oscar por su “Volver a empezar”. Y lo que es más triste, le ningunean por no alinearse con la mayoría progre imperante en la Academia del cine español, esa “cínica casta rojilla” que pierde el trasero por la alfombra roja y el dólar. En otro país sería admirado y reconocido por sus grandes películas, sus programas de televisión, donde de forma pedagógica aprendimos los aficionados y espectadores a amar el cine.

Un cineasta capaz de revisitar el cine negro clásico desde una perspectiva personal, el boxeo, el mus, las copas entre amigos, barnizado con la idiosincrasia española y el Madrid de finales de los 70, es la descripción del mundo subterráneo de la ciudad, una urbe construida sobre los despojos de cantidad de ideales perdidos con el paso del tiempo. Y lo hace dignamente, acogiéndose a los arquetipos consolidados del género – no en vano el film, está dedicado a Dashiell Hammett – con personajes desde una perspectiva hispana, creíbles y atractivos. Muy bien los actores, liderados por un Alfredo Landa portentoso, desterrando para siempre el “Landismo”, que eran aquellos execrables films tópicos de los 60 que le perseguían sin hacerle justicia. Sin desmerecer el resto del reparto en el que destaca José Bódalo en un pequeño papel.

Germán Areta es un ex policía, un tipo duro, estoico y solitario, Garci nos lo presenta en toda su dimensión en ese prólogo magistral, durante el atraco de dos chorizos al bar de una gasolinera mientras Germán cena tranquilamente en ella. Y que le sirve para agarrar al espectador por la solapa y no soltarlo hasta el final del film. La trama urdida por Garci y Haracio Valcárcel no deja de ser un pretexto formal, para que el cineasta mediante la planificación, la concisión y la emoción, nos describa un mundo turbio y viciado, de burdeles de lujo y corrupción en las altas esferas del poder. Su reacia timidez hacia el amor y la ternura la reserva para Carmen (María Casanova), un enfermera y su pequeña hija, con los que el detective tiene una entrañable relación.

Desde su despacho esquina a la Gran Vía madrileña, en el corazón de la gran urbe, con escenas nocturnas y matinales nebulosas, Areta y su pasante Cárdenas (Miguel Rellán) son contratados por el afligido padre de una joven estudiante de filosofía y letras que huyó de casa embarazada, permaneciendo desaparecida desde hace tres años. Areta se verá involucrado en una investigación que supondrá un giro radical a su vida y una catarsis moral. El honor y la amistad, la fe ciega en estos componentes es lo esencial. Garci plantea a través de su film un análisis de la sociedad y un estudio de caracteres, como en las novelas de Chandler o Hammett, privando la moral individual a las ideologías o patriotismos. Hay también, como no podía ser menos, un homenaje a la ciudad de los rascacielos, con su iconografía tan habitual de los thrillers americanos en los lugares más paradigmáticos de la gran manzana. Que tanto a Garci como a mí personalmente nos atrae profundamente.
Antonio Morales
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