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Voto de Antonio Morales:
8
Musical. Comedia Tres marineros disfrutan de un alegre, romántico y musical día de permiso. Donen y Kelly ruedan su ópera prima, en la que, por primera vez en la historia del cine, las cámaras abandonan los platós y los decorados interiores para salir a las calles a rodar los bailes de estos tres vitalistas marineros. (FILMAFFINITY)
2 de marzo de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con “On the Town” nació el musical moderno, Busby Berkeley y Vincent Minnelli, establecieron las bases de lo que, en cierto modo, habría de ser el nuevo musical, pero fueron Gene Kelly y Stanley Donen, con este primoroso trabajo, quienes dieron carta de naturaleza a la etapa de oro del género (1949-1957). La novedad de esta película consiste en su maestría, al tiempo que esa maestría radica precisamente en su novedad. En este film todo huele a nuevo, la perfección del conjunto transfigura esa novedad en un goce estético no menos inédito. Era nuevo, en efecto, que los protagonistas de la historia, tres marinos de permiso por 24 horas, sin pertenecer al mundo del espectáculo, como era habitual, y que la acción transcurriese más allá de un estudio, en escenarios urbanos reales.

La obra original fue estrena en Broadway en Diciembre de 1944. Desde su misma obertura, la película constituye un himno a la alegría de vivir. Desde el instante en que los marinos descienden por la escalerilla del buque atracado en el puerto de Nueva York hasta que regresan a bordo. La ciudad de los rascacielos les depara a los tres marinos, toda suerte de sorpresas, incluyendo naturalmente el amor. La maravillosa partitura musical lleva la firma de Leonard Bernstein, polifacético compositor y director de orquesta del que guardo muy buen recuerdo en una grabación antológica junto a la soprano Kiri Te Kanawa y al tenor José Carreras en una versión definitiva de su obra cumbre West Side Story.

Gene Kelly y Frank Sinatra encabezan un reparto excepcional que cantan y bailan gracias una dinámica coreografía en los lugares paradigmáticos de la ciudad, de la mano del productor Arthur Freed. La cámara es esencial en cada una de las coreografías y los personajes pasan del diálogo a la canción con la mayor naturalidad, lo que hace que la euforia de los números sea contagiosa. “On the Town” huye de la fastuosidad y los oropeles que daban impronta al género y rejuvenece el musical marcando un antes y un después. No es casualidad que los grandes admiradores, caso de Jacques Demy, le rindiesen entusiasmados homenajes. Tras más de medio siglo “Un día en Nueva York” es un antídoto contra el desánimo.
Antonio Morales
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