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Voto de Antonio Morales:
9
Drama. Intriga El fiscal de Nueva Orleans Jim Garrison (Costner) reabrió el caso del asesinato del presidente de los Estados Unidos John F. Kennedy y presentó cargos contra algunas personas. Después de entrevistar a numerosos testigos de Dallas y a personas relacionadas con los hechos, mantuvo la tesis de que el magnicidio fue fruto de una conspiración en la que podrían haber intervenido el FBI, la CIA y el propio vicepresidente Lindon B. Johnson. (FILMAFFINITY) [+]
22 de noviembre de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de comentar la película me gustaría opinar sobre los hechos. Tal día como hoy se cumple el cincuenta aniversario del asesinato en Dallas (Texas) de John Fitzgerald Kennedy, político carismático y popular, que según las investigaciones del fiscal Garrison, fue víctima de un complot surgido desde las mismas entrañas del gobierno norteamericano. Su muerte marcó el principio de una época traumática para la imagen propia de la sociedad americana. En mi opinión, la versión oficial de la comisión Warren no se ajusta a la verdad, acusando como único autor a Lee Harvey Oswal, un cabeza de turco que los servicios secretos utilizaron para desviar la atención y engañar al pueblo americano. Kennedy se había ganado multitud de enemigos: los anticastristas, la mafia, Fidel Castro, la U. R. R. S., también había destituido a “vacas sagradas” de los servicios de inteligencia, pero yo me inclino por la versión de la película de Stone y la teoría de Garrison, una conspiración entre el Pentágono, la C. I. A. y el FBI. Incluso me atrevería a decir que los mismos “poderes fácticos” es encargaron de “ejecutar” cinco años después a Martin Luther King y al Senador Robert Kennedy, hermano de JFK.

La usencia de una tradición de un cine político en la industria del cine norteamericano al que referirse puede explicar que Oliver Stone parezca recurrir a lo largo del extenso metraje de JFK, y a veces simultáneamente, a dos modelos que parecen incompatibles, pero en mi opinión son lícitos: el optimismo populista del cine de Frank Capra y la paranoia del cine conspiracional.

1. El modelo Capra: Cuando el fiscal Jim Garrison (Kevin Costner) acude a Washington a hablar con Mister X (Donald Satherland), Stone le sitúa frente al mismo monumento a Lincoln que visitaba James Stewart en el célebre filme “Caballero sin espada”; en otro momento durante el juicio Garrison muestra cartas con donativos de la gente sencilla para financiar la investigación. Y su muy emotivo discurso final apelando a los principios fundacionales de la nación americana, además de avisar del peligro del naciente fascismo al ocultar la verdad de los hechos. La diferencia es que Capra creía en el sistema con la fe del emigrante establecido.
2. El thriller conspiracional: JFK muestra al comienzo un discurso televisado de Eisenhower donde habla del sueño americano y del complejo militar e industrial (lo que podríamos llamar “poderes fácticos”), la película nombra desde el principio al villano de la función y le relaciona con ese sueño del que, para Stone, el país va a despertar pronto. El asesinato de Kennedy marca, según lo demuestran numerosos hechos hasta la actualidad, un punto de inflexión para todo el imaginario yanqui. Pues luego llegaría Vietnam, la contracultura y la denigración política con el Watergate.


Técnicamente la película es impecable, su fotografía excepcional y los actores están todos perfectos, incluso la banda sonora de John Williams. Lo mejor de la película por encima de todo, es la forma didáctica en que Stone nos desenmascara la trama urdida desde la sombra del autentico poder, con un montaje trepidante y esclarecedor (la famosa bala mágica), con el fin de que el espectador que no esté al corriente de la política, entienda la verdadera dimensión de los hechos. Empatizando con el fiscal Jim Garison, un hombre honesto en busca de la verdad, que tiene que enfrentarse ante la todopoderosa administración del poder, con la ilusión y obligación como jurista elegido por sus ciudadanos de que impere la verdad. Como muy bien le explica a su desesperada esposa, “Quiero que mis hijos vivan en mundo libre, donde no tengan que esperar hasta el año 2029 para conocer la verdad.
Antonio Morales
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