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Voto de Antonio Morales:
5
Drama Drama basado en la historia real de Tom Murtom, el director de prisiones que conmocionó el mundo político de Arkansas al destapar los escandalosos abusos y asesinatos que tuvieron lugar en la prisión estatal. Año 1969. Antes de presentarse como el nuevo alcaide, Brubaker (Redford) se hace pasar por un preso recién llegado, gracias a lo cual descubre que la situación en la cárcel es de corrupción endémica. Sus esfuerzos por reformar y ... [+]
8 de enero de 2017
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El film pertenece a ese subgénero, que ha proporcionado un puñado de excelentes películas desde los años treinta denominado cine carcelario, pero lejos de tratar apasionantes e increíbles fugas o fantásticas historias de amistad, aquí asistimos a la denuncia del enriquecimiento ilícito de unos sinvergüenzas amorales e hipócritas de las altas esferas del poder, al parecer, basada en hechos reales, de la corrupción generalizada en una institución penitenciaria. Un drama social sórdido de inspiración humanista y liberal, típico de cierto cine americano asociado a las peripecias fílmicas de un actor estrella con carisma, en este caso Robert Redford (Henry Brubaker), renueva una vez más su esforzada composición de pétreo y monolítico héroe que intenta reformar un universo tan cerrado y jerarquizado com es una cárcel.

Redford es un alcaide símbolo de la fuerza moral, de la lucha contra la corrupción y ejemplo máximo de la tolerancia para una convivencia entre reclusos. Centrado todo en su deambular omnipresente – todo está pensado a la medida del actor, entonces rey de la taquilla – su absoluto narcisismo impera en el film, desde el instante que la cinta adapta el nombre de su protagonista. Desde las sórdidas dependencias de la cárcel, no duda en asumir una posición cómplice con los marginados y explotados del centro. Para ello el cineasta no duda en ensalzar el decorado para así conferir la pesadez y asfixia moral y física para atraer al espectador. Lúgubres y repugnantes estancias, corredores oscuros y húmedos, con una fotografía donde predominan los colores verdes y grises.

Contrapicados abusivos, “zooms” impactantes y “travellings” vistosos sirven para que el espectador empatice con la historia además de unos buenos secundarios. La cinta dirigida por un irregular Stuart Rosenberg adolece de cierto vigor narrativo y tensión dramática, todo resulta sin pasión ni excesivo compromiso a la hora de plasmar los dolorosos conflictos y vejaciones que se producen dentro del recinto. El film no alcanza la brillantez de films como “Fuerza bruta”, “Fuga de Alcatraz” o “Cadena perpetua”, centradas en la convivencia en la prisión o el interés de la fuga y la ilusión por la libertad, a cambio se decanta por tratar a fondo temas sociales, respeto por la dignidad y lucha por los derechos humanos. Me parece una película correcta que gustará a los admiradores de Redford y los dramas de prisiones.
Antonio Morales
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