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Voto de Antonio Morales:
7
Aventuras. Romance México, 1821. Un enmascarado y romántico héroe popular, conocido como El Zorro, lucha valientemente contra el dominio colonial español en la Alta California. Sin embargo, la víspera de la liberación de México, el despótico gobernador don Rafael Montero descubre que el Zorro es don Diego de la Vega. Un ataque contra la casa del rebelde, se salda con su captura, la muerte de su mujer, el secuestro de su única hija Elena y la destrucción ... [+]
25 de diciembre de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de comentar esta estupenda película, para todos los públicos y por la tanto para ver en familia en estas fechas, me gustaría desearles una Feliz Navidad a todos los usuarios de esta web de cine. Personaje menor en la galería de mitos populares en el género de aventuras, género muy estimable, en mi opinión, que ha producido infinidad de obras maestras. El Zorro, personaje creado por Jhonston McCulley, sólo ha consentido junto a una marea de subproductos, dos aceptables versiones anteriores a la que nos ocupa, una muda, protagonizada por Douglas Fairbanks padre, y otra sonora de Rouben Momoulian, hecha a la medida del galán Tyrone Power. “La máscara del zorro” por lo tanto, se sitúa en medio de una tradición parca en calidad y, gracias a sus méritos, que no son pocos, se erige en espléndida ocasión para el disfrute, con los niños de vacaciones en casa, decir de ella que es una de las mejores películas de aventuras de los últimos años es hacerle simple y elemental justicia.

La trama se ordena a partir de una figura paterna, aunque para ser sinceros, el padre del Zorro es este caso un genitor putativo, más maestro iniciador en las artes sutiles de la venganza que padre en sentido biológico. Hay una sucesión generacional entre el anciano Don Diego (Anthony Hopkins) y el joven Murrieta (Antonio Banderas), un desheredado al que su benefactor educará como un caballero y atractivo justiciero. Con su ritmo endiablado, sus deudas históricas e improbables de la California española y la habilidad con que Martin Campbell esconde las debilidades del guión, que las tiene. El film presenta puntos de interés que hacen indispensable resaltar el cuidado de la puesta en escena, para obtener de ella algo tan elemental y, sin embargo, tan poco frecuente hoy, ver la evolución de los personajes. Otro no menos importante son las peripecias del héroe enmascarado arropado tras la calidez sexy de un enfrentamiento / cortejo con la heroína (Zeta-Jones) de gran belleza.

La película no defrauda al haber sabido conservar los elementos interesantes de las historias anteriores – la personalidad arrojada del justiciero, el humor constante de las réplicas, la espectacularidad de los duelos a espada –, pero convenientemente aderezados con nuevas propuestas. De ahí que cuando el film se adentra por el sendero dramático, el espectador toma empatía por los personajes y quede subyugado a la quimera de lograr la justicia social ante el abyecto tirano. Sin olvidar la belleza en la coreografía de los duelos, con un concepto mucho más realista de la violencia que en entregas anteriores. Hay en esta superproducción producida por Spielberg, un ánimo de resucitar ese cine de aventuras, últimamente denostado.

Hay en la historia reminiscencias de Pigmalión, en torno al aprendizaje del protagonista, así como, alusiones a las mazmorras del Conde de Montecristo en la huída de Don Diego. El binomio Banderas-Hopkins funciona admirablemente y no digamos la química entre el malagueño y la Zeta-jones, la maravillosa, evocadora y épica música de raíces españolas que acompaña el film, creada por James Horner. Todo ello hace de la película una revitalización de un mito de segunda fila, como era el Zorro, convirtiéndolo en un atractivo héroe que gracias al éxito revitalizó un género casi finiquitado. Un film ameno e inteligente que nos retrotrae a los mejores films de aventuras, como “Robín Hood”, “El halcón y la flecha” o “Los tres mosqueteros”, pero con la ventaja añadida de su espectacularidad.
Antonio Morales
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