Nuevamente la industria del imperio nos sodomiza con otro de los iconos de su onanista cultura popular, Andy Kaufman ( ...ya sabéis, Andy Kaufman ), encarnado por un insufrible Jim Carrey que no obstante parece convencer a gran parte de público y crítica.

He tardado veinticinco años en ver este producto que ya en su momento me apeteció tanto como beber cemento. Hoy, por respeto a Milos Forman, decidí salvar el prejuicio y ver la peli, llegando después a la conclusión de hacer más caso a mi experiencia.

Si dar vergüenza ajena puede considerarse un rasgo de genialidad, desde luego no sorprende que cualquier idiota pueda llegar y llegue a lo más alto. Este tema ya lo trató bastante bien Hal Ashby en Bienvenido Mr. Chance.

Me hubiese conformado con pasar un rato entretenido, pero han sido varias las ocasiones en las que casi abandono la empresa, incluso a falta de cinco minutos escasos del final. No voy a analizar en profundidad algo que no merece la pena y sólo romperé una lanza por el carismático Danny DeVito.

Una mención especial para esos otros infinitos Andys de la vida que muchos padecemos y, como dijera el personaje de Al Pacino en Esencia de mujer: "¡que os den por el culo!". Y a los que les sufrimos, mucho ánimo y que el arte y la belleza no os abandonen.