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Voto de Vivoleyendo:
7
Comedia. Drama Don Rafael Costa, embajador de Miranda, y el matrimonio Thévenot están invitados a cenar en casa del matrimonio Sénechal, pero a causa de un malentendido tienen que ir a un restaurante. Cuando llegan, no pueden cenar porque el dueño del lugar ha muerto. A partir de ese momento, las reuniones de este selecto grupo de burgueses se verán siempre interrumpidas por las circunstancias más extrañas, algunas reales y otras fruto de su imaginación. (FILMAFFINITY) [+]
29 de marzo de 2010
22 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los ricos, la Iglesia, los gobiernos, la policía, el ejército… Buñuel no deja piedra sobre piedra en esta sátira en la que, como acostumbra, saca el lado más vil. La burla hacia la vacuidad de un grupo de amigos adinerados, que van de reunión en reunión frustrada y/o aderezada por raras anécdotas, queda patente en sus modos de proceder y de hablar. Su superficialidad de parásitos aburridos que no tienen más que hacer que ir de cena en cena, conspirar clandestinamente en negocios sucios, hacer el paripé, engañar a algún cónyuge, emborracharse; su esnobismo, su desprecio subrepticio hacia la gente de clases más bajas, y sus conciencias no muy tranquilas delatan la corrupción imperante. El detalle añadido del curioso obispo jardinero muestra la desconfianza de Buñuel hacia la sinceridad y los propósitos desinteresados de ciertas instituciones religiosas.
En cada ocasión en la que se reúnen, ocurren sucesos inesperados, y el componente onírico es constante, desmenuzando una vez más las obsesiones del polémico realizador. Se pueden entrever inquietudes hacia el sexo, la muerte violenta, el Más Allá, la hipocresía, las diferencias entre clases sociales, los gobiernos corrompidos hasta la médula, y el desdén hacia la frivolidad de los acomodados (muchos de ellos enriquecidos por medios nada lícitos) que se pasan la vida entre recepciones vanas, alcohol, drogas y cuernos, paladeando sus Martinis secos, criticando la calidad del caviar, follando con la pareja del amigo (quien, o es tonto de remate, o simula no estar enterado), haciendo abuso de poder y disimulando, fingiendo que todo marcha bien. Pero en sus sueños salen a flote los terrores, los alfilerazos de la intranquilidad de los que saben que no proceden con honradez.
La fachada de las suntuosas mansiones, de las conversaciones (que bajo la aparente educación suelen tener algún punto muy agrio) y de los modales elegantes, es un muestrario de sarcasmo mordaz para hacer desfilar las bajezas, los miedos y las maldades, con esa atmósfera de ridiculización delatora y de banalidad que tanto le gustaba exhibir a Buñuel.
Vivoleyendo
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