Estamos ante una película que retrata, en una gran mansión inglesa, el día a día de la servidumbre, encabezada por Stevens, un mayordomo de impecable educación y entregado por completo a su trabajo. Stevens dirige con gran diligencia todo el servicio. En la servidumbre también está la señorita Kenton, el ama de llaves, una mujer compasiva y con un fuerte carácter, que desde el principio contrasta con el carácter extremadamente rígido, reservado y contenido de Stevens.
También se retratan acontecimientos políticos y diplomáticos importantes que atañen a lord Darlington, el dueño de la mansión, mientras en Europa se está gestando la Segunda Guerra Mundial.
Los tiempos del servicio de Stevens y Kenton a lord Darlington son rememorados en flashback, pues en realidad ya han pasado veinte años. En la actualidad (1958), Stevens continúa como mayordomo, pero muchas cosas han cambiado.
Es una historia de emociones contenidas, de un hombre que dedica su vida a servir a otras personas en su calidad de mayordomo. También es la historia de una mujer que pasó los mejores años de su vida en Darlington Hall.
Y, como trasfondo, una época crucial en el desarrollo de los acontecimientos que desencadenaron la mayor guerra de todos los tiempos.
Actuaciones brillantes, sobre todo Anthony Hopkins con su comedimiento y Emma Thompson con su emotividad; fotografía espléndida, puesta en escena y ambientación extraordinarias, guión intachable. La música tal vez algo repetitiva, pero está bien.
Un drama de romanticismo sutil y de intenso trasfondo histórico y político.