Tratándose de una obra Disney, ya suponemos fácilmente el trasfondo del argumento: una familia de peces que, por circunstancias funestas, se ve diezmada y separada, y cuyos miembros vivirán increíbles aventuras y realizarán largos viajes para poder reencontrarse.
Dejando aparte el previsible argumento (es una peli Disney, así que en ese aspecto no da para más, pero no la critico por eso, a mí me suelen gustar mucho la mayoría de las películas de una de las compañías cinematográficas que más me han hecho disfrutar durante toda mi vida); como decía, dejando aparte el sencillo argumento, lo que realmente me dejó boquiabierta fueron las espectaculares imágenes de los fondos marinos, de las criaturas marinas tan bien recreadas, de las hilarantes gaviotas y esos planos de Sydney. Por no hablar de las excelentemente logradas escenas de acción y aventuras, los diálogos brillantes y con frecuencia muy divertidos y tiernos, y las muchas situaciones humorísticas.
Como siempre, las películas Disney despliegan ante nosotros una historia en forma de cuento con moraleja, y su gran originalidad estriba en la invención de unos personajes llenos de vida y de unos escenarios grandiosos, repletos de detalles y de un colorido que es una alegría para la vista. A menudo me parecía increíble que todas esas imágenes hubiesen sido creadas mediante tecnología informática, de tan realistas como parecían muchas de ellas.
Esta es una película para el disfrute de toda la familia, ideal para transmitir valores a nuestros pequeños mientras conseguimos que pasen un rato muy, muy divertido y entrañable.