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Voto de travis braddock:
7
Thriller. Drama Nueva York, año 1981 -según las estadísticas, el año con más crímenes y atracos de la historia en la ciudad-. El inmigrante hispano Abel Morales (Oscar Isaac) y su mujer Anna (Jessica Chastain) han conseguido sacar adelante con éxito su empresa de distribución y venta de gasóleo. Ahora están a punto de lograr la última pieza de su sueño americano: comprar un cotizado terreno frente al río Hudson, un enclave que les permitirá expandirse ... [+]
4 de abril de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aún se recuerdan los años 70 como una época dorada para el thriller, especialmente el surgido desde Hollywood, donde los directores que venían a tomar el relevo de los clásicos apostaron por un género que bebía del cine negro y al que le dieron una vuelta para adaptarlo a los hechos de su época. De este modo, surgieron thrillers como ‘French Connection’, ‘Harry el sucio’, ‘Serpico’, ‘El último testigo’, ‘Los tres días del cóndor’, ‘Todos los hombres del presidente’ o ‘La noche se mueve’, entre otros. Todos ellos teñidos de un aura pesimista, fruto de una época de crisis económica y decepcionada de los grandes ideales que habían triunfado en los 60. Muchos directores de hoy día dicen haber recuperado el espíritu de los thrillers setenteros, pero lo cierto es que muy pocos lo han hecho realmente, pues añadirle unas gotas de acidez y descreimiento a la trama no convierte la película en algo similar a las que hicieron Sydney Pollack, Alan J. Pakula o Sidney Lumet. Uno de los que ha conseguido dar con la fórmula adecuada ha sido J.C. Chandor en ‘El año más violento’.

J.C. Chandor empezó a dar que hablar en el Festival de Sundance de 2011 cuando presentó su ópera prima, ‘Margin Call’, un certero relato sobre la codicia que ha dado origen a la crisis mundial que todavía padecemos. Dos años después presentó en Cannes ‘Cuando todo está perdido’, el retrato de un hombre que trata de salvar su vida en una pequeña embarcación en medio del Océano Índico, un retrato basado en la imagen y el sonido, sin apenas ningún diálogo y con Robert Redford como único intérprete. En ambos casos, los protagonistas se enfrentaban a fuerzas que los superaban, ya fueran los ciclos económicos o los fenómenos naturales y este enfrentamiento con una potente realidad marca también el desarrollo de ‘El año más violento’.

La ciudad de Nueva York registró en 1981 el peor año de su historia en índices de criminalidad, con una cantidad enorme de robos y asesinatos. Ese es el marco en el que se mueve Abel Morales, un hombre que no es un santo, pero que quiere apartar de su entorno todo lo que huela a violencia. El sector al que se dedica está dominado por familias mafiosas que parecen respetarle por sus métodos más pacíficos, aunque estos le den algunos disgustos ante la imposibilidad de que la legalidad pueda darle cobertura ante los continuos robos que está padeciendo. Y no solo no le dan respuestas, sino que además es investigado seriamente por los órganos de poder, que no acaban de creerse que un tipo surgido de la nada se hay construido un pequeño emporio en medio de un mundo regido por los códigos mafiosos.

Hay gente a la que películas como ‘Los tres días del cóndor’ o ‘Todos los hombres del presidente’ les parecen aburridas. Y dicen que son aburridas porque la acción se fundamenta sobre todo en el diálogo y en una puesta en escena en la que la construcción de los personajes es más importante que el misterio en sí mismo. Acostumbrados a un lenguaje en el que se busca mantener atrapado al espectador sobre todo por la resolución de la intriga, algunos no acaban de tragar con esa demora a la hora de reflejar la personalidad de sus protagonistas o el ambiente en el que se mueven. Sin embargo, a otros nos resulta de lo más interesante que esos filmes no caigan simplemente en esclarecer quién hizo tal cosa y vayan un poco más allá y ‘El año más violento’ mantiene ese pulso sereno, que se toma su tiempo para narrar todas las circunstancias que rodean la trama. Más que los tiroteos o las persecuciones, a Chandor le importa más el retrato de Morales, sumergido en una espiral de violencia de la que no quiere formar parte y a la que incluso quiere arrastrarle su propia mujer, hija de un mafioso y que no tiene ningún miedo a la confrontación para defender lo suyo.

Si la dirección de Chandor se mantiene firme y segura en todo momento, tanto en los diálogos como en las breves escenas de acción que salpican el relato, no menos seguros son sus actores protagonistas. Oscar Isaac da vida con entereza a ese atribulado Abel Morales mientras que Jessica Chastain es aquí toda una diablilla vestida de Armani que bajo su apariencia glamurosa de mujer trofeo esconde a una persona de armas tomar, de las que pasan de ser afables a peligrosas sin apenas pestañear. Ambos muestran una gran química en pantalla, dando empaque a una producción sobre los peajes que exige el éxito y la oscuridad que esconde el triunfo social. Un filme que confirma que J.C. Chandor es un realizador al que debe seguirse la pista, por las historias que cuenta y cómo las sabe contar.
travis braddock
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