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Voto de travis braddock:
7
Comedia. Drama Josh Srebnick (Ben Stiller) es un veterano director de documentales que está pasando por una mala racha profesional mientras prepara su próxima película. Todo empieza a despejarse cuando él y su mujer (Naomi Watts) comienzan a salir con una joven pareja formada por Jamie (Adam Driver) y Darby (Amanda Seyfried). Gracias a ello, Josh comienza a recuperar su juventud perdida. (FILMAFFINITY)
9 de septiembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘Mientras seamos jóvenes’ es la penúltima película de Noah Baumbach (ya ha estrenado en Estados Unidos la más reciente ‘Mistress America’), un director curtido en la esfera independiente, con cintas como ‘Una historia de Brooklyn’, ‘Margot y la boda’, ‘Greenberg’ y ‘Frances Ha’ y que también ha trabajado con Wes Anderson como coguionista de ‘Life Aquatic’ y ‘Fantástico Sr.Fox’. Baumbach es uno de esos creadores que entran de pleno en la categoría de arquetipo de director del Festival de Sundance, autor de un cine con un punto “cultureta”, rayando en lo pretencioso pero interesante. Con los años parece haber ido modelando ese estilo y ahora resulta bastante más pulido (y más logrado) que en sus inicios, siendo su obra un tratado sobre la dificultad de establecer lazos emocionales auténticos, con unos personajes inmaduros que se ven obligados a dar un paso adelante para no quedarse atrás del resto del mundo.

‘Mientras seamos jóvenes’ comienza con una cita del dramaturgo noruego Henrik Ibsen sobre la necesidad y los peligros de dejar entrar a los jóvenes en la vida de un hombre maduro, antes de dar paso a una escena aparentemente familiar, donde los personajes de Josh (Ben Stiller) y Cornelia (Naomi Watts) miran con ternura a un bebé y tratan de contarle un cuento. Inmediatamente pensamos que se trata de su hijo, hasta que el pequeño rompe a llorar y ambos muestran fastidio por no saber qué hacer, momento en el que entran en escena sus verdaderos padres, una pareja amiga de los protagonistas. Ambas situaciones nos dan una idea clara de lo que Baumbach va a contarnos durante la hora y media siguiente, la peripecia de unos cuarentones sin hijos que no se ajustan a “lo normal” y que afrontarán un reto vital al dejar entrar en sus vidas a unos veinteañeros con ganas de comerse el mundo.

Jamie (Adam Driver) y Darby (Amanda Seyfried) son una pareja un tanto hipster, que viven en un loft, hacen su propio helado artesanal y tienen objetos vintage. Enseguida atraen la atención de los cuarentones, que encuentran en ellos un reflejo de lo que fueron en su día, cuando tenían grandes ambiciones que acabaron quedándose atrás cuando los años se fueron echando encima sin que casi se hayan dado cuenta. Los tiempos han cambiado y con el predominio de las nuevas tecnologías si Jamie y Darby no recuerdan algo, lo buscan inmediatamente en su teléfono móvil, mientras que, cada vez que puede, Jamie graba en vídeo lo que le parece interesante. Esa desenvoltura seducirá a Josh y Cornelia (él un documentalista incapaz de terminar su último trabajo y ella una mujer que ha renunciado a la maternidad), que empezarán a frecuentar su compañía y a ir dejando de lado a aquellos que con sus predecibles historias domésticas les recuerdan que son dos personas maduras que deberían ir resignándose a ciertos modos de actuar.

Otro de los temas que trata el filme de Baumbach es el de la representación, de las personas y los personajes. Josh es documentalista y trata de buscar el máximo rigor en su trabajo, tratando de no forzar el toque personal, algo que choca con las ideas de Jamie, más en sintonía de añadirle toques propios, en la línea de la frase de Jean-Luc Godard que se cita en el metraje y que asegura que el documental habla de otra persona y la ficción habla de uno mismo. Por ello, Jamie se ha construido un personaje, de joven muy emprendedor, que le hace más atractivo a ojos de los demás, incluidos los de Josh y su mujer, lastrados por ser demasiado ellos mismos. Porque la vida nos demuestra muchas veces (nos guste o no) que son los personajes atractivos los que llegan más lejos que las personas.

En ‘Mientras seamos jóvenes’ Noah Baumbach sabe aunar el cariño y la ironía en el retrato de sus personajes, de manera que al final todos son un poco miserables, pero cada uno cree que tiene sus motivos para serlo. Su visión cómica, con algunas notas de drama, de esa pareja cuarentona que asiste a rituales de limpieza espiritual, mientras él empieza a llevar sombrero y ella a bailar hip hop, no deja de tener un punto de ternura cuando se dan de bruces con esa juventud emprendedora que les devuelve la fe en el idealismo y que, con la misma energía, tampoco duda en llevarse todo por delante. Al buen acabado de la película ayuda su conjuntado cuarteto protagonista, sin olvidar a un solvente Charles Grodin (actor que siempre ha sido más conocido por sus papeles cómicos en ‘Huida a medianoche’ o las cintas del perro ‘Beethoven’), como documentalista veterano y padre del personaje de Naomi Watts, al que el de Ben Stiller no quiere acercarse mucho para demostrar que el solo es capaz de hacer su trabajo, demostrando que las luchas generacionales no entienden de edad. Porque aunque Baumbach no aporta mayor novedad en su mensaje, nos deja claro que juventud y madurez tienen sus brillos y sus partes oscuras. Y que el tiempo pasa y lo va alterando todo mientras tratamos de encontrar nuestro lugar en el caos permanente que es la vida.
travis braddock
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