"El caso Fritz Bauer" podía haber sido una película mes dentro del amplio espectro filmográfico que habla de los oscuros días del nazismo y sus secuelas. No obstante, tiene el gran mérito de reflejar una arista del problema que no ha sido lo suficientemente subrayada. Aquel momento donde empezó a haber gente que exigió que aquellos crímenes y atentados contra la humanidad fueran juzgados, no ya por los Aliados triunfadores en la II Guerra Mundial, tampoco en Israel. En la propia Alemania.

Tal es la persistencia del personaje principal de este film sobrio de Lars Kraume, una película fría, casi de Europa del Este en muchos compases. Y, pese a ello, trata un tema apasionante. También revela un detalle doloroso, la capacidad de algunos funcionarios germanos de mirar a otro lado con una realidad ante la que debieron revelarse, de la connivencia de las autoridades.

El complejo proceso es narrado con pulso firme aunque sin florituras. Se trata de un producto de indiscutible valor histórico, si bien su ritmo podrá alejarla de algún tipo de público. Como fuere, se trata de un excelente ejercicio que merece todo el crédito.

La necesidad de que un pueblo entero que despertaba de una pesadilla se mirase al espejo y admitiera sus heridas para poder empezar la reconstrucción.