Realmente, Stan Laurel y Oliver Hardy siempre te garantizan una carcajada. No obstante, pocas veces han estado más inspirados que al inicio de este peculiar film. Luego la cosa derivará en una peli convencional al uso de la pareja de cómicos, pero nos hallamos ante algunos de los gags iniciales más impresionantes que se pueden disfrutar en la pantalla.

El prólogo de la Gran Guerra contiene uno de los chistes más crueles y divertidos sobre el fenómeno de la guerra de trincheras y la "necesidad" de guardar la posición. El reencuentro de los dos amigos soldados va a dar a otra delirante situación cuando Oliver piense que su amigo ha quedado impedido y necesita llevar una silla de ruedas. La capacidad de sendos artistas de sacar petróleo de ese tipo de situaciones solamente está al alcance de los elegidos.

Solamente por esos primeros minutos ya se justificaria la necesidad de ver "Cabezas de chorlito". Posteriormente el globo se va desinflando, si bien sigue resultando entretenida y capaz de mejorar nuestro humor. No es poca la deuda contraída.

Dos tipos únicos, geniales e imprescindibles en nuestras videotecas.