Pocas sensaciones debieron de ser más encontradas en la antigua Roma, que la mantenida por un gladiador cuando alcanzaba la preciada espada de madera. El símbolo de su libertad, el final de poner absurdamente su vida en peligro... Pero, teniendo en cuenta la singular característica de su macabra profesión de espada y sangre, asimismo el adiós de los aplausos, el amor de la caprichosa grada y la adrelanina que solamente los afortunados campeones de la arena debieron sentir.

Gracias a vivir afortunadamente en tiempos más pacíficos (lo cual sería también matizable, según la zona y época, del globo, donde nos encontremos), puede costarnos pensar que alguien pueda tener aprecio al oficio que desempeña un imperial Jeremy Renner. Desactivador de bombas en la zona más conflictiva de Oriente, este singular personaje es conducido bajo timón firme, por una Kathryn Bigelow que rompe todas la preconcepciones habidas y por haber.

Film inteligente, capaz de mantenerte en tensión y sin adornos, muestra con una descarnada crudeza un Coliseo terrible sin buenos ni malos... una carrera contra-reloj que nunca aburre.

Y logra, he aquí el milagro, conseguir que comprendamos que lo más temido por un dios de la arena, es estar perplejo en un súper-mercado, decidiendo qué marca de cereales comprar.

La espada de madera nunca fue un juguete...