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España España · teruel
Voto de simón:
2
Drama Johann Sebastian Bach (1685-1750), el gran músico del barroco alemán, se traslada a Leipzig con su familia para desempeñar la función de Cantor en la Escuela de Santo Tomás. Bach, un ferviente devoto y un incansable trabajador, es además modesto y su posición social dista mucho de ser privilegiada. El reconocimiento a su música aún no se ha producido, el talento que imprimirá a sus composiciones irá creciendo con el paso de los años. La ... [+]
18 de agosto de 2008
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El debate después de tiempo de intensos dimes y diretes sigue en todo lo alto, con las posiciones francamente encontradas, con los integrantes de cada bando en lucha encarnizada, enconados en su enquistada posición, cada cual en su rincón, saliendo a contundir a cada oportunidad, regresando a su posición original después de propinar un fuerte golpe en la mandíbula del contrario.
Por un lado nos encontramos con los que defienden el cine como una industria, como una fábrica cualesquiera cuyo producto final fuese el de producir filmes en cadena, a poder ser con resultados económicamente viables y satisfactorios casi desde el primer día de su estreno, sin dar cuenta a nadie, o en todo caso, a los productores que apuestan su dinero en cada proyecto y que sólo valorarían los mismos en función de grandes beneficios. Fruto de ese pensamiento, aparecerían películas cuyo único efecto fuese el de rentabilizar su fuerte inversión inicial, situándose en esa perspectiva el Hollywood actual, que estrena blockbusters cada vez con mayor frecuencia, que se repite con secuelas y ahora precuelas y que tiene como único objetivo el presentar productos de entretenimiento bajo la excusa de dar al público lo que quiere ver.
En el otro lado se sitúan los defensores del cine como objeto de arte, cuya única función fuese la de formar, informar y contribuir al progreso de la sociedad, encauzando la misma hacia estados de evolución más desarrollados, excluyendo por tanto de éstas a todos aquellos productos sospechosos de no dar alimento intelectual al grueso de la masa. Éstos de igual forma, defenderían la concesión de subvenciones, ya que al considerar el cine como un bien cultural, no siempre se podría producir el dinero necesario con el que satisfacer los gastos inherentes a cada proyecto.
Lógicamente como en esta vida no todo es blanco o negro, sino que existen las tonalidades intermedias, se posiciona una tercera línea de opinión, que entiende el cine como una mezcla de las dos posturas anteriores y cuyo trabajo se dirige a un sector ávido de cine con neuronas, pero con muchas ganas de entretenerse.
Pues bien, éste film que nos ocupa ciertamente puede inscribirse dentro de los del segundo grupo de opinión, puesto que, como producto de entretenimiento deja bastante que desear, con un potencial público escaso en número, pero enorme a lo que en egocentrismo se refiere, ofreciendo un espectáculo digerible para muy pocas personas.
Si es de los que considera que el único objeto del cine es el de formar el intelecto, les recomiendo este sereno, apacible, instructivo, pero aburridísimo film; a todos los demás les insto a que se ahorren el esfuerzo de intentar visionar el mismo.
simón
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