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España España · teruel
Voto de simón:
8
Romance. Drama Don es un vendedor de casas que en su tiempo libre presta servicio voluntario en el Teléfono de la Esperanza. A Ann, que trabaja en una tienda de artículos de fotografía y vídeos, su novio le ha dicho que ya no la quiere y que desea cortar la relación. Para intentar recuperarlo, ella graba una cinta de vídeo donde le cuenta cosas que nunca le dijo. Las vidas de Don y de Ann, al cruzarse, experimentan cambios fundamentales. (FILMAFFINITY) [+]
14 de octubre de 2008
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cosas que nunca decimos pero que siempre hemos querido decir. Cosas que reconcomen, martirizan nuestro interior, atormentan y torturan nuestra alma. Cosas que se incrustan en nuestro ser y que somos incapaces de soltar. Cosas que amarran, que encadenan, que lastran nuestros sentimientos, nuestras esperanzas, nuestras ilusiones, agazapadas en el rincón más angosto de nuestro corazón, cual ladrón de sueños nocturno tomador del tesoro más amado. Cosas hechas, en definitiva de material ininteligible, de naturaleza insondable, de cuerpo inescrutable, que de una manera que no se puede explicar con palabras, se clavan en nuestra alma asfixiando nuestro destino.

Estas cosas que nunca decimos se dicen, gracias a la magia de Isabel Coixet, en esta hermosísima película, protagonizada por dos actores que exudan sensibilidad en cada palabra que expresan, en cada mirada que prestan, en cada caricia que sienten.

Estas cosas que nunca decimos se dicen, con palabras: con dulces e inteligentes conversaciones, y se dicen, sin necesidad de las mismas: con miradas cómplices y mohines inefables.

Sensible y emotiva película, es esta que nos ocupa, en la que la directora desnuda su alma, despachando con el espectador sin cortapisas, sin ambages, directo a ese órgano fuente de ensoñaciones que es el motor mismo de la vida; articulando para ello un discurso muy sincero y honesto, con situaciones apegadas a la realidad más reconocible; con situaciones que consiguen que recuperemos sensaciones ya perdidas, ya olvidadas; con situaciones que obran el milagro de que observemos todo su metraje con un nudo en la garganta.

Huelga admitir, por último, a qué tipo de público recomiendo esta cálida, cercana, sensible y conmovedora película y a qué tipo de espectador desaconsejo el visionado de la misma.
simón
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