Danny Boyle vuelve a su esencia más gamberra, con un formato de grabación atrevido, rápido y directo. Y no hace falta añadir que sabe desengranar los géneros underground como ningún otro, y el hecho (guste o no) de ser británico, ayuda a romper con lo políticamente correcto, algo demasiado habitual en los filmes estadunidenses. Dame un Trainspotting 2 británico que 200 Trainspotting 1 de EEUU.

En relación a la película, no podemos negar que Boyle utiliza la nostalgia como eje y timón del guión, pero a mi juicio, sabe muy bien cómo desarrollarla, reproducionedo las mismas risas y sensaciones incómodas que sentías en la primera entrega, aunque no consigue alcanzarla.

Y por supuesto no nos podemos olvidar de los actores. La lengua viperina de Renton (Ewan McGregor); el desquicie vital y emocional de Begbie (Robert Carlyle); la celeridad de la supervivencia representada por Sick Boy (Jonny Lee Miller); y el yonquismo bonachon de Spud (Ewen Bremner), a mi juicio el personaje de la película.

En definitiva, una obra digna y divertida que aconsejo ver a cualquier usuario apasionado por el cine barriobajero británico.