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Voto de Lucas Liz:
4
Thriller Un equipo del FBI debe enfrentarse a una banda de criminales expertos en magia que se dedican a atracar bancos. Son "los cuatro jinetes”, un grupo formado por los mejores ilusionistas del mundo. Durante los atracos, siempre contra hombres de negocios corruptos, hacen llover el dinero robado sobre los espectadores, ante la atónita mirada de un equipo de élite del FBI que les sigue la pista. (FILMAFFINITY)
23 de octubre de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Junto al tan usado calificativo de "entretenimiento palomitero", fácil, sencillo, liviano y falto de contenido son los adjetivos que podrían caracterizar a los posos que deja este mediocre vino, de buena presentación en botella, pero justito al olfato y corto al gusto.
Aceptable como vino de mesa, pero no para ocasiones en las que esperemos complacer, agradar o engañar/embriagar a lozana moza, a la cual pretendamos conquistar y de cuya compañía pretendamos disfrutar (aunque bien triste es tener que recurrir al alcohol en estas lides, lo que denota falta de otros recursos, pero bueno, esa es otra cuestión...).
Atractiva a la vista y con un efectismo propio de un espumoso cargado de carbónico, la película apenas emana aromas (ni siquiera brutos; delicados no se los presumíamos ya a priori) ni sabor. Se nos presenta más bien como un caldo acuoso fácil de digerir, con toques dulces y achampanados, que lo hacen pasable a través de nuestro paladar y garganta, pero sin dejar rastro alguno, ni afrutados, ni térreos, ni a frutos secos. Tan liviano y fácil de consumir, como exento de fuerza y consistencia. Resaca no va a dejar, ni dolor de cabeza tampoco; le falta cuerpo, densidad, robustez y graduación para provocar cualquier tipo de reacción, por somera y mínima que pueda ser.
Dicho todo esto, y dejando bien patente que estamos ante ese producto situado entre los vinos envasados en brick y los caldos embotellados a cuatro euros la botella, ha cumplido con su cometido: entretener, cual vino resultón, que sin ser la estrella de la mesa, bien es capaz de quitar la sed y de ayudar a la digestión de una comida igual de liviana que él.
Desde su concepción, su guión repleto de giros (o eso pretende) y que aspira a la continua sorpresa (recuerda a productos anteriores) se caracteriza por su bajo contenido en azucares, lo que tras su completo procesado da origen a un mosto de muy baja graduación y calidad, por mucho que se le haya querido completar con aditivos tales como grandes estrellas de la interpretación (Caine, Freeman, Ruffalo) y nombres que siempre pueden ser un reclamo en taquilla (Laurent, Harrelson, Eisenberg). Poco pueden hacer grandes levaduras y la tecnología con tan mala materia prima: resultado vino flojo, pero no peleón avinagrado. Tampoco el enólogo acredita méritos suficientes como para alabar su hacer.
Bien es verdad que para paladares poco exigentes y acercándose a la cata sin pretensión alguna, la cinta entretiene y consigue rellenar la tarde, cosa que no es poco, viendo la cantidad de "vinagre" que abunda en esa licorería a la que llamamos cartelera. Cual Peñascal o Lambrusco, los destellos y efectos gaseosos resultan agradables y algún cosquilleo consiguen, logrando que el espectador siga ahí, pendiente del desenlace, el cual, sea dicho de paso, ni sorprende, ni embriaga..., sales de la cata y piensas: "si es lo que es; lo que pensaba; espumoso de dos euros en el Mercadona". Su espacio tiene, desde luego. En muchas bodegas siempre tendrá hueco, y a muchos paladares satisface, por lo que no la desprecien del todo. Si bien déjenla para casa, para una noche cualquiera de un día de diario, sin celebración ni fiesta que "regar" con un buen "caldo".
Lucas Liz
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