Regocijémos, porque he aquí el Santo Grial de las películas malas. Pero esta vez no estamos ante una película mala corriente como por ejemplo "los mercenarios", no. En esta película cada detalle está descuidado al máximo. Guión, dirección, actuaciones... no se salva nada.

Este monstruoso desatino me ha hecho caer en la cuenta de que nos encontramos en el albor de una nueva era, de que se está dando un paso más allá en la democratización de todos los niveles de la existencia, producto del abaratamiento de la tecnología. Hace años, la inversión que era necesario hacer para rodar una película propiciaba que sólo en contadas ocasiones se conjuntasen los astros de manera tal que alguien financiaba una película de Ed Wood, o que algún desaprensivo rodaba "Manos: the hands of fate". La era digital ha acabado con eso. Las barreras han volado, y dentro de poco cualquier energúmeno con un móvil y un portátil podrá rodar su propio bodrio infumable. Temblad.

Los que disfrutamos del síndrome de Diógenes cinéfilo nos repanchingamos en nuestros sofás, los pies calentitos, saboreando pizza barbacoa, enfundados en el pijama de franela y lamparones, y sonreímos con malicia y pulsamos play. Nuestro tiempo ha llegado.