Si me hubieran dicho a comienzos del milenio que en pleno año 2011 se iba a hacer una película como "Super 8", me hubiera parecido un tanto irreal. El día en que me enfrenté a ella lo hice con tiento, pues los comentarios acerca de su pretendido homenaje al cine fantástico juvenil de los ochenta eran demasiado buenos para ser ciertos. ¿Una película que nos iba a hacer recordar, a los que somos de cierta generación, aquellas emociones que sentíamos con "E.T." (1982), "Los Goonies" (1985) o "Exploradores" (1985)?

Pues bien, J.J. Abrams ha conseguido emular (que nunca igualar) ciertas emociones que pudimos disfrutar en los ochenta, utlizando la tecnología cinematográfica del siglo XXI. "Super 8" es la historia de unos chavales que, cámara Super 8 en mano, pretenden hacer una peliculilla de zombies para un festival de cine. Mientras ruedan una escena cerca de unas vías de tren, son testigos presenciales de un monumental descarrilamiento provocado por una extraña furgoneta que se ha puesto en medio de las vías. Ese suceso es el que origina otro suceso más extraño si cabe, el que provoca un extraño ser que hace estragos en el pequeño pueblo, y al que la Super 8 de los chavales ha llegado a grabar.

Si obviamos los impresionantes efectos especiales, el planteamiento de la película hubiera funcionado perfectamente en cualquier sala de cine de los ochenta. Se utilizan los mismos clichés de un género que ha evolucionado por sí mismo y que ha dejado atrás la pura emoción estética que consiguió entrar en los corazones de toda una generación. Los chicos que se ven envueltos en una aventura tan increíble como peligrosa, con un pueblo patas arriba por culpa del extraterrestre de turno, es algo que nos suena de hace mucho tiempo. Además, el estilo de Abrams homenajea (que no iguala, repito) el encanto de aquel cine, y se hace más notorio ese homenaje en los primeros minutos del filme, sensacionales.

Por otro lado, se ha dejado algo colgada la consistencia de la historia. Hay muchos fallos (y gordos) de guión, muchas cosas que no acaban de encajar y otras que se dejan en el tintero. Hay que hacer la vista gorda a tantas cosas, que si no fuera por mi debilidad por el género y por la época que evoca, la hubiera aprobado por los pelos. Los soberbios efectos especiales no enmascaran las incongruencias, nada sutiles y bastante notorias para cualquier espectador, ya sea avispado o no.

Los jóvenes actores cumplen muy bien con su cometido. Joel Courtney nos recuerda un tanto al Elliot de "E.T." o al Benjamin de "Exploradores", incluso con enamoramiento preadolescente de Elle Fanning (hermana de Dakota Fanning).

"Super 8" podría haber sido mucho más, pero también mucho menos. Recomendable para nostálgicos.