Interesante y desigual película del director de "Martyrs" (referencia obligada en el cine de terror de los últimos años) con la que comparte algunos puntos argumentales y de estructura pero con uso de la violencia mucho más light.

Un mujer y sus dos hijas son atacadas en su propia casa por dos extraños desalmados. Y hasta aquí puedo leer, a partir de este planteamiento Pascal Laugier juega con nosotros presentándonos una confusa historia con aspecto de casa encantada que cobra sentido justo cuando se convierte en otra cosa, en mí opinión mucho más interesante, con la virtud de que dicha transformación llega de una forma relativamente brusca pero muy coherente, y hace que el segundo tramo de la película (el que va aproximadamente desde el minuto 20 hasta el 45), el más tópico, cobre cierto sentido funcionando como explicación de la psique de Beth.
Una vez que está todo más o menos ubicado, el drama se hace más intenso el tono más grave y la película se ennegrece hasta insinuar que se dispone a bucear en el horror físico al igual que Martyrs, pero no lo hace, apenas coquetea con ello pero no lo hace. Se echa para atrás en el último momento, posiblemente por temor a perder al público mayoritario y en mi opinión se echa un poco de menos no haber llevado alguna escena un poco más lejos. En cualquier caso más violencia hubiera sido un gesto gratuito de cara a los estudiantes de anatomía porque cuando llegan estás de escenas la historia ya está contada y solo falta cerrarla.

Y el cierre es un tanto simplón. Hace bien en ahorrarse explicaciones innecesarias sobre el origen del mal, un ogro y una bruja que conducen el camión de los helados, pero no sé resiste a incluir alguna sorpresa típica del género, efectiva pero barata. Y aquí está para mí uno de los grandes lastres de la cinta ya que después de todo deja la impresión de que la mayor parte del metraje se ha sostenido a base de sustos básicos y golpes de sonido, algo un tanto decepcionante para quienes llegamos a la película arrastrados por el tirón de Martyrs.