Sexto título de la saga de James Bond, y aquí se iban a suceder los primeros cambios, tanto en el protagonista, como en la silla del director. En la dirección un novato, Peter Hunt (quien fuera director de segunda unidad y el montador de anteriores entregas de la colección), solo dirigiría en su carrera esta película. Y como James Bond tenemos al desconocido y modelo George Lazenby, realizando su debut en el cine. Durante el proyecto tuvo claro que sería su única aventura con el personaje.
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Con esta nueva película, la franquicia pega un bajón considerable. Ya no solo por el guión que es simplón y absurdo, sobre todo por el malvado plan del villano, y también como no, por la ausencia de Sean Connery. Lazenby no tiene ese gancho ni el carisma que aportaba el otro, y uno no se termina de acostumbrar al nuevo Bond. Señalar las continuas referencias en tono de humor que se dan por el cambio de actor en la película.
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No queda más que algunas peleas cuerpo a cuerpo notablemente rodadas, y la espectacular secuencia de esquí en los alpes suizos, increíblemente bien dirigida. Entretenida a ratos, con una llamativa banda sonora y un formidable escenario en la nieve. Se vuelve a repetir algún que otro aspecto de anteriores films, restando originalidad, para finalmente acabar resultando un producto fallido. Atentos a los últimos minutos.