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El pasado

Drama Después de cuatro años de separación, Ahmad viaja de Teherán a París a petición de Marie, su esposa francesa, para resolver los trámites de su divorcio. Durante su estancia, descubre la conflictiva relación entre Marie y su hija. Sus esfuerzos para mejorar esa relación sacarán a flote un secreto del pasado. (FILMAFFINITY)
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Críticas 57
Críticas ordenadas por utilidad
3 de abril de 2014
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Un buen drama familiar basado en el divorcio. El film nos vuelve a recalcar que al final los que más sufren en estos casos son los hijos.

Antes que nada decir que la película se destaca por tener un elenco que brinda unas actuaciones excelentes (desde los adultos hasta los niños) y es justamente este aspecto el punto fuerte de todo el film. Su historia es muy simple y no ofrece grandes sorpresas a pesar de que trata de hacerlo al hurgar justamente en el pasado de uno de los protagonistas. La cinta carece totalmente de una BSO a excepción de cuando aparecen los créditos finales.

Su ritmo es lento a lo largo de sus 2 horas y 10 minutos por lo que se podría haber recortado el metraje. Es drama puro y duro desde el principio hasta el final y todos sus diálogos resultan convincentes y se resuelven con mucha naturalidad.

En líneas generales resulta una buena película dentro de su género a pesar de que no ofrezca nada nuevo.
Hells
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17 de abril de 2014
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Y con P.T. Anderson nos cruzamos... una vez más. ''Puede que termináramos con nuestro pasado, pero él no había terminado con nosotros'', repetía implícita o explícitamente una y otra vez este genial cineasta en la magistral 'Magnolia'. El pasado, nos guste o no, es un cansino compañero de fatigas que no nos podemos quitar de encima. De él venimos y en él podemos quedarnos encerrados. Cuando esto último sucede, el pretérito se funde con el presente y con la perspectiva del futuro, haciendo que todos los elementos pierdan su sentido, si es que algún día lo tuvieron. La palabra ''pasado'', que da título al nuevo trabajo del gran Asghar Farhadi, aparece por primera vez en pantalla de forma difuminada y, poco a poco, con el paso de los segundos, se va difuminando.

Este efecto visual de presentación es, por supuesto, una broma por parte del cineasta iraní que delata un humor del que muchos creen que carece. Suele pasar. Sus virtudes, aunque contundentes e incuestionables, no salen por sí misas a la superficie, sino que esperan pacientemente a que el espectador (también cargado de paciencia) las descubra y, consecuentemente, las aprecie como se merecen. Puede que el que a priori fuera uno de los grandes favoritos a alzarse con la Palma de Oro en aquella impresionante 66ª edición del Festival de Cannes se fuera con poco más que un premio (el de Mejor Actriz para Bérénice Bejo) que sonó más que nada a alfombra roja para ''Adèle'', pero sin lugar a dudas superó las primeras pruebas de fuego. Esto es, sobrevivir a una proyección peligrosamente programada a las 8:30 de la mañana y, sobre todo, no hundirse en el mar de expectativas, conservando así su estatus de garantía de éxito.

Las opciones para triunfar en el palmarés se desplomaron, no obstante, cuando recordamos quién preside este año el Jurado (aunque como se vería posteriormente, tanta cábala no serviría absolutamente para anda). El caso es que 'El pasado' nos presenta, para entendernos, a la que posiblemente sea una de las familias menos ''spielbergianas'' de la historia. Los chavales, tesoro de valor incalculable y continuamente maltratado, ven como los adultos que deben ayudarles a construirse como personas, hacen y deshacen con total y cruel aleatoriedad mientras entran y se esfuman de su rango de visión. Como si de una especie de secuela de 'Nader y Simin, una separación' se tratara, la historia nos presenta al personaje de Ahmad, recién llegado a Francia desde Irán. El propósito de su viaje: reencontrarse con su ex mujer para acabar de concretar su divorcio. Ha llovido mucho desde la última vez que vio a Marie, quién parece haber reconstruido su vida junto a otro hombre.

Lo que debería ser una visita relámpago para rematar unos pocos flecos burocráticos se convertirá en una más que posible pesadilla en la que el protagonista deberá actuar como mediador profesional para tratar de levantar una ruina que ha llegado a tal condición por -adivinen- el insoportable peso del pasado. Farhadi sigue fiel a su fórmula y la ejecuta tan bien que ésta se antoja como inagotable. Universal sin duda al mostrar, en su emigración a Francia, casi tanto vigor como en su país natal. El director y guionista nacido en Khomein Shahr sabe que las maneras que tienen las personas de afrontar los incontables obstáculos que les va planteando la vida están por encima de cualquier credo, de cualquier cultura y, faltaría más, de cualquier nacionalidad. ''Despierta, tenemos que discutir'' dice un personaje en un momento de la película. El diálogo, que nunca debe ser silenciado, se erige una vez más como mejor arma (de doble filo) para resolver un terrible accidente (en esta ocasión quizás un poco demasiado enrevesado) en fuera de campo (es decir, en pasado) y para desnudar al ser humano.

Tahar Rahim, Bérénice Bejo y Ali Mosaffa (cada cual más inspirado) componen un trío de lujo que a lo largo de casi dos horas y media grita, llora, ríe y (se) emociona. Suya es buena parte del mérito de haber dado -extraordinaria- vida al nuevo, complejísimo y apasionante mapa ''farhadiano'' de la geografía humana. En él quedan desmenuzados, con claridad meridiana, los sentimientos que nos permiten o nos condenan a interactuar constantemente con nuestros seres amados. No tienen por qué obedecer a la lógica, pero sí deben brotar de esta voluntad tan ilusamente humana de querer cambiar lo que ya no puede ser cambiado. El pasado como mancha que no puede limpiarse. Es intocable; de él no se huye... pero con ayuda, entendimiento y -sí-, paciencia, se puede lidiar con él y, si la providencia quiere, aprender; deleitarse -y de qué manera- con la experiencia.
reporter
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19 de abril de 2014
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Farhadi llamaba la atención del mundo cinematográfico allá por el año 2011, en el que con "Nader y Simin, una separación" lograba todas las nominaciones posibles y se coronaba con el Óscar a la mejor película de habla no inglesa. Desde ese momento el director iraní, que firmaba guión y dirección, se caracteriza por su minuciosidad a la hora de construir historias con dramas personales, y perfilar roles humanos y cercanos. Ahora llega "El pasado" y no nos sorprende en absoluto el nivel que tiene la película.

Farhadi es un gran director de actores y lo demuestra. El resultado de los larguísimos ensayos previos a la grabación se nota en pantalla, y su película se aprovecha de una gran puesta en escena que por momentos parece teatro de lo cercano que es. Los diálogos son profundos y milimétricos, y el mimo por el detalle se ve en cada fotograma. La tristeza de los personajes se mimetiza con una casa, una ciudad, una tienda... Todos los elementos están estudiados pero no quedan impostados: la naturalidad se hace presente y marca el ritmo en unas situaciones algo rebuscadas pero que pueden ocurrir en la vida misma.

Con esta premisa, el reparto debe ser moldeable y comprometido, y la película encuentra estas características en los cuatro protagonistas. A su modo, cada uno ofrece a la película lo mejor de sí mismos, y en su posición resultan tan creíbles y cercanos que podrían ser los vecinos del quinto con sus problemas y alegrías. Impresionante Bejo, que demuestra con palabras tanto como transmitía sin ellas en "The artist", es el núcleo alrededor del cual gira el argumento principal. Con mucho nervio, su actuación es carismática e intensa con niños y adultos, y se lleva todos los focos. Pero sería injusto quedarse sólo con eso cuando a su lado brillan con luz propia Rahim y Mosaffa, satélites de Bejo que detonan situaciones con sus silencios, con sus actos y sus miradas. Si a esto les sumamos a los más pequeños o a la adolescente Burlet (que soporta un gran peso dramatico sobre sus párpados con inusitado desparpajo), la elección del reparto es idónea.

Se trata de una película compleja, que tiene un puñado de situaciones que desencadenan nuevas líneas de guión y que es posible que intente rizar el rizo en alguna secuencia, pero que reacciona rápidamente para no alargar más de la cuenta y que el espectador no se quede en la madeja y avance con el argumento. Una gran película sobre la dificultad de las relaciones familiares y de pareja a la que Farhadi sabe insuflar humanidad y cercanía a la vez que desencadena situaciones reales y creíbles.
Moody
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20 de abril de 2014
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El Señor Farhadi se demuestra como un buen narrador de historias de mantener el pulso narrativo. Con un tono de misterio. En eso se parece un poco a Nader y Simin Una Separación. Pero ahí se acaba las comparaciones. Tiene un ritmo fluvial y nada sencilla. Organizada como un rompecabezas que poco a poco hay que organizarlo. Lo único malo es que alguno se puede perder sino esta pendiente de la trama o desinteresado. Los actores están muy creíbles y potentes.
Orson_Welles
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26 de abril de 2014
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Interesante aunque algo sobreseído drama familiar que muestra lo quebrantado del asunto cuando Ahmad (Ali Mossaffa) un ciudadano iraní es requerido por Marie (Bérénice Bejo), su exesposa francesa para que acaben de zanjar el interminable y burocrático asunto de los papeles del divorcio. Cuando se presenta en lo que debería ser una nueva vida y un nuevo hogar acogedor para ella, se encuentra con un drama desmontado de pies a cabeza en que se ven implicados unos hijos que nunca tuvo pero sí cuidó, como la hija mayor Lucie (interpretada por Pauline Burlet, joven actriz que guarda un parecido extraordinario con Kristen Stewart). I en ese desestructurado marco también juega un papel importante, Samir (Tahar Rahim), el antipático prometido de Marie y propietario de una lavandería.

Los tres protagonistas se convierten en el eje de discordia de una sucesión de problemas y malentendidos que inevitablemente despiertan los fantasmas de sus pasados, como así reza el título del film, y que se enfrentan a un secreto película que arranca con un buen comienzo pero que se va perdiendo ritmo por la inesperada lentitud de un largometraje que pierde fuerza en desarrollo. Dirigido por Asghar Farhadi, director iraní que se dio a conocer con una polémica pero a la vez innovadora cinta en su país: “Nader y Simin, una Separación” (Jodaeiye Nader az Simin, 2011).

Tahar Rahim y Bérénice Bejo se dieron a conocer respectivamente en las películas "Un Profeta" (Un Prophète, 2009) de Jacques Audiard y "The Artist" (2011) de Michel Hazanavicious.

Lo Mejor: las interpretaciones.
Lo Peor: que se corra el riesgo de perder el interés por una historia ya contada pero expresada gracias a unos diálogos convincentes.
Natxo Borràs
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