Muñeco diabólico 2

Inevitable secuela (la primera de muchas) de este “simpático” muñeco asesino.
Es de principios de los 90, y en esa época iba a misa lo de “segundas partes nunca fueron buenas”, o por lo menos en este caso es peor que la primera con total seguridad.
El argumento está cogido con pinzas, y por una serie de “casualidades” de guion, Andy va a volver a pasarlo con Chucky muy mal, mientras los adultos no le creen ni media palabra.
El terror es nulo. Si alguien se asusta con esto debería ir al médico. Con lo cual, lo único que nos queda es ver si la película es entretenida. Y creo que lo es moderadamente, dentro de sus defectos obvios (actuaciones de los secundarios y algunos agujeros de guion). Por ejemplo, ¿por qué sabiendo el trauma de Andy no quieren quemar el muñeco antes? O en la secuencia de la juguetería, que aun siendo la mejor parte del film, los protagonistas siempre se encuentran con obstáculos o van por sitios peligrosos cuando claramente hay otras opciones de huida.
En cuanto a Chucky, pues aquí ya muestra un poco más su vena de humor negro. Dice aún más palabrotas que antes y la verdad es que sus movimientos están bien hechos.
Es una película mediocre, que en un día tonto con el listón bajo se le puede dar un justito aprobado. Entretenida para echar un rato sin pretensiones, pues claramente la primera estaba mejor.

Esta segunda parte del muñeco asesino es (ligeramente) inferior a la original, pero al mismo tiempo es una decente secuela. Dicha secuela presenta la estructura típica de los slashers.
En primer lugar, el pequeño asesino aumenta su número de víctimas. La mayoría de los personajes son olvidables porque están destinados a morir a manos del muñeco psicópata. Las muertes son algo más grotescas. Salvo el niño y el juguete malvado, el reparto es completamente nuevo. El film da menos miedo que el anterior y el ritmo del visionado es más rápido.
Resumiendo. Esta es la segunda entrega clásica del subgénero. Es posible que sea del agrado de aquellos que echaron en falta en la primera entrega más sangre y más asesinatos. No obstante, para un servidor esta es una propuesta menos aterradora y más rutinaria.

Como no había más para contar, su guionista decidió aprovechar el filón de humor negro en Chucky, que es tal vez lo mejor, ya que en lo demás repite todo el esquema de la primera. A la película la ayuda el ser breve, apenas 80 minutos, los cuales se pasan muy rápido, aunque ya fastidien escuchar a Andy diciendo: Chucky lo hizo, cada 2 minutos.

Realmente esta película está creada con un fin puramente comercial. Si la serie de películas tiene éxito es por lo bien aprovechado que está el personaje para entretener, pero esta película no inspira nada más que entretenimiento barato.

Hay otras similares que cosecharon menos éxito, pero esta es igual de mala, ya que no hay mucho de terror realmente, sino que es más un tipo cabreado que quiere ya matar por matar. Lo mejor que tiene es que cada grosería que dice te hace reír, pero esto no es una película de terror, ni de miedo, es de serie B sin más, solo que con mayor éxito y mayor presupuesto que la mayoría de las de serie B.

Bien es verdad que la primera 'Muñeco diabólico' tenía un final que no invitaba a que hubiese más secuelas, pero claro, a ver como le dices al estudio después del éxito que tuvo que no se hagan más. El caso es que esta primera continuación de unas seis que quedaban por venir no está del todo mal.

A falta de repetir el director Tom Holland y el compositor Joe Renzetti sí que repite el guionista Don Mancini y justamente uno de los co-guionistas de aquella, John Lafia, pasa a la silla de director dando las órdenes a Alex Vincent quien eclipsó en su papel a los actores mayores solo siendo superado por Brad Dourif, quien repite para bien de la salud de la película.

El combo Vincent/Dourif fue el principal responsable de que 'Muñeco diabólico' no fuese una mediocridad o un fracaso y vuelven a dejar constancia de que fueron los actores correctos en esta secuela que no pretende inventar la rueda y cuenta con un libreto simple a la par de efectivo. No llega al nivel de la primera por algún detalle como la falta de Renzetti poniendo la atmósfera musical (sin que esta esté mal, que no lo está), mas se nota que pensaron bien como desarrollar la cinta para que no haga recordar al filme predecesor y sepa valerse por sí mismo.

A pesar de que mayormente es la misma fórmula, consigue salvarse de la quema de forma solvente y no muy lejos de la cinta de 1988.