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El Gran Hotel Budapest

Comedia. Aventuras Gustave H. (Ralph Fiennes), un legendario conserje de un famoso hotel europeo de entreguerras, entabla amistad con Zero Moustafa (Tony Revolori), un joven empleado al que convierte en su protegido. La historia trata sobre el robo y la recuperación de una pintura renacentista de valor incalculable y sobre la batalla que enfrenta a los miembros de una familia por una inmensa fortuna. Como telón de fondo, los levantamientos que ... [+]
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Críticas 283
Críticas ordenadas por utilidad
20 de septiembre de 2016
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Anderson es de los pocos directores que me ha dejado sumamente pensativo, no sólo por su enfermedad simétrica en cada uno de los planos de sus películas, sino en este caso por su extremo cuidado en cada uno de los más nimios detalles estéticos de la película. Te sumerge literalmente en un mundo que debería ser blanco y negro, pero se pinta con los más vivos colores de quien lo ha presenciado y aún lo recuerda; no se trata de una película biográfica, ni de una de esos empalagosos metrajes que al final dicen "basado en la vida real", si quieres ver The Grand Budapest hotel, tienes que verlo a través de los ojos de los geniales directores de la era de oro del cine, tienes que verlo con la óptica de Méliès, Chaplin, y Keaton; a quienes el director con sobradísima intención les hace homenaje, es una película real, con un pie en el surrealismo, es una "comedia seria" que muchos atacan por no conocer ni de comedia ni de seriedad; en fin, es Wes Anderson.

La dirección de la película no tiene manera de ser descrita, pero por decir algún adjetivo, es limpia, cuidada, estilizada, perfecta... ni que hablar de la escenografía, vestuario, luz, cada cosa situada en el tiempo y lugar indicado, es una obra hermosa a la vista y de desarrollo cuidado y estético. Puedes amarla o no entenderla, pero aún así te dejará la sensación de ser ese sujeto agradable y pintorezco que no terminas de comprender.

En cuanto a los personajes, no se podría decir más; un elenco impecable con actuaciones impecables; quizás sea eso lo que moleste a quién esté acostumbrado a trabajos no tan pulcros, pero a un obsesivo como yo le viene como anillo al dedo, es simplemente una película para ver, y ver otra vez, y volver a ver. En cada momento sentirás que la mente del autor y de los directores que homenajea están llenas de más colores de los que podrías imaginar, ¡ojalá Buster Keaton hubiera podido filmar hoy día!
Benjamin Hernandez
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21 de septiembre de 2016
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Gustave H., un legendario conserje de un famoso hotel europeo de entreguerras, entabla amistad con Zero Moustafa, un joven empleado al que convierte en su protegido. La historia trata sobre el robo y la recuperación de una pintura renacentista de valor incalculable y sobre la batalla que enfrenta a los miembros de una familia por una inmensa fortuna. Como telón de fondo, los levantamientos que transformaron Europa durante la primera mitad del siglo XX.

Dirigida por Wes Anderson con su propio guión, este hombre no necesita presentación, prácticamente todas sus películas tienen su estilo personal.

Las películas de Wes Anderson no tienen término medio, pueden encantarte o puedes odiarlas. Yo, y la mayoría, pertenecemos al primer grupo, su estilo visual y su forma de rodar las películas es muy diferente a lo establecido. Sus películas están llenas de colores y grises, le encanta trabajar con ciertos actores que suelen repetirse en sus películas y las tomas se salen de lo convencional.
Sólo en el aspecto técnico y visual la película destaca, pero tenemos una trama detrás. Anderson suele mezclar dramas y tragedias con humor, pero ese humor es ocurrente, sutil, no busca hacer reír busca que el espectador simplemente sonría al resultarle gracioso. La historia que nos cuentan en buena, se acepta para una película de este estilo y resulta lo suficientemente interesante como para mantener el interés.

Anderson nunca descuida el reparto, este da lo mejor de sí, se nota que están cómodos y pueden desarrollarse sin problema. Algunos pueden considerarse incluso cameos, pero aún así absolutamente todos dan un nivel increíble.

Esta película costó 25 M$ y al cierre recaudó 174 M$, con ese coste tan bajo no sé como pudieron rodar esta película tan bien, pero suele pasar en las películas de este señor, que haya recaudado tan bien no es sorpresa y se merece cada $.

Personalmente, me encanta el estilo visual y narrativo de Anderson así como lo que es capaz de conseguir de sus actores. El resto de la película está muy bien trabajado y la trama resulta interesante y ocurrente. Si os gustó Life Aquatic, os encantará esta película, mi nota es un 8.

vaderexpress.blogspot.com
Kaus
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17 de enero de 2017
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Wes Anderson tras Moonrise Kingdom (2012) ofrece la mejor forma de lo que llamamos hoy "gran película de autor": una evocación de las novelas burguesas centroeuropeas de Stefan Zweig con chistes dignos de Tintín y un misterio tontorrón que se verá interrumpido por los serios mares de la Historia.

Menos grosero y más prudente que Tarantino en cuanto se acercan acontecimientos llenos de Horror, esta película es todo lo acostumbrado por el cineasta: planos laterales, actores de lujo disfrazados, el mismo chiste sobre apostillas repetido una y otra vez, bello diseño de producción y nostalgia grandiosa por las formas de vida burguesas marcadas por una gran subjetivazación personal. Por supuesto, la historia es de un primer amor, otra vez, porque en Anderson-landia no cabe el sexo ni los sentimientos adultos: El suyo es un mundo cada vez más restringido a las emociones efímeras y epidérmicas y el paso del tiempo aquí solo puede pasar como prueba de que se fue joven.
Alvy Singer
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9 de febrero de 2017
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El gran hotel Budapest es un hotel inexistente, por lo que se realiza en dos diferentes épocas. Ciertas escenas fueron ambientadas como se hacía en los años 30’ y 60’. Reuniendo tomas en su mayoría de dos ciudades Alemanas.
La ciudad, la pastelería y sus pasteles, el perfume, la línea de valijas; fueron creadas específicamente para el film, junto con las escenas reales técnicas de animación.
La fotografía de Robert Yeoman remontada desde 2007 con Hotel Chevalier y Castello Cavalcanti, para ser perfeccionada a medida que pasan los años, asimilando así detalles perfectos, proponiendo en cada escena un cuadro de arte o una fotografía que interactúa perfectamente con el escenario haciéndolos perfectos y precisos; no hay nada en esta época tan creativo y teatral como los detalles que aporta Wes y que son transformados por Yeoman.
El encuadre de Wes es todo un arte, debemos reconocer que el mérito de esta clase de autores y directores tan personales como Wes; que arriesga y deja volar su imaginación creando historias originales, que nos presenta de diferentes maneras lo que es trasladar una de sus tantas ocurrencias a la pantalla...lo cual hace de una manera espectacular.
Los personajes que hacen parte de la película tienen una vasta conexión entre sí, porque -“la familiaridad le resulta confortable”-Dice Wes. Ya conoce como cada uno de ellos trabaja desde la primera hasta la última producción. Los actores se entregan sin reparo al profesionalismo y genialidad de Wes, por ello el resultado es irresistible.
La música está perfectamente adaptada a cada una de las escenas, generando así las emociones acorde a las situación que se exponen en determinado momento. El guión, es una verdadera obra de arte para comprender las diferentes personalidades, sucesos inesperados y la excentricidad en los escenarios. Esto hace que dicha película sea imprescindible en el bagaje cultural de los espectadores; y por ende es imposible saber lo que va a pasar.
El humor visual es uno de los sellos de identidad y la original mirada en el estilo distintivo del gran Wes; luego de The Royal Tenenbaums, las películas de Wes empezaron a ser mucho más elaboradas, costosas y ambiciosas.
Los rasgos esenciales que conforman la filmografía de Wes, son en unos minutos una fuente de información por cada plano; cada objeto cumple una función en esta película, cada encuadre y cada segundo de la película posee una gran relevancia.
Una película atiborrada de luz, con una paleta pletórica de colores , las imágenes en visión panorámica; generando siempre en el espectador sensaciones abstrusas.
Wes es un grandioso director porque es extremadamente meticuloso, no es convencionalista, no hace películas hace cuentos y tiene un sentido del humor muy particular.
Alisson
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23 de febrero de 2017
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Cuestión de nostalgia, pura y nívea, es lo que atraviesa de principio a fin la narración de esta historia que a su vez atraviesa la vida de tres hombres que a su vez atraviesan tres épocas de la Historia.
Nostalgia como celebración del goce por revivir el tiempo pasado y habitar su burbuja enclaustrada en sí misma, lejos del paso del tiempo...

Nostalgia también como inspiración sublime, y aquí, entre los geométricos y coloridos espacios de este gran Hotel Budapest, dicha inspiración surge de cada esquina y surca la pantalla y el metraje; desde las postales fotocromáticas alpinas y las producciones de Hollywood de los años '30 que aspiraban recrear una Europa pictórica a la evocadora visión de la misma desde el paisaje vienés de las novelas del casi olvidado genio Stefan Zweig y el absurdo del humor inglés de antaño, Wes Anderson se recreó concienzudo, ácido, excéntrico y jovial (bueno, como siempre) en la que fue una de las obras más unánimemente aplaudidas de su carrera.
Perdido en un mar de ideas junto a Hugo Guinness, da con la fórmula unos años después y reúne a un "all-star cast" de altura (difícil destacar a alguno; todos sorprenden) y a un equipo técnico experto para traernos una aventura que deshila las líneas temporales, en una nueva muestra de pericia al sumergirnos en esta Historia inventada por medio de una historia en "flashback". Del libro que abre una joven en el cementerio de Zubrowka al instante en que el autor de dicho libro lo escribe, y de ahí al instante en que al autor le es contada la historia que inspirará dicho libro, y de ahí al protagonista que vivió dicha historia. Digamos que hemos cruzado 80 años en poco menos de diez minutos.

Esta constante de ir hacia atrás, buscar un origen y conceder vida al mito, es una de las claves esenciales del film, cuyo escenario primordial es uno de los hoteles más lujosos y visitados de su nación/país. Utilizando un formato de pantalla 1,37:1 en homenaje al cine de la Edad de Oro, Anderson recrea la majestuosidad del Görlitzer Warenhaus deslizándose por el escenario con sus habituales travellings "kubrickianos", cuidando hasta el más mínimo de los mínimos detalles en cuanto a forma, color, profundidad, simetría, situación espacial con el escenario en sí misma y en su relación con los diversos personajes que lo pueblan.
Personajes propios del descacharrante pero elegante universo del de Houston. Primero Jude Law de juvenil recuerdo del autor y luego un Ralph Fiennes soberbio como Gustave, dueño del hotel afectuoso pero exigente que forma pareja junto a una versión árabe del botones del "slapstick" (Zero), pareja de lealtad, sinceridad, respeto y cariño, muy propia de la comedia clásica, y que pone su finura inglesa al servicio de la rigurosidad de un absurdo que se configura como maestro de ceremonias hasta que lo hace una intriga de ribetes detectivescos, o más bien en parodia "kitsch" del género, de la que ambos pasan a ser resignados protagonistas.

Cosas de Christie, Conan Doyle, Sayers (y, claro, Zweig) pasan por el filtro de Ophüls, Lubitsch y los estudios Ealing (los aires británicos lo envuelven todo, ¿no?) conduciendo a los héroes a un laberíntico embrollo cuando una anciana aristócrata muera envenenada y un cuadro renacentista pase a manos de su amante, que no es otro que Gustave. El inicio de todo un viaje por lugares imposibles que atrapan a dichos personajes en sus posmodernas y bellas geometrías e intensas gradaciones, perfectas para estimular los sentidos y dejar volar la imaginación (no en vano la trama procede una novela que cuenta una historia que cuenta otra historia...).
Otro acierto de la dirección artística y la fotografía, esas tonalidades irán mutando conforme la Historia entra y sale de sus fases más oscuras (destacando el conflicto bélico que a todos afecta (¿otra 2.ª Guerra Mundial?) ); multitud de secundarios a cada cual más loco se une al suspense, entre ellos un abogado excéntrico (Kovacs), un heredero iracundo (Dmitri) y un matón caricaturesco y monstruoso (Jopling), antes de conocer el único y auténtico atisbo de pureza que ilumina el mundo violento y cínico en el cual los personajes se persiguen, matan, traicionan y corrompen, de nombre Agatha.

Ideal del amor romántico, otra "marca de la casa" de su obra, el que nos brinda Anderson, esta confitera interpretada por la preciosa Saoirse Ronan, pero desde el prisma de la tragedia, así resuena en las palabras de un Zero ya anciano cada vez que pronuncia su nombre; en realidad, este romanticismo decimonónico también impregna la historia, desde la amistad entre los protagonistas y el vínculo inquebrantable entre el hotel y su dueño, fatalidad que se expresa en su forma más intensa cuando alcanza a las parejas de enamorados (tanto la de Agatha y Zero como la de Gustave y la anciana aristócrata).
Fatalidad por la ineludible pérdida, el recuerdo amargo y la nostalgia afligida es lo único que queda tras tanta situación disparatada, emocionante aventura, violencia de tebeo, diálogos cargados de negra socarronería, individuos alocados y un clímax en el hotel que alcanza unas cotas de surrealismo impredecibles. Pero tal vez el mejor tramo del argumento, presentado en forma de capítulos que respetan la lógica novelesca, esté situado en esa prisión inexpugnable de donde Gustave ha de escapar; a la fuga y la posterior huida junto al botones la guían la pura aventura, aun así envuelta de melancolía y oscuridad, hasta que por fin volvemos a los coloridos muros del hotel...

Un mundo interior de ensueño al cual siempre se agradece volver, alejado de cualquier realidad exterior llena de tipejos brutales, intrigas retorcidas y guerras sin sentido.
Otro de esos huecos únicos de Anderson, sin embargo puede que el más cálido y entrañable que haya creado, encerrado en su eterna juventud y magnificencia a pesar del paso del tiempo. Gracias a él gozó de una recaudación inmejorable en taquilla, los elogios de la crítica y los premios de la Academia...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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