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Los aristogatos

Animación. Musical. Infantil Año 1910. En París, una anciana millonaria y excéntrica lleva una vida feliz con sus gatos en su enorme mansión, con la única ayuda de su fiel mayordomo Edgar. Allí, la gatita Duquesa vive con sus tres traviesos cachorros, sin saber que Edgar planea acabar con todos los gatos para convertirse en el único heredero de la enorme fortuna de la anciana, Madame Bonfamille. Con este propósito, los abandona en un lugar remoto, pero quiere la ... [+]
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
29 de enero de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta era la única película en VHS que tenía en la infancia, y creo que ni siquiera era original. Ahora que lo pienso tuve mucha suerte que fuera esta y no otra. No tengo idea de cuántas veces la habré visto, pero no las suficientes para llegar a aburrirme.
La película tiene sus momentos memorables, unos personajes simpáticos y una música que acompaña bien: hasta el sonido de los zapatos y la moto con sidecar del mayordomo tienen su gracia.

Partiendo de una idea que es básicamente una cursilería (los gatos recibirán la herencia de Madame y el mayordomo al enterarse los abandona lejos de París), empieza un viaje de vuelta a casa que estos 4 gatos pijos harán con Thomas O'Malley, un gato callejero.
Es una bonita fábula donde cada uno de los animales tiene un carisma y un papel especial: el ratón, la yegua, las ocas y su tío borracho, los perros, los amigos jazzeros de Thomas O'Malley.. todas las razas se amigan y bailan al son de la música (hasta la pedante de la aristomadre baila "el gato jazz").
pia
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23 de marzo de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En su época más clásica, Disney abanderó una serie de películas con unas pautas muy marcadas.
A saber, las que nos mostraban el mundo de los animales desde su punto de vista, pleno de colorido y música, ajeno a las miradas quiénes los considerábamos simples animales de compañía. Ahí quedan el romance de una dama y un vagabundo, o bien la travesía de unos canes manchados de vuelta al hogar, como grandes referencias de aventuras inolvidables.
Esta vez, sin embargo, la cosa va de gatos, en apariencia más desapegados, pero revelados aquí como unos unos sibaritas y apasionados de lo suyo.

'Los Aristogatos' hace gala de un espíritu juguetón y poco o nada dramático, contando incluso con un villano patéticamente cómico, pero lo que podría ser un problema pronto se revela un rasgo de estilo: la canción de Maurice Chevalier en sus créditos es la más sincera carta de amor que a algún felino se haya hecho.
Esta historia parece que no quiere reinventar la rueda ni arrojar algún poso de reflexión, solo quiere pasárselo bien en la recreación del lujoso mundo de Duquesa y su camada de gatitos, que disfrutan de las comodidades que su dueña dispone para ellos. Los minutos iniciales en los que conocemos su rutina diaria casi son más bien una celebración de las formas animales animadas, sin ninguna intención de que temamos su desaparición a manos de un mayordomo taimado.
Pero no se confunde fuegos de artificio por distracciones infantiles: es decir, no estamos mirando un llavero que da vueltas, como si de un bebé ensimismado se tratara. Más bien es un despliegue de buen gusto y posibilidades cómicas, viendo a los gatitos retratar abstractamente a su mayordomo y tocando el piano con maestría, cualidades humanas que nos pasan desapercibidas por considerarlos ya seres racionales.

Su aventura por las calles de París llegará algo más tarde, donde se toparán con el encantador Thomas O'Malley, el perfecto icono de esa forma de vivir, bohemia pero elegante, que parece respirar la propia ciudad, y de la que Duquesa y sus cachorros se empaparán en su camino de vuelta.
Es ahí donde respira este relato, a merced de unos personajes variopintos y quizá de moralidad cuestionable, pero profundamente orgullosos de su forma de ser, conscientes de ser quizá los únicos que se atreven a llevarlo. Lejos de mantas bordadas en espaciosas camas, O'Malley y sus compañeros reivindican la libertad de recorrer los tejados de la noche, vivir el momento y sentir la música recorriendo tus venas.
El inolvidable 'Todos Quieren ser un Gato Jazz' no es solo una divertida y surrealista secuencia, también es una canción que expresa de la mejor manera ese deseo agazapado de vivir una vida de verdad, excesiva y ruidosa, pero quizá más sincera que una existencia entre algodones. Los gatos bailando y tocando hasta el amanecer, con los instrumentos casi destrozados, son la viva imagen de esa libertad que da el ser diferente.

Incluso, sorpresa, queda espacio para lo interesante que suele suceder entre los restos de la fiesta, en una conversación inusualmente sincera entre O'Malley y Duquesa.
La luna fecunda es testigo de sus dudas y sus diferencias, solapadas por la intensidad de la música, pero dispuestas a ser superadas en el gesto sutil de sus colas entrelazándose: los ojos inabarcables y fascinantes de Duquesa probablemente hayan tenido algo que ver en la decisión del gato arrabalero, lo que deja claro que Disney es casi siempre mejor cuando bordea ciertos temas con una necesaria capa adulta.
Lo que en principio era solo diversión es capaz de ser algo más, en la quietud de un tejado de París.

Echando un vistazo, por su tono poco serio, podría pensarse que esta es una menor adición a ese canon clásico de aventuras en cuatro patas.
Pero puede ser porque se pase por alto la diferente y encantadora mirada a París que muestra a través de sus animales.
Charles
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30 de noviembre de 2016
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas más flojas de la factoría Disney, que quizá haya dejado huella (y puede seguir dejando) a quienes la han visto (o la vean) por primera vez siendo niños, que a día de hoy adolece de falta de coherencia y originalidad tanto en su historia como en sus personajes.

Eso sí, goza de muy buen ritmo en su presentación y sobre todo en su musical epílogo, pero el caótico núcleo de la aventura y los secundarios que acompañan a sus protagonistas no están a la altura de lo que uno esperaría de esta mítica productora animada. Un clásico entrañable meramente ameno con un par de escenas salvables que deja constancia de que para lograr la perfección a veces hay que hacer algunas pruebas más discretas.

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Cine de Patio
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31 de agosto de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una noble millonaria decide dejar todo en herencia a sus mimados gatos que son lo que más quiere en esta vida... pero el mayordomo se entera y decide echar a esos cursilonis aristogatos a la dura calle. El resto de la historia ya se la puede uno imaginar: una simple pero divertida aventura con encuentros con animales callejeros, huídas, rescates, nuevas amistades, luchas contra el malvado, reencuentros, etc.

Esta película es muy simpática en todo momento, resulta muy entretenida y rápida en su desarrollo (dura poco más de una hora) y a veces incluso es enormemente divertida, tiene un ritmo bastante ágil e incluso algo frenético en algunos desternillantes gags de humor físico (lo mejor de la cinta), sus personajes tienen un mínimo de ternura, carisma o juerga, es el primer largometraje animado infantil protagonizado por gatos (de ahí que sea tan recordado) y su animación es añeja pero bonita y entrañable.

... Pero las comparaciones dentro de Disney siempre se dan y en este caso son odiosas y un lastre. Se nota que esta vez Disney opta por una obra con un desarrollo en la historia muy infantil, simple y previsible (pero con un gran sentido del humor... su mejor baza de la que hablaré más adelante). Simplemente se limita a contar una historia rápida y sencilla para niños sin tanta magia como otras obras de Disney. No hay demasiado tiempo empleado para una cimentación profunda de sus personajes o de un desarrollo memorable de su relato (no tiene la reflexión de "Peter Pan", ni la gran combinación hechizante de "El Rey León", ni el dramatismo de "Bambi", ni la magia y ácidez de "Mary Poppins"). La animación, aun siendo bonita, nunca es algo fascinante (como por ejemplo en "La Bella y Bestia" o "Blancanieves y los 7 enananitos"). Algunos de sus personajes se quedan a medio camino en su construcción, el villano como mucho infundirá una risa muy leve pero nunca miedo o divertida agudeza, sus protagonistas a veces son demasiado cursilonis, su música es linda pero no memorable y el relato peca de una excesiva insignificancia.

Pero aun así es un buen entretenimiento infantil... y muy rescatable también para un público adulto gracias a un colorido número musical de jazz y a sus puntos de parranda y humor inteligente e ingenioso que se da con mucha frecuencia (nunca he visto en ninguna otra película unos gags físicos de "perro persigue al señor" o "gato persigue al ratón" tan complejos, tronchantes y bien desarrollados. Y tampoco he visto a una combinación tan salada de secundarios ocurrentes (no hay ratón más gracioso a la par que tierno que Roquefort y no hay ganso tan descarado como el tío Waldo)).

En fin. Un buen rato se pasa.

Lo mejor:...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Spark
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13 de septiembre de 2008
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre Disney nos sorprende con sus historias y la manera en como las adapta a cualquier animal. Cargados de Jazz, los protagonistas de este film correrán una ventura singular donde romance, acción y dulzura nos entretendrán, sobre todo a los amantes de los felinos.
La canción "Lovecats" de la banda británica The Cure, fue inspirada en esta película.
olimpo
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