Haz click aquí para copiar la URL

Ana de los mil días

Drama Enrique VIII de Inglaterra (1509-1547), casado con Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos, se encapricha de Ana Bolena, una dama de la Corte, y decide casarse con ella. Pero, como el Papa no accede a concederle el divorcio, rompe con la Iglesia de Roma y crea la Iglesia Anglicana (Acta de Supremacía de 1534), convirtiéndose así en la suprema autoridad eclesiástica de Inglaterra. Años después, el rey acusa a Ana de alta traición ... [+]
<< 1 2 3
Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
1 de abril de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La apasionante y trágica historia de amor y odio, entre Anne Boleyn y Henry VIII, ha sido llevada al cine en numerosas ocasiones, pero, entre las que he visto y mejor recuerdo, está la dirigida por Ernst Lubitsch (“Anna Boleyn”, 1920) y sobre todo, “A Man for all Seasons” (1966), dirigida con total brillantez por Fred Zinnemann, aunque, en ésta, el personaje central es el gran escritor, político, teólogo y humanista, Thomas More.

Y continúa siendo tan interesante y aleccionador este gran choque de caracteres: Anne, desdeñosa, fuerte, con claros y ambiciosos propósitos… pero, inevitablemente atraída por el monarca inglés; y Henry VIII, prepotente, misógino y cruel, pero, irremisiblemente enamorado de la joven doncella que, de nuevo, el cine vuelve a revivirla para complacer a las nuevas generaciones.

El celebrado dramaturgo estadounidense, Maxwell Anderson (1888-1959), había obtenido un alto reconocimiento con tres obras sobre la familia Tudor que gobernara en Inglaterra, Gales e Irlanda entre 1485 y 1603: “Elizabeth the Queen”, llevada al cine con gran acierto por Michael Curtiz; “Mary of Scotland”, que, tras haber sido un notable éxito en Broadway, la versión cinematográfica que estuviera en manos de John Ford, fue apenas interesante… y “Anne of the Thousand Days” (1948), otro gran éxito en los escenarios, interpretada por Rex Harrison y Joyce Redman, pero, la única que, por sus liberales y escuetos planteamientos, tardaría un par de décadas para ser llevada al cine.

Adaptada al cine por Bridget Boland, John Hale y Richard Sokolove, la dirección a cargo de Charles Jarrott (director proveniente de la televisión), resultó plenamente afortunada, pues, a favor que la obra de Maxwell se defiende sola con su excelente manejo de las situaciones y los exquisitos diálogos, Jarrott le añade una sobresaliente puesta en escena, una virtuosa banda sonora, una edición rigurosa, un magnífico vestuario que merecería el Oscar… y unas actuaciones donde cada quien está en lo suyo de una manera impecable.

La canadiense, Geneviève Bujold, resulta maravillosa contrastando su frágil figura con un carácter que se lo merecería cualquier mujer y dejando bien claro que, mantenerse en decidida reserva hasta no haber pasado por el altar (o a punto de hacerlo), es una de las formas seguras de comprobar la sinceridad del amor de un hombre… aunque éste sea tan voluble y egocéntrico como Henry VIII. Richard Burton, mucho más apuesto que el verdadero rey, pero, con el mismo carácter que motivaría aquellas tragedias que ensombrecieron por años el solio de Inglaterra. John Colicos (Thomas Cromwell), un primer ministro tan ecuánime como capaz de animar las más terribles decisiones, siempre que sirvan para preservar el statu quo. Anthony Quayle (el Cardenal Wolsey), el prototipo de hombre de iglesia con más poder del que debería tener; e Irene Papas, la triste Catalina de Aragón a quien el rey utilizó e irrespetó en su habitual abuso de poder.

145 minutos que pasan volando, pues, Charles Jarrott se ha asegurado de no dejar ni un solo cabo suelto y la fuerza de los personajes te atrapa irremisiblemente.

“ANA DE LOS MIL DÍAS”, es una gran película.
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
31 de enero de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente película que vi por casualidad el otro día en un canal minoritario de la tdt, etá claro que en los canales mayoritarios solamente ponen medianías que te han puesto ya 20 veces sin exagerar.Tuvo 10 nominaciones a los oscar aunque solo se llevó uno y de los secundarios, bueno, es que competía con midnight cowboy nada menos.
Richard Burton está fenomenal dando vida al impulsivo y lujurioso enrique VIII. A la pobre Catalina de Aragón no se la hace justicia pues aIrene Papas la sacan muy morena incluso con un poco de bigotillo, cuando en realidad Catalina era de pelo castaño rojizo.
javiagudin
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
15 de septiembre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película histórica que nos retrata la el romance compulsivo que tuvo el rey Enrique VIII con Ana Bolena, y que acabó con la ruptura del Inglaterra con la iglesia, y con la división del país entre los que apoyaban a la antigua esposa del rey (Catalina de Aragón) y los que apoyaban a esta nueva.
Charles Jarrott dirige muy bien este film presentando de un modo cómodo este hecho histórico de gran complejidad que marcó un punto de inflexión en este país. Un momento que dirigió al país hacia una nueva religión y hacia un futuro heredero de la corona que no estaba claro.
Y es que esta historia era fácil de que cayera hacia una trama aburrida en lo que a narración histórica se refiere; o centrándose en unos hechos románticos palaciegos que son importantes pero no imprescindibles. Pero como decía, el director utiliza un enfoque muy interesante y hace que el espectador sea testigo de estos años convulsos, y comprenda perfectamente estos movimientos legales de gran complejidad; gracias a que observa lo que ocurre fuera y dentro del palacio, y los papeles de la iglesia y los jueces.
El film convence. Uno se engancha desde el minuto uno y no desconecta hasta el final; aunque desde el principio se sepa el desenlace ya que la historia es famosa y estudiada por todo el mundo.
Grandes actores forman parte de este magistral reparto. El gran Richard Burton es el encargado de dar vida al soberbio Enrique VIII. Un hombre que manejaba su país dependiendo de la mujer con la que estaba casado, y que cambiaba de esposa con gran normalidad. Su trabajo es fantástico, y su personaje derrocha fuerza y temperamento haciendo que uno lo tema desde el sofá de su casa.
Por otro lado Geneviève Bujold da vida a esa joven Ana Bolena que evoluciona de manera magistral conforme avanza el metraje. Por un lado empieza como una joven inocente que no quiere saber nada del rey, y que cuando conoce el poder se transforma para ser una mujer deseosa de ser reina y de que sus hijos hereden el trono de Inglaterra por delante de los otros hijos del rey.
Por último la siempre fantástica Irene Papas da vida a la española Catalina de Aragón. Una mujer extremadamente religiosa que se ve apartada de su marido Enrique VIII porque se ha encaprichado de la joven Ana. Ella intentará luchar por su puesto de reina, y porque su hija sea la heredera al trono, y no una hija bastarda como intenta la nueva amante del rey.
En fin, "Ana de los mil días" es una película que he visto varias veces y que siempre la he disfrutado. Una película que convence y con la que aparte de entretener, enseña muy bien y sencillamente un hecho histórico crucial para Inglaterra que le marcaría para su futuro.
icaro_81
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
31 de diciembre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ana de los mil días se distingue de otras películas sobre Enrique VIII porque, además de fascinada por la personalidad contradictoria del soberano, da protagonismo a la también contradictoria Ana Bolena y trata de equilibrar la divulgación histórica (con lo que personajes de la Corte como Wolsey, Cromwell o Norfolk tienen también gran importancia) con el drama sentimental.
La película parte, con buen criterio, de dar por sentado que el espectador conoce su desenlace: comienza con Enrique a punto de firmar la orden de ejecución de Ana Bolena y el resto es un largo flashback que explica la historia de amor y de desamor ( o de renuncia al amor, porque la tragedia de Enrique es ser un hombre que se busca pretextos políticos para eliminar a sus amigos y a sus esposas).
Si Enrique es un personaje complejo, también lo es Ana Bolena que, por una parte, en principio le odia por haberla obligado a anular el matrimonio con el joven al que estaba prometida y luego acaba queriéndole y, por otra, va "contaminándose" de la mentalidad y los usos de Enrique y exigiendo ella misma que rueden las cabezas de sus enemigos. Esa tensión entre contrarios y, sobretodo, entre los propios sentimientos e intereses de los protagonistas dan dimensión dramática al espectáculo de decorados y vestuarios y a la lección de historia de Inglaterra.

Francisco Marinero
SergioRoiz
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
4 de octubre de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Famosas son las "hazañas" matrimoniales de Enrique VIII y su predilección por la decapitación, aunque en realidad sólo dos de sus seis esposas recibieron tal distinción. Ana de los mil días se centra en el encoñamiento de Enrique por Ana Bolena, circunstancia que precipitará toda una serie de acontecimientos trascendentales para la historia de Inglaterra, y por ende de Europa: la ruptura con la iglesia católica, el nombramiento de Enrique como cabeza de la nueva iglesia escindida, la anglicana, y toda una serie de ejecuciones de personajes valiosos, como Thomas More y otros que pasaban por allí. Se trata de la clásica producción británica correcta en todos los apartados, agradable de ver, y que se olvida después del visionado. Los acontecimientos históricos están convenientemente manipulados en la obra teatral de Maxwell Anderson que da pie a la película, con el fin de que el espectador medio se haga una idea de lo que se cocía por aquellos lares. Georges Delerue aporta una suntuosa banda sonora inspirada en la música de la época, el veterano Arthur Ibbetson ofrece una fotografía preciosista que recrea ilustraciones del período, y Charles Jarrott, curtido en la televisión, orquesta el proyecto con medida perfección. Capítulo aparte merece la interpretación. Richard Burton... No se lo toma en serio, la verdad, en contraste con el impulso y la entrega de una jovencísima Geneviève Bujold. El marido de Elizabeth Taylor (que hace un cameo tras una máscara, tras aparecer en el rodaje para vigilar si a Burton se le iban las manos con su pareja cinematográfica) deambula por la función, recita sin convicción sus parlamentos y está, en definitiva, desaparecido en combate. Es Anthony Quayle, encarnando al cardenal Wolsey, y John Colicos, en su composición del repugnante Thomas Cromwell, quienes se llevan el gato al agua. Ideal para domingos por la tarde sin nada mejor que hacer.
Eduardo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow