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Al borde del peligro

Cine negro. Intriga Marx Dixon (Dana Andrews) es un conflictivo policía marcado por el fuerte carácter de su padre. En el transcurso de una investigación, hiere de muerte a un sospechoso y oculta el crimen. Un taxista (Tom Tully) es acusado como presunto autor del asesinato. Y, mientras tanto, Mark se enamora de su bella hija (Gene Tierney). (FILMAFFINITY)
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Críticas 37
Críticas ordenadas por utilidad
22 de septiembre de 2013
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un policía violento ya que su padre era un mafioso. Una mujer que no es de este planeta. Unos taxis que van al puerto a dejar un cadáver. Un padre taxista que mataría al novio de su hija. Un jefe de policía que tiene la misma cara que Karl Malden. El que era o fue el marido de Bette Davis. Una mujer entrada en años que no distingue a nadie a no ser que la saluden. Y la tirita. Todo esto y mucho más pasa en la que siempre ha sido la mejor película de Otto Preminger y una de las gemas del género.
The Best Guitarist Ever (USUARIO BLOQUEADO)
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2 de noviembre de 2019
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡¡¡Que decir de esta joya del maestro Otto Preminger!!!.
Estamos ante una excelente película, ejemplo de cómo se debe hacer un buen "FILM-NOIR", (NEGRO), para conocedores y admiradores de este género.
Tiene por cierto en el protagonista, un durísimo policía interpretado por Dana Andrews una clara influencia en nada más y nada menos que en el mítico ¡Harry el Sucio!, de Don Siegel, realizada muchos años después.
El maestro Otto Preminger con un excelente guión del gran Ben Hecht, un elenco protagonista sensacional y un equipo técnico espléndido, nos da una película con una tremenda historia sobre la fatalidad, la redención, los bajos fondos, y más factores eternos en el ser humano en general .
Nos impresiona, enseña valores humanos en general y cómo gran filme, vemos de un tirón, dejándonos un regusto de auténtica admiración, cómo cuando vemos una gran obra de arte de cualquier tipo...
camegcat
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20 de julio de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es posible que aun esté obnubilado y confundido por la fascinante presencia de la perfecta cara de Gene Tierney, en esos primeros planos que hipnotizan y perturban a partes iguales. Es difícil imaginar que pueda existir una cara tan perfecta, tan expresiva, y resulta increíble comprobar que no es un sueño, o tal vez lo fue y por eso resulta tan fascinante. A su lado otra estrella, Dana Andrews, actor por entonces totalmente consagrado que había participado ya en excelentes producciones, y especialmente reconocido por LAURA con la misma compañera de reparto y del mismo director. Un Otto Preminger, autor de un puñado de películas extraordinarias, entre las que sin duda se encuentra esta.
Pero la película es más que dos estrellas dirigidas por uno de los grandes, mucho más que eso. Como ejemplo baste decir que Tierney aparece en las primeras secuencias, y después no vuelve hasta pasados al menos veinte minutos y la película lo soporta. Es la puesta en escena, la fotografía, el guión, la dualidad del bien y el mal que parece pueden convivir en la misma persona, y una historia perfectamente planificada, con una tensión que va creciendo, un interés que va aumentando, muchas escenas que conmueven, emocionan, y que sin caer jamás en la sensiblería, hacen inevitable que alguna lágrima resbale, quiero pensar que incluso, por la mejilla del espectador más duro.
Como apasionado de ese género que llamamos cine negro, supuso para mí una gratísima sorpresa, disfruté con ella a fondo, note eso que solo se siente con determinadas películas, me abandoné al deleite sin cortapisas, al goce sin barreras, se me hizo tan breve que me pareció un suspiro. Está sin duda al borde de la perfección, y si no se mete de lleno en ella, es por su final que aun siendo excelente, tal y como venía la trama, podía haber alcanzado el cenit.
picais
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23 de septiembre de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otto Preminger es conocido en la historia del cine por su magnífica película Laura, rodada en el 1944. Sin embargo, el director de origen Alemán no se quedo estancado, y en estos últimos años su figura ha sido dignificada como merece, y es que además de rodar una obra maestra del cine negro como la ya citada, en su haber encontramos también películas como Anatomía de un Asesinato (1959) o la que nos ocupa a continuación, rodada nueve años antes, Al borde del peligro.

Es cierto que la película tiene muchas relaciones con Laura, pero no debe verse al borde del peligro, como un simple apéndice de aquella película, sino que la obra mantiene una propia singularidad que la hace brillar como una de las películas más originales del cine negro, así como una de las más minusvaloradas.

Y es que tipos duros en el cine negro ha habido siempre, y forman una constante inevitable de aquel cine, pero el argumento de la película de Preminger nos propone cambios y diferencias que valen la pena remarcar. Nuestro protagonista principal es un policía, pero no uno cualquiera, sino un tipo muy personal, interpretado por Dana Andrews (al igual que en Laura, Preminger repite su pareja protagonista, con Gene Tierney y Dana Andrews). Dana Andrews nos recuerda en su interpretación a personajes que se tratarían con muchos años de posterioridad en el cine, como Harry el sucio de Don Siegel y en las sagas posteriores de dicho policía, que interpretaba de manera mítica Clint Eastwood. Y es que la justicia que propone el film es un tema controvertido, y se muestra un mundo donde muchas veces esta fracasa por la incompetencia de unos policías que deben tener cuidado con la ley, respetando de manera ciega los largos procesos que esta tiene. Dana Andrews representa precisamente un hombre que se deja llevar totalmente por su ira, y que no tiene reparos en quebrantar la ley si de esta manera es capaz de cumplir su propio precepto de justicia. Así pues, a diferencia de otros personajes principales que si es cierto que se pasan de duros (sólo tenemos que recordar los papeles de Humphrey Bogart) nos encontramos con un protagonista que directamente la incumple. De hecho, el eje motor de la película es precisamente un ocultamiento de asesinato (involuntario) que nuestro personaje comete.

En esta ambigüedad moral es donde reside realmente todo el valor de la película. Las líneas de la maldad y de la moral quedan diluidas en una película que utiliza de manera muy inteligente sus recursos y sus personajes. El espectador no sabe exactamente qué actitud tomar ante su personaje protagonista, porque si por una parte siente compasión por él (en la parte final de la película se revela que su padre trabajó para el asesino que intenta encarcelar constantemente, con lo que finalmente llegamos a entender la manía y la obsesión que siente) y sentimos pena por un hombre que se siente sólo y en cierta medida maltratado por la vida, también nos repelen sus formas y su actitud violenta hacia los criminales.

Es más que significativo el final, que pone broche al discurso que la película ha ido generando durante todo su metraje. Dana Andrews tiene la oportunidad de cargarle el muerto a un criminal, con lo que la historia acabaría y su acto no pasaría a la luz. En ese momento la cámara casi congela su rostro y el espectador llega a ver todo lo que está pasando por su cabeza en esos precisos momentos. También el espectador sufre con él, porque no sé decide al igual que nuestro protagonista si por decir la verdad o callarse la mentira. Al igual que una de las secuencias de la célebre película del Violinista en el tejado (1971), el rostro de nuestro protagonista se queda absolutamente congelado, en espera de una respuesta.

Por supuesto, la pareja de actores cumple de manera sobrada el papel. Sí Dana Andrews representa el papel de personaje humillado y cerrando en sí mismo por todas las heridas que le ha causado la vida, el papel de Gene Tierney representa justamente el contrario, ofreciendo una cara amable que sirve como contrapunto, no sólo ya para el sustento sentimental de Dana Andrews, sino también como contrapunto a la película.

Preminger realiza además una dirección que resulta muy eficiente. Para la memoria quedarán los contraplanos muy agresivos con los que decide rodar muchas de las conversaciones a rojo vivo entre el propio sector de la policía, así como uno de los pocos claroscuros que muestra la película, en el momento en que uno de los sospechosos es detenido y se presenta su interrogación. La cámara encuadra magistralmente a la cabeza de los dos personajes en un rango de jerarquización (la cabeza del policía por delante) mientras la oscuridad rodea parte de sus caras.

Al borde del abismo es una película muy singular. Se aleja de los estereotipos en muchos momentos para formar una película que tiene una idiosincrasia muy personal y que la aleja de otras películas del cine negro.
Kyrios
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21 de noviembre de 2015
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se centra en Mark Dixon (Dana Andrews), detective de la policía de un carácter fuerte y problemático en sus labores. Durante la investigación rutinaria de un asesinato en una lugar de apuestas clandestinas, Dixon mata sin querer a uno de los sospechosos en su casa, por su reputación prefiere ocultar su crimen y echarle la culpa de las dos muertes a Scalise (Gary Merrill), un mafioso con el que tiene ciertos problemas desde tiempo atrás.

El filme está basado en la novela Night Cry del escritor William L. Stuart, cuenta con guion de Ben Hecht y dirección de Otto Preminger. Una gran muestra de cine negro donde todos los elementos encajan a la perfección, una historia muy bien manejada que envuelve al espectador desde los primeros minutos, las distintas aristas se van hilvanando con un ritmo preciso, un trabajo de guion sin duda muy completo para una trama que se vuelve sumamente atractiva.

Sobra decir que se está ante una obra muy completa, que da gusto verla y apreciarla por lo bien hecha que está, visualmente es atractiva y la elegante dirección de Preminger se disfruta al máximo. Así mismo, argumentalmente cuenta con momentos de mucho suspenso, otros de mucha acción y otros más sentimentales, además que como es propio del género, un romance manejado exquisitamente.

La fotografía en blanco y negro a cargo de Joseph LaShelle no demerita en lo absoluto la propuesta, por el contrario la refuerza, para un film que se llena de esa aura que su género le exige, múltiples escenas de noche, tanto en exteriores como interiores, luces y sombras, secuencias dentro de automóviles, etc. Una labor muy cuidada que resulta perfecta.

Algo que llama la atención de Where the Sidewalk Ends es lo bien que ha envejecido, más de seis décadas desde su estreno y aún cumple a cabalidad con lo que presenta, resulta creíble e incluso actual. Algo que refuerza aún más su buen desarrollo es lo bien interpretada que está por parte de todo el elenco, desde el protagonista Dana Andrews hasta su contraparte femenina Gene Tierney, pasando por Tom Tully, Gary Merrill y Bert Freed. Una película sobresaliente.
10P24H
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