Mi hijo

El niño, comienza a tener síntomas, visibles, como por ejemplo dejar de comer o bien un eczema en la rodilla. La madre pretende hacerse la cómplice del síntoma del niño, como si fuera algo entre ella y él. De hecho es así, los hijos suelen tener los síntomas que a los padres les molesta. En este caso, la madre que cocina para él, sin importarle su otra hija y el resto de la familia, el niño reacciona no comiendo, de igual forma con problemas en el colegio (afectando la imagen de familia de clase media, preocupada por el ideal burgués).

Curiosamente, la madre incluso se hace cómplice al síntoma de su hijo: ofreciéndole bombones, permaneciendo el plato de comida de forma intacta. La misma complicidad que pretende al enseñar al niño a mentir. Esa mentira que le ha servido a ella para dominar a los demás a jugar con su marido y con la gente de su entorno. Quiere que sea un buen alumno de las enseñanzas de su madre.

En esta lucha del niño por no ser finalmente digerido por la madre, en la medida que se intenta revelar, fugándose de casa o bien comprándose una chaqueta de segunda mano, se le va cerrando el círculo, quedándose cada vez más solo en esta lucha, la situación es tan asfixiante que todos salen pitando como pueden, la hermana se va al campus a estudiar, y el padre ya hace tiempo que no está presente. Al punto que se plantea matarla, la encara con la pistola, pero la madre segura de que esa pelea la gana, finalmente consigue que el hijo deponga el arma. Aun así la situación se tensa y termina por apuñalarla (jugada maestra de la madre).

Afortunadamente como dice la voz en off de la hermana, la madre se salvó, pero finalmente consigue la buena digestión de su hijo. Para un niño de la edad de Julian, no puede sentir otra cosa que culpa por haber intentado matar a su madre. De alguna forma tiene que justificar el comportamiento de la madre, al fin y al cabo se trata de un amor mal entendido pero al fin y al cabo amor. La escena final lo dice todo, el niño ha sido domesticado por la madre. Se les ve felices bailando como al comienzo de la película Julian.

¡La culpa del niño ha permitido a la madre ganar la batalla!

a película describe muy bien esta relación a veces enfermiza de una madre frustrada para con su hijo, donde vuelca en este un amor enfermizo, pero esto por si solo no ocurre, detrás SIEMPRE hay un padre que no existe, un padre cómplice, e incluso una sociedad cómplice. Cuando el intento de suicidio de Julián, la policía no se da cuenta siquiera de que la habitación del niño estaba cerrada, a veces no se ve lo obvio.
 
Muchas veces de estos juegos más bien son las nueras las que se percatan. No obstante si miramos atentamente veremos muchas veces paseando por la calle a una viejita de la mano de su hijo, peinado a la antigua, muchas veces gordito, ya que solo puede tener la libido en el placer oral de comer.