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I... como Ícaro

Thriller Un fiscal investiga la clave del funcionamiento de una organización secreta que ha acabado con la vida de un jefe de Estado. Un film basado en el asesinato de John Fitzgerald Kennedy y la posterior investigación del magnicidio. (FILMAFFINITY)
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
15 de enero de 2011
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
A muchos les costará reconocerlo, pero lo cierto es que esa inquietante sensación de que el "enemigo" no es un agente externo sino interno, de que los verdaderos poderes permanecen en la sombra o parapetados tras un velo de apariencias, y de que el rumbo de los Estados es decidido desde pequeños ámbitos, resulta enormemente atractiva y seductora. Tal vez ello se deba a que una de las cualidades humanas es preguntarse acerca de todo, cuestionarse las propias certezas, o simplemente que en nuestro interior se alberga aún cierta inclinación por lo oculto y misterioso.

En todo caso, el cine ha sabido explotar hábilmente esta debilidad, y ya desde la década de los sesenta, en el marco enrarecido de la guerra fría, incrementado aún más tras el asesinato de Kennedy, alumbró un nuevo acercamiento a la realidad política y el poder, ahora "contaminado" por las características propias del thriller y del género de espionaje. Así, desde EE UU llegarían las películas de Frankenheimer, como "Siete días de mayo" o "The manchurian candidate", que tendrían continuidad en la década de los setenta de la mano de Pakula ("The parallax view", "Todos los hombres del presidente") o Pollack; en Europa, el cine político italiano de Rosi ya había indagado por este camino, que sería retomado poco después por directores como Costa-Gavras.

Fruto de todas estas inquietudes y experiencias previas, la película que nos ocupa constituye un notable ejemplo a seguir; partiendo de un magnicidio claramente inspirado en el de kennedy (que ya había sido abordado en clave de conspiración en la interesante "Acción ejecutiva", de David Miller), relata la investigación que un fiscal, disconforme con la versión oficial (aportada por un comité que viene a ser una copia de la comisión Warren), emprende para esclarecer la verdad de los hechos. El filme, al igual que en "Todos los hombres del presidente", de Pakula, rehúye la acción, que sólo tiene espacio al principio, cuando se nos muestra el atentado con imágenes que nos resultan ya de lo más familiares. El resto del metraje se caracteriza por cierta frialdad y desnudez, bien sugerida desde la soledad del protagonista, que resulta realzada por la elección de localizaciones (edificios de oficinas impersonales, calles desoladas) y por una fotografía que en exteriores opta por la noche (frialdad de nuevo) y en interiores por la tétrica y funcionarial iluminación de las oficinas.

Con una buena interpretación de Montand, un correcto guión, y la siempre estimulante música de Morricone, la película avanza reposadamente desgranando los pasos de la investigación, y aunque cada vez se nos revelan mayores pistas y averigüaciones, al final del filme, y al igual que le ocurre al protagonista, seguimos sin poder conocer la verdad última, sin tener ninguna certeza, y esto es un gran acierto, pues el encanto de estas historias consiste, precisamente, en que nunca agotan su misterio.
Quatermain80
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16 de septiembre de 2011
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dentro del género político frecuentado por Costa Gavras, esta película es una pequeña joya bastante desconocida, aún contando con Yves Montad como actor y con Ennio Morricone a cargo de la banda sonora. En ella se nos narra el asesinato de un presidente ficticio en un país imaginario, pero todos los detalles nos llevan a John F. Kennedy. El desarrollo se centra en la investigación de un miembro del poder judicial en desacuerdo con la tesis oficial. Todo está contado con gran sobriedad, pero con ritmo mantenido y gran funcionalidad. En medio de la película aparece la escenificación de un esperimento realizado en los primeros 60 en EE.UU. sobre la capacidad de reacción humana ante un deber impuesto. Casi es un film dentro del film, pero resulta interesante para el desarrollo del mensaje. Buenas interpretaciones y puesta en escena apropiada y sin las alharacas de las superproducciones tipo JFK.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Fuman2
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27 de abril de 2010
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Thriller francés, de H. Verneuil, que cuenta sobre la investigación por separado que lleva a cabo un fiscal a fin de determinar el responsable del asesinato de un presidente.
Es un film que recuerda obras de Costa Gavras, como film político, que parece en parte inspirado en la muerte de JFK. De buen ritmo, dosis de suspenso, un gran atractivo es la puntillosa descripción que se hace sobre vinculaciones entre grupos de influencia, el poder y la política, oculto detrás de los mensajes oficiales, resulta de gran actualidad. Como leí en un artículo, films como este posiblemente no se puedan filmar hoy. Muy recomendable.
nicson
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2 de noviembre de 2020
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
I como Ícaro (1977) se trata de una película de culto dirigida por el director francés Henry Verneuil, que mucho antes que JKF de Oliver Stone, nos presenta una disección del asesinato de Kennedy (con algunos cambios de nombres y lugares) y las teorías de la conspiración detrás del asesinato. La película es seguramente la obra cumbre del director, Henry Verneuil, un cineasta especializado en la serie B francesa. Actualmente, se puede ver la película en Amazon Prime.

A pesar de que la película utiliza otros nombres y localizaciones, para evitar supongo problemas legales, lo cierto es que se nos presenta un argumento que se entronca de manera directa con el asesinato de John Fitzgerald Kennedy en Dallas, Estados Unidos, en el año 1963. La película arranca precisamente con el asesinato de un presidente (se entiende que los Estados Unidos, pues utilizan una bandera prácticamente calcada) y a partir de dicha secuencia (magníficamente orquestrada, por otra parte), seremos testigos de la investigación que lleva a cabo el personaje interpretado por Yves Montand y que tiene muchos parecidos con la investigación que llevó a cabo el fiscal Jim Garrison (retratado en JFK por Stone) y que trataba de poner en jacque la visión oficial de la comisión Warren, que dictaminó que Lee Harvey Oswald actuó de manera independiente.

Tanto el tema como la manera de enfocar la película evocan de manera irremediable a la obra del cineasta Constantin Costa-Gavras, un realizador también de origen europeo y con unas similitudes muy parecidas en su filmografía a las que se desarrollan en esta película. Estamos ante el cine de conspiración europeo, el thriller político que poco a poco nos sumerge en una trama que desvela algo que para el espectador resultaba oculto. Es el cine de la verdad revelada: En esta ocasión, el espectador se adentra en una conspiración en la que llegará a descubrir algo que es un "shock", una verdad tapada por las cloacas del gobierno y agencias estatales que trabajan de manera sucia.

Por esto, la película anticipa de manera evidente el cine de Oliver Stone. Podríamos decir para el espectador que ha visto la célebre película interpretada por Kevin Costner, que está es su reflejo europeo, pero rodada una década antes y con una elegancia más pausada (sin el montaje frenético del norteamericano). Si uno es amante de ese thriller pollítico, que estuvo tan de moda en los años setenta (recordemos la película de Francis Ford Coppola, La conversación, que consiguió la palma de oro en Cannes) disfrutará de esta película, que tiene todos sus códigos.

Puede que hoy en día haya quedado un poco desfasado, pero lo cierto es que en el momento en el que se rodó la película, el experimento Milgram no había tenido un recorrido demasiado largo en el cine ni tampoco estaba tan arraigado en el imaginario colectivo como hoy en día, así que si lo analizamos con el ojo de su época, lo cierto es que la secuencia debió ser realmente impactante. Los experimentos de obediencia que llevó a cabo Milgram son plasmados de manera total, con una recreación del experimento que directamente se entronca con el mensaje principal de la película. Muy poco sutil ciertamente, pero no por ello menos efectivo, especialmente por la fuerza propia del experimento. Quizá la única pega es que tiene poco contexto con el resto del filme y para algunos pueda parecer un añadido.

Uno de los temas principales que toca la película es la fe ciega en la obediencia, que es la que hace obedecer por ejemplo a todos los integrantes de la comisión para aceptar la versión oficial del asesinato del presidente como la real y única. Los únicos que se niegan a obedecer, como es el personaje principal, no son solo cuestionados, sino que ponen en peligro su vida para acercarse a la verdad.

Seguramente estamos también ante la mejor película de Henry Verneuil, un director especialmente dedicado a la serie B francesa, pero con grandes dotes como artesano. Aquí podemos ver el pulso de un cineasta que sabe como ofrecer entretenimiento, aunque el guion no olvida la carga de profundidad del tema. Como en la citada conversación de Coppola, nos encontramos con una cinta que aprovecha planos fijos, pero con algunos encuadres propios del cine de los setenta, es decir, anticlásicos y más bien antinaturales, poniendo de esta manera en tensión al espectador. Por ejemplo, con la secuencia que tiene lugar durante el experimento de Milgram. En esa ocasión, el montaje de la película no opta por cortar la escena, aumentando la tensión narrativa,  y además con movimientos de cámara que apuntan a nuestros personajes como un ente invisible, con una sobrecarga emocional que se transmite al espectador

I como Ícaro es una película fundamental, para cualquiera que se haga llamar cinéfilo. Una joya olvidada hoy en día, seguramente por no contar en la dirección con un director multipremiado. Cogiendo el cine político de los años setenta, lo lleva al máximo de sus capacidades, en una obra que combina tensión narrativa y la profundidad argumental.
Kyrios
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2 de noviembre de 2020
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dallas, 1963

A pesar de que I como Ícaro utiliza otros nombres y localizaciones, para evitar supongo problemas legales, lo cierto es que se nos presenta un argumento que se entronca de manera directa con el asesinato de John Fitzgerald Kennedy en Dallas, Estados Unidos, en el año 1963.

I como Ícaro arranca precisamente con el asesinato de un presidente (se entiende que los Estados Unidos, pues utilizan una bandera prácticamente calcada) y a partir de dicha secuencia (magníficamente orquestada, por otra parte), seremos testigos de la investigación que lleva a cabo el personaje interpretado por Yves Montand y que tiene muchos parecidos con la investigación que llevó a cabo el fiscal Jim Garrison (retratado en JFK por Stone) y que trataba de poner en jaque la visión oficial de la comisión Warren, que dictaminó que Lee Harvey Oswald actuó de manera independiente.

*Evocando a Gavras, anticipando a Stone

Tanto el tema como la manera de enfocar I como Ícaro evocan de manera irremediable a la obra del cineasta Constantin Costa-Gavras, un realizador también de origen europeo y con unas similitudes muy parecidas en su filmografía a las que se desarrollan en esta película. Estamos ante el cine de conspiración europeo, el thriller político que poco a poco nos sumerge en una trama que desvela algo que para el espectador resultaba oculto. Es el cine de la verdad revelada: En esta ocasión, el espectador se adentra en una conspiración en la que llegará a descubrir algo que es un “shock”, una verdad tapada por las cloacas del gobierno y agencias estatales que trabajan de manera sucia.

Por esto, I como Ícaro anticipa de manera evidente el cine de Oliver Stone. Podríamos decir para el espectador que ha visto la célebre película interpretada por Kevin Costner, que está es su reflejo europeo, pero rodada una década antes y con una elegancia más pausada (sin el montaje frenético del norteamericano). Si uno es amante de ese thriller político, que estuvo tan de moda en los años setenta (recordemos la película de Francis Ford Coppola, La conversación, que consiguió la palma de oro en Cannes) disfrutará de esta película, que tiene todos sus códigos.

*El experimento de Milgram

Puede que hoy en día haya quedado un poco desfasado, pero lo cierto es que en el momento en el que se rodó I como Ícaro, el experimento Milgram no había tenido un recorrido demasiado largo en el cine ni tampoco estaba tan arraigado en el imaginario colectivo como hoy en día, así que si lo analizamos con el ojo de su época, lo cierto es que la secuencia debió ser realmente impactante.

Los experimentos de obediencia que llevó a cabo Milgram son plasmados de manera total, con una recreación del experimento que directamente se entronca con el mensaje principal de la película. Muy poco sutil ciertamente, pero no por ello menos efectivo, especialmente por la fuerza propia del experimento. Quizá la única pega es que tiene poco contexto con el resto del filme y para algunos pueda parecer un añadido.

Uno de los temas principales que toca I como Ícaro es la fe ciega en la obediencia, que es la que hace obedecer por ejemplo a todos los integrantes de la comisión para aceptar la versión oficial del asesinato del presidente como la real y única. Los únicos que se niegan a obedecer, como es el personaje principal, no son solo cuestionados, sino que ponen en peligro su vida para acercarse a la verdad.

*Solvente puesta en escena

Seguramente estamos también ante la mejor película de Henry Verneuil, un director especialmente dedicado a la serie B francesa, pero con grandes dotes como artesano. Aquí podemos ver el pulso de un cineasta que sabe como ofrecer entretenimiento, aunque el guion no olvida la carga de profundidad del tema.

Como en la citada conversación de Coppola, nos encontramos con una cinta que aprovecha planos fijos, pero con algunos encuadres propios del cine de los setenta, es decir, anticlásicos y más bien antinaturales, poniendo de esta manera en tensión al espectador. Por ejemplo, con la secuencia que tiene lugar durante el experimento de Milgram. En esa ocasión, el montaje de la película no opta por cortar la escena, aumentando la tensión narrativa, y además con movimientos de cámara que apuntan a nuestros personajes como un ente invisible, con una sobrecarga emocional que se transmite al espectador.

*Conclusión

I como Ícaro es una película fundamental, para cualquiera que se haga llamar cinéfilo. Una joya olvidada hoy en día, seguramente por no contar en la dirección con un director multipremiado. Cogiendo el cine político de los años setenta, lo lleva al máximo de sus capacidades, en una obra que combina tensión narrativa y la profundidad argumental.

Escrito por Guillermo Sánchez Ferrer
Cinemagavia
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