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Soy un fugitivo

Cine negro. Drama Retrato desolador de la injusticia y el sufrimiento humanos causados por el sistema penal de los Estados Unidos vigente tras la I Guerra Mundial. (FILMAFFINITY)
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Críticas 35
Críticas ordenadas por utilidad
7 de abril de 2009
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Aquellos que cederían la libertad esencial para adquirir una pequeña seguridad temporal, no merecen ni libertad ni seguridad" (Benjamin Franklin)

El género carcelario tiene algo que lo hace especial, quizás que la libertad y la privación de ella es un tema que toca en lo más profundo del ser humano y a lo que es difícil resistirse y más sí, como en la mayoría de estas películas, al que le privan de sus derechos es inocente. Además suele ser un buen ambiente para que aparezca la camaradería. Nada une más que el sufrimiento. Enseguida somos uno más en el grupo y nos implicamos en todo lo que les suceda.

“Yo soy un fugitivo” se nos presenta como una auténtica película de denuncia social, que hizo que en varios estados se eliminaran las Chain Gang, cárceles de trabajos forzados donde se explotaba de forma inhumana a los prisioneros. La historia, basada en hechos reales, proviene de un relato autobiográfico de Robert E. Burns que fue todo un superventas de la época y que generó debates sobre la crueldad de las cárceles durante meses.

La otra gran baza del film es el debate moral que se presenta sobre la utilidad de las prisiones. En el caso de que fuera culpable, ¿tendría sentido que volviera a la cárcel cuando es un ciudadano respetado y totalmente reinsertado en la sociedad? ¿No es esta reinserción la que busca el estado con las prisiones? ¿Hasta dónde es lícito que el estado prometa cosas que luego no cumple?. La película plantea todo esto en hora y media en la que no hay cabida al aburrimiento con persecuciones, ascensos, curvas, caídas y un Paul Muni en estado de gracia. Todo un logro de síntesis que hará suyo aquello de lo bueno si breve, dos veces bueno.
Y si encima tiene esa frase final, que resume toda la tesis de la película, lo único que puede hacer uno es quitarse el sombrero.
Favio Rossini
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18 de febrero de 2010
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Contra pronóstico y a contra pie, anoche me llevé uno de los balazos en el cráneo más potentes que recuerdo.

En el mini bar multicolor, en la comuna del aleluya, en vuestra amada licorería, alguna voz se apresta a admitir que tras sufrir el shock de esta maravilla tuvo que bajar automáticamente la nota a Cadena Perpetua. Nada que objetar al recital de Robbins en esa gran película, al fin y al cabo él subió a un coche y nosotros no, pero las cotas de intensidad, crudeza y demencial vigor que tiene Yo Soy Un Fugitivo no las exhibe prácticamente ninguna película carcelaria que haya visto jamás, aunque dicho esto permitidme que guiñe un ojo a la tumba de Brad Davis.

Mervin LeRoy está a los mandos, y yo me pregunto, reposado ya el impacto que me ha creado, si este tipo no es familiar indirecto de Ben Shepherd o Matt Cameron. Porque la base rítmica que tiene este obús tiene pocos parangones en la historia del cine. Uno pulsa el play, ve a Fernando Hierro surcar el continente americano en busca de un trabajo y, a renglón seguido, zambullirse en el infierno de la prisión, y es difícil parpadear.

Como, a su vez, tampoco cabe ningún paréntesis o cucharada de azúcar en el sobrecogedor retrato de los trabajos forzados, a cuyo lado La Leyenda Del Indomable parece un cursillo de boy-scouts. Y no es mi intención acuchillar a Newman y su sobredosis de huevos, esa película rebosa encanto a borbotones, pero desde luego que es incapaz de sostener la mirada a esta infravaloradísima cúspide del género, que no deja títere con cabeza: flagela sin compasión al sistema judicial, realiza un perverso retrato del braguetazo al que aspiran ciertas damas y, en última instancia, y en uno de los desenlaces más siniestros que recuerdo, regala al espectador una maravillosa apología de la vida maldita, huidiza, malhechora.

Y todo ello coronado con una actuación magnética, repleta de matices, embriagada de dolor, de Fernando Hierro.

Extraordinaria.
Barfly
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4 de mayo de 2006
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una película incomprensiblemente olvidada, pues es una de las obras maestras de la historia del cine. Creo que en su día motivó incluso que se revisaran las leyes, por el impacto que provocó. Vista hoy es aún impresionante, con una fuerza que no ha decaído con el paso del tiempo y una gran tensión dramática. Es una obra de denuncia, hecha con el corazón, que no da ninguna concesión a la comercialidad y con un final absolutamente apabullante.

Título imprescindible para los que aman el cine, que si no han visto deben buscar por todos los medios.
Ennis
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14 de junio de 2011
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película sin la fama que se merece. Centrada en el mal trato por parte del estado a los ciudadanos, en donde el que menos se espera puede ser un criminal. Si el gobierno es así, qué se puede esperar de los criminales de renombre. Paul Muni realiza una de las mejores interpretaciones de la época. El recurso que más se utiliza es el de los calendarios dentro y fuera de la prisión, para ampliar la idea de la importancia del tiempo.

Es "Soy un fugitivo" una película a tener en cuenta, pionera en varios conceptos sobre la adaptación del individuo a los estados de cautiverio e incorporación a la sociedad, sacando los trapos al sol en cuanto a las tretas usadas por el gobierno en donde los ciudadanos fueron y han seguido siendo ninguneados.

El último diálogo y frase final son el brochazo para una obra magistral. Imprescindible.
phantomas
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5 de abril de 2011
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando las cárceles eran cárceles se rodó Soy un fugitivo, película que, como ya se ha dicho, es enteramente Paul Muni, un veterano de guerra que vuelve a su amada tierra con la cabeza llena de propósitos y sueños. Es lo propio, ¿no? Una vez fuera del campo de batalla lo lógico sería añorar a los tuyos y a la normalidad y tranquilidad de una rutina sin bombas ni el sonido de las balas. Y descansar, sanamente, mientras te labras un futuro tras haber cumplido con el deber de defender quién sabe si algo que no te pertenece pero que tú, en tu reconocimiento de lo que es justo, acatas sin más preguntas que las estrictamente necesarias: ¿dónde y cuándo? Allá que vas.

Sin embargo, acaba el conflicto, "por fin", piensas. Hora de retomar tu vida, tal vez en un campo distinto, "¿qué tal la ingeniería?"... Y chocas de lleno con la nueva realidad que se te ha impuesto, de nuevo sin consultarte a ti, sin tener en cuenta si es ésta buena o mala, mejor o peor que cuando partiste. "No importa, saldré hacia adelante".

Un mes, otro. Y otro. Y otro más. Se queda sin páginas el calendario. Un lugar, otro. Y otro. Y otro más. Y en tu cabeza siempre aquella tierra de la que partiste, aún con esperanzas, antes de que tu casa fueran unos barrotes y tu instrumental unas cadenas y un pico con que machacar tierra baldía, incansable, dentro -y fuera- de la cárcel.

"¿Cómo he llegado aquí? ¿Alguien lo sabe?"
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
José (FullPush)
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