Palmeras en la nieve

Si se puede valorar la voluntad de una adentrada del cine español en el mundo de las grandes producciones, el resultado es de aprobado alto; porque está bien que se haga reconstruyendo periodos de nuestra Historia -más o menos agradables, eso es lo de menos-; y porque el celo puesto en la recreación de época y lugar es realmente meritorio. Me han gustado mucho la ambientación -creo que muy cuidada y trabajada-, la banda sonora y la fotografía. También he disfrutado con algunas interpretaciones, sobre todo las de Macarena García, Berta Vázquez y Adriana Ugarte.

¿Qué no me ha gustado o me ha gustado menos? Hay algunas pequeñas historias de personajes que resultan mal contadas; supongo que en la novela sí aparecerán. El elenco masculino pierde ante el femenino -a excepción de Gutiérrez Caba-, sobre todo el protagonista Mario Casas, actor que si me sorprendió en algún papel, aquí más bien me decepciona -y, por favor, ¡que aprenda una buena dicción!-. Y sobre todo, sobre todo... a esta película le sobra por lo menos media hora. Pese a que reconozco que no me aburrí, al final sales con la impresión de que no es necesario tanto metraje.

En fin, creo que un 7 es nota más que generosa. Será porque es Navidad.

Sin lugar a dudas, estamos ante una de las grandes películas españolas de este 2015. En el film, encontramos una historia real, que mezcla con notable acierto, la temática colonialista, el racismo, el amor, el drama, en una historia que a pesar de su larga duración, mantiene el nivel por las nubes durante las casi 3 horas de emisión, con una fotografía inolvidable, de Guinea Ecuatorial.

Destacar las excelentes interpretaciones, de Macaraena Garcia y Berta Vázquez, dos de las actrices, con más futuro de nuestro país, y un notable Mario Casas, que película a película va creciendo, y alejándose de los films intrascendentes, dirigidos a sus jóvenes fans femeninas.

En definitiva, no se asusten por sus 163 minutos, y ya están tardando para acercarse a la sala de cine, para ver esta gran historia. Chapeau

Y es que si por algo pasara a la historia Palmeras en la nieve es por ser una película con una ambientación, fotografía, y banda sonora al más puro estilo de grandes producciones de Hollywood, y inclusive de contar de un reparto de actores bastante acertado.

La película se muestra épica, pero no llega serlo, es algo complejo, al igual que lo que sentí al abandonar la sala tras su visionado, y es que la película no defrauda pero esperas de ella mucho más, y es que al final no profundiza ni en el terreno sentimental, político, ni tan siquiera en la vida de un personaje, pues vaga entre ellos intentado abarcar todo lo que puede, y es que se nota, que había muchas ganas de destacar con esta película dentro del panorama internacional colocando a España en una posición relevante, y tal fue la presión que pudo con ellos...

Y no es que la película sea mala, es mas, es buena, pero la historia y el guión son confusos e infieles, ya que vagan de personajes a situaciones tan extremas e incluso inconexas que nunca llegas a sentir que te este contando la gran historia que las grandes y maravillosas imágenes te muestran.

Aparte reseñar que los actores están a un gran nivel, destacando a "Mario Casas" por subir de nivel, y ofrecernos la mejor actuación de su carrera, mostrando un gran carisma, pese a quien le pese.

En definitiva, "Palmeras en la nieve" es un éxito artístico dentro del cine español, un salto evolutivo, pero un fracaso en cuanto a guión y historia, no por que sean ineficaces, sino por que están mal desarrolladas.

"Y la falta de profundidad, y la ambición de hacer las cosas bien y abarcar todo lo posible, termina lastrando el conjunto de la película, pero no por ello, no se puede uno dejar emocionar por su maravillosa factura técnica, un hito dentro del cine español"

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Y bien, ahí estábamos, en la cola del Domingo por la tarde para disfrutar de la pantalla grande con una super-producción española. Esto promete pensé, buenas panorámicas, una historia que empieza bien, de manera tranquila poco a poco entrando en una pequeña franja de la historia de la España colonial.

¿Qué puñetas les pasa a MUCHOS nuevos actores y actrices españoles que aún no han aprendido a VOCALIZAR? Esa fue mi primera "rabieta", mermada, afortunadamente, gracias a la buena ambientación, tanto de las montañas nevadas de Huesca como del África tropical. El vestuario, ya sabemos que África no exige mucha parafernalia, pero a pesar de su sencillez, es una delicia y todo un acierto porque se ampara en los detalles como el sudor, el polvo adherido a la ropa, así como la sensualidad que se irradia en las líneas femeninas con una cámara bien situada. Recuerda mucho al estilo Pin-up tan propio de su época. Adriana Ugarte encarna un papel serio, de joven "rebelde" trasciende a esposa "feliz", segura de sus metas, convencida de que la entera felicidad no existe. Mario Casas, ese galán de la televisión, necesita de una urgente reorientación expresiva para estar a la altura de algunas escenas porque la pantalla grande no perdona. Todo se andará, o eso se espera, porque sacar la fuerza bruta en las peleas no es suficiente. Existe un amplio repertorio de expresiones gestuales y tonos de voz a los que poder sacar partido y lograr un mayor énfasis a cualquier escena.

El Guión, la adaptación, no cabe duda que es mejorable y debería haber sufrido algún recorte, o en su defecto, sustituir un par de escenas casi infantiles (¿será cosa del marketing?) por otras mejor elaboradas y más creíbles para remarcar, por ejemplo, el último intento de Alain Hernández en su fallida reconquista del amor, y su propia salvación como ser humano. Una lástima no haber desarrollado mejor ese preciso instante del personaje. El travieso Alain Hernández realiza un buen papel, muy creíble, evolutivo hacia el salvajismo de quién se cree firmemente superior a los trabajadores negros. Es la imagen del hombre blanco en su peor faceta, expresión cabal de lo que fue el colonialismo, puro y duro, es el caporal, cuya función es sacar rendimiento a la explotación, el perfecto Caín que debe recurrir a la degradación, el abuso y la supremacía. Alain Hernández es indispensable. Es esa parte desagradable de la película, tan necesaria como el agua del río, el contrapeso. Alain Hernández es el equilibrio que logra hacer soportable de lo que más tarde se anunciaría como un “pastelón” romántico y previsible. No me lo esperaba así, pero llegó esa parte “bonita” que hizo a la película melífera por momentos, con Berta Vázquez y Mario Casas en la otra historia de amor paralela, excesiva en metraje y algo soporífera, quizás por falta de tablas, falta de ensayos, o por la ausencia de la mano dura del director Fernando Glez. Molina poco o nada acostumbrado a estas superproducciones con más profundidad temática que las series de televisión.

Salva la película el resto del elenco, sobretodo un sobrio Emilio Gutiérrez Caba, elegante como siempre, y un final bastante serio en el papel encarnado por Macarena García. El final es acertado y cargado de realidad en los sentimientos y el sufrimiento, por ambas partes, de aquellos que colonizaron y huyeron, así como el odio y el rechazo permanente de aquellos que fueron colonizados. La película contiene excelentes imágenes cargadas de realismo ataviadas con flashbacks, recuerdos y nostalgias, datos difusos, intriga, una banda sonora aceptable, y en conjunto, si se hubiera profundizado en su realización, podría haber sido una gran película.

Puntuación: 6,45

Se agradece el esfuerzo por hacer una gran producción. Y los paisajes, la fotografía, la banda sonora lo consiguen. Se agradece que escoja actores como Luis Callejón y sobre todo Emilio Gutiérrez Cava. Tambien Mario Casas acierta cómo recién llegado a un mundo que le sorprende y sobrecoge, el Mario más maduro resulta un poco más artificial y por tanto menos creíble. El resto del reparto cumple con altibajos.
La primera media hora es la mejor y responde a los intentos de contar una gran historia, pero a partir de entonces el director parece que este construyendo capítulos, solapado finales. La parte del presente de Adrián Ugarte en África esta cogida con calzador y las escenas con Apali en la playa son de telenovela y no viene al caso más que para transmitir un morbo que no aporta nada más.
El final se alarga hasta resultar pesada. Si se tratara de una serie tendría sentido para ir sumando capítulos pero no una película que intenta ser una gran historia
Sin embargo si eres fan de Mario Casas y de los melodramas no dejes verla. Con todo se agradece que el cine español emprenda este tipo de aventuras, agradables de ver aunque no redondas del todo.