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Serie negra

Intriga. Thriller. Cine negro Franck Poupart es un neurótico vendedor de poca monta, que vive en un siniestro suburbio de París. Su vida cambia cuando conoce a Mona, una adolescente cuya tía la ha obligado a prostituirse. A partir de ese momento, Franck se propone cambiar de vida, sobre todo para rescatar a Mona de la odiosa tutela de su tía. Pero parece que el asesinato es la única vía para conseguir tal objetivo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
31 de marzo de 2010
38 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía tiempo que no me tocaba la bragueta, que no mojaba la florida funda de mi sofá, que no aplaudía de este modo en la soledad de mi comedor, tan a menudo similar a la del corredor de fondo, si hablamos de soledades. Conviene recordar de tanto en tanto que uno no está solo, que la demencia está ahí fuera, que las flores, la primavera y las fundas de los sofás se ríen de nosotros. Hacía bastante tiempo que andaba detrás de esta adaptación de la, dicen algunos, y yo no podría estar más en desacuerdo, mejor novela del gran Jim Thompson, ese coloso absoluto e infravalorado, por parte de Alain Corneau, un tipo al que le tenía cierto aprecio por los dos más que estimables polares que he visto de él: Police Python 357 y Le Choix Des Armes, ambos con Yves Montand y ambos imprescindibles si uno disfruta del hedor a brie en estos fregados. Pero con esta maravilla se ha ganado un rincón en el cielo a perpetuidad. Desde el inicio, con esa secuencia en la que se ponen todas las cartas boca arriba, y que me imantó al personaje y a la actuación de ese verdadero monstruo que responde al nombre de Patrick Dewaere, y hasta los créditos, cuando finalmente me soltó, zarandeado y feliz, esto no es una película, esto es tuttifrutti, que diría el gran calavera de Buñuel. Plagada de secuencias desquiciadas, enfermas y anárquicas, refleja y amplifica la insania cómica, el espíritu turbio del universo Thompson, que aquí es más grotesco que turbio. Pero repito, la actuación de Dewaere monopoliza la película de manera aplastante, amenazando con convertirla en un one man show, en el grand guignol noire que es, cosa que Corneau maneja con bastante tino. En este aspecto recuerda, como comenta de refilón otro camarada en la licorería, al Audiard de De Latir Mi Corazón Se Ha Parado y su buen hacer a la hora de poner en escena a Romain Duris, otro que se come la pantalla a bocados en la susodicha, sin permitir que devore la película. Aunque aquí Corneau da mucha más cuerda a un Dewaere desbocado y esquizofrénico que ofrece una verdadera bacanal para los amantes de las actuaciones histriónicas, watts y demás detractores del Pacino de Scarface abstenerse. A mí, que disfruto a rabiar con estos paquetes marcados cuando hay un talento detrás del exceso, se me agotaron anoche los calificativos. Memorable el momento, uno de tantos en realidad, en el que en uno de su soliloquios dislocados, le espeta a su mujer, sin venir a cuento para nada: " ¡¡Se quedan despiertos toda la noche ensayando métodos para mearme encima!!". Tremebundo, qué manera de apabullar. Dewaere for president, señores.
Peter Gabriel 77
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30 de agosto de 2011
16 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno, indescriptible película con un arrollador, magnético, abrumador y memorable Patricio Degüello, que firma uno de los papeles más emblemáticos que recuerdo, una patada en las pelotas rotunda y directa , sin cortes publicitarios.


Bufonesco corte de mangas por parte de Cornudo que supone un punto y aparte en la historia del cine, sin lugar a dudas. En primer lugar, señalar que no he podido disfrutar de la función con café copa y puro debido a los dichosos subtítulos que desaparecían de mi pantalla con excesiva rapidez, por lo que en principio, he decidido estampar un siete en la licorería con aroma a chocho de muñeca, además, también debo añadir, que nos encontramos con algo más teatral e imprevisible que cinematográfico, por lo que puedo vislumbrar algún que otro alcohólico abandonando a nuestro diablo de Tasmania, Patricio Degüello, apenas avanza el metraje, puedo entenderlo, pero no lo comparto, claro.


Tras una primera irrupción apoteósica de Patricio en plena catarsis intuía que la gloria podía transformar mi ano en una fiesta con esplendorosas maracas, y así ha sido, efectivamente.

Degüello ha traspasado la pantalla para adentrarse en mi cabeza, y su mundo se ha transformado en mi mundo, éramos uno, como los mosqueteros, con la espadas en alto, increíble pero cierto, incluso se permitía el lujo de estirarme y encogerme la salchicha cada cierto tiempo con su numerosos recitales, danzas y gritos de gorrino psicótico, todo ello con tendencia al exceso, completamente exagerado, pasado de rosca sin control, como un imparable obús que se cuela por la escuadra sin avisar.

No consigo sacarme esos memorables canturreos, esos hilarantes diálogos, esa interpretación de mimo con ojeras farloperas por parte de Degüello, sencillamente memorable, como tampoco puedo olvidar esos golpes al volante con la voz de Patricio cantando a pleno pulmón "Mona, qué bonita eres, pero prefiero mirarme el culo".

Degüello, el tipo que además puso el título a uno de los discos por excelencia de ZZtop.

Inapelable.

Se despide desde el palacio de hielo.
Nadie, Juan, sin más.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Killer_Wolf
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4 de septiembre de 2019
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me atrevería a decir que no me ha gustado la película, no sea que los psicópatas enganchados a ella pongan precio a mi cabeza. Pero vamos por partes. Serie negra se basa en una novela de Jim Thompson (otro que tal), gran plasmador de anormales de todo tipo, nada de extrañar con la infancia que padeció. Es una de esas películas que te dejan hecho escombros, babeante, necesitado de un subidón. No hay personaje positivo en toda la cinta, sólo basura humana en sus peores encarnaciones. Ni siquiera la dulce víctima es lo que parece... Un pringado de mucho cuidado, siempre caminando a dos centímetros del brote psicótico, vendedor a domicilio, se encapricha de una adolescente utilizada por la tía de la muchacha, y la relación dará lugar a una espiral de sangre, semen y sufrimientos. Las casas están sucias, los despachos están sucios, las calles están sucias, todo es suciamente depresivo. No existen los sentimientos, sólo la inmediatez del deseo, la codicia, la estulticia, el triste deambular de unos perros perdidos sin collar. Pero lo que realmente se te mete hasta lo más hondo de tu ser es la interpretación de Patrick Dewaere, suicida a los 34 años, aquejado de graves anomalías psíquicas, se retira del escenario de la vida tras haber triunfado en el cine, en el teatro y en la televisión, haber compuesto canciones para Françoise Hardy, escrito la banda sonora de un film... La interpretación de Dewaere es tan sentida, tan brutalmente íntima, que acaba de sacarte de quicio, toda su gestualidad, toda su exagerada expresividad denotan un dolor interno que nadie, jamás, podrá cambiar, salvo la llegada de la Parca. Hay momentos que provocan tanta angustia como ganas de borrar con un golpe de botón tanta necedad. Bernard Blier, sublime en su papel de avaro jefe de Dewaere, y mención especial para una tierna Marie Trintignant de 17 añitos, con matrícula de honor para su felpudo precioso, un perfecto triángulo negrísimo, poblado, presumiblemente ensortijado y suave como terciopelo. Lástima que la chica tampoco supiera gestionar su vida amorosa.
Un golpe en el bajo vientre que alarmará a más de uno. Y aun así hay que verla...
Eduardo
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19 de julio de 2020
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Delirante desde el primer plano. Te pone en situación desde el arranque, no sea, que te lleves a engaño después. Es tan divertidamente esquizofrénica, que hace reír por lo grotesco de las situaciones.
La primera vez que va a casa de la vieja es un despiporre de surrealismo e histrionismo. El protagonista, Dewaere. Inconmensurable en sus desparramantes neurosis. Su actuación está más allá del bien y del mal. Pocas veces he visto una interpretación tan desmedida y al mismo tiempo creíble. Sublime en su papel de principio a fin.
También estoy en completo desacuerdo, con que esta sea la mejor novela de Jim Thompson. Ni de lejos. Ahora la adaptación es extraordinaria.
Comentario es spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Zappianin
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6 de abril de 2024
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una mujer endemoniada es una de las novelas más salvajes de Thompson, que de asilvestramiento entendía un poco, por lo que una adaptación francesa despertaba recelos.

Sin embargo, Corneau saca adelante un film caótico, histérico, lleno de gritos y gesticulaciones, Dewaere es un catálogo en sicopatías, pero que en cierto modo respeta la esencia desquiciante del novelista sureño, la desprolija amoralidad de sus mundos, poblados por seres a la deriva o, en el mejor de los casos, a merced de sus instintos.

Sin llegar a las cimas existenciales de la novela, que es una obra maestra, Corneau se las compone para regalarnos una excepcional escena de la que el escritor se sentiría orgulloso, con el letárgico Bernard Blier aferrándose al sueño americano, dejando a Dwaere en su recurrente pesadilla autodestructiva, epítome visual de la canallesca y el pathos thompsiano.

Solo por eso, me acordaré de esta película que al menos intentó una aproximación distinta, y digna, a un material literario ciertamente complejo e indomeñable.
Club Albacora
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