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Hasta siempre, hijo mío

Drama Liyun y Yaojun, una pareja de obreros, intenta recuperarse de una devastadora tragedia familiar en los tumultuosos años entre 1980 y el siglo XXI. Constreñidos por la política nacional de hijo único, sus vidas se transforman gradualmente por el impacto de la cambiante identidad nacional en China. (FILMAFFINITY)
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
21 de septiembre de 2019
42 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puntuación: 8,5

*Una historia capaz de conmover

No son tantas las veces en que el cine logra hacernos testigos del discurso de la vida, de reflejar a través de la ficción una historia lo suficientemente grande como para hacernos sentir que se nos ha movido algo por dentro, en lo más profundo. So long, my son o como se ha traducido en España: Hasta siempre hijo mío, es una de esas pocas piezas que lo logra. Ciento ochenta y cinco minutos en los que el director nos traslada a China para contarnos la melancólica historia de un matrimonio durante el transcurso de treinta años.

Con una clara conciencia social, asistimos a tres décadas durante las cuales se sucede la dictadura comunista o la política del hijo único hasta un creciente consumismo desmedido. Una tragedia social y personal que se mueve en un entorno gris y pobre, la cruda realidad que les rodea y que además, consigue provocarnos la fascinación que nos provocan las distopias solo que en este caso no es ficción, los sucesos son reales por mucho que cueste creerlos.

*Sobriedad técnica a favor de los actores

Xiaoshuai opta por una sobriedad estética, con una fotografía realista y suaves movimientos de cámara de acompañamiento, para elaborar un discurso técnico que no quiere destacar sino centrar todo su apoyo en los actores. El resultado es una película narrada en tonos grises, casi asfixiantes, que destacan el paralelismo entre esa austeridad estética y emocional. Porque ante todo, Hasta siempre hijo mío, es una historia cargada de verdad, una dolorosa, íntima y personal que evidencia la gran habilidad narrativa del director chino a la hora de crear personajes.

El matrimonio protagonista que se mantiene unido a pesar de las miserias está encarnado a la perfección gracias a los actores Mei Yong y Wang Jingchun, que logran ponerse en la piel de todas esas parejas que sufrieron la represión reproductiva de la China comunista. Todo ello con la enorme dificultad de no explotar, de mantener esa sobriedad hasta el final, de tragarse las emociones y tirar para adelante. Un dolor que no se deja salir en sintonía al retrato de una China contenida por obligación, con personajes que no pueden bailar o llorar a su antojo, cargados de amor y dolor, luchadores por obligación.

*Fuerte apuesta por el melodrama narrado con sutileza

Aparecen grandes temas pues se nos habla de maternidades negadas, frustradas o secretas, de entierros y despedidas, del dolor de la marcha, de hijos que ya no están y todo ello con el agua siempre presente como símbolo de destrucción y vida, el agua que todo lo cubre y que siempre tienen cerca. Son estos eventos de gran intensidad dramática los que destacan por su calma, bien asistiendo a ellos desde lejos, con breves excepciones musicales, tan esporádicos que podrían pasar desapercibidos si no fuera porque son terriblemente conmovedores.

Escrito por Elena Ramos Nieves
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Cinemagavia
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30 de septiembre de 2019
27 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director chino Wang Xiaoshuai, del que hasta la fecha únicamente había visto la notable "La bicicleta de Pekín ( 2001 )" pese a contar con una filmografía bastante extensa, ha logrado emocionarme con esta película, en donde nos muestra una historia familiar dramática contenida, sin necesidad de excesos, sino con una trama muy bien elaborada, que va jugando con los altos temporales sin necesidad de mostrarlos directamente, y que al finalizar de sus 3 horas de metraje que se pasan en un suspiro terminas de encajar las piezas de ese puzzle, y al mismo tiempo incide en la crítica contra el gobierno de su país y algunas políticas como las de la natalidad de un hijo por pareja o las diferencias de clases en la República popular de China que lleva muchas décadas sufriendo el poder del régimen comunista.

La película se presentó en el pasado festival de cine de Berlín, en donde fue una de las grandes triunfadoras del palmarés oficial, al ganar dos premios en las categorías interpretativas, los oso de plata para su pareja protagonista, Wang Jingchun y Mei Yong. Hace unos días se proyectó en el festival de San Sebastián, ya que formó parte de la prestigiosa sección Perlas del Zinemaldia 2019, siendo bien acogida por el público asistente al pase en el Victoria Eugenia teniendo en cuenta la puntuación alta para ser una película de larga duración y ritmo pausado.
La propuesta se inicia como una historia familiar convencional hasta que a los pocos minutos tiene lugar la situación clave y que marcará el resto del metraje, y a partir de ese momento el espectador va siguiendo la evolución de esos personajes y de la gente que les rodea, y al mismo tiempo se plantean nuevos enigmas, pero se van solucionando alguna de las dudas planteadas anteriormente.

La película podía haber terminado a las dos horas y hubiera estado bien, pero algunas subtramas hubieran quedado cojas y sin un posible final, y esa hora extra mejora todavía más lo anterior ya que, además de regalarnos dos o tres grandes momentos que quedarán en el recuerdo personal, una de ellas en un cementerio, la trama termina por cerrarse y lo hace con naturalidad y credibilidad, y sin necesidad de forzar las situaciones. Pero al mismo tiempo deja a la imaginación de los espectadores algunos detalles que se pueden interpretar de manera diferente, y que dan pie a un debate posterior. No puedo imaginarme esta película con menos metraje, y por lo tanto defiendo que sus 175 minutos es lo necesario, al igual que sucede con "An elephant sitting still ( 2018 )", otra joya del cine chino moderno, que se estrenó hace unos meses después de haberse estrenado en nuestro país en la 66ª edición del Zinemaldia.

La película tiene muchas cosas positivas, y necesitaría mucho tiempo para detallar cada uno de esos elementos que hacen de esta película una obra de arte del siglo XXI, comenzando por la dirección de Wang Xiaoshuai, que sabe mover la cámara de manera natural para mostrarnos unos planos perfectos de los personajes o seguirles en sus movimientos. La labor de montaje para poder cerrar las tramas es un magnífico trabajo de orfebrería que funciona bastante bien. El guion, escrito por el director en colaboración con la guionista Mei Ah ( Responsable entre otros del guion de "Amor bajo el espino blanco ( 2010 )" ), es perfecto y consigue contar mucho con pocos diálogos, aportando los elementos necesarios para que el espectador siga la trama sin necesidad de dárselo mascado. La dirección de fotografía de Kim Hyun-Seok es de calidad, ya que sabe jugar muy bien con los colores y en los momentos de oscuridad también nos ofrece unas imágenes de gran belleza.
No me quería olvidar del envejecimiento de los personajes, que es uno de los mejor logrados de los últimos años ya que, hace que sea creíble el paso del tiempo, y que reconozcamos a los personajes por ese gran trabajo de maquillaje y peluquería.

He dejado para el final el trabajo interpretativo de ese gran reparto, en donde destacan por encima del resto la pareja protagonista, Ai Liya en el papel de Li Aiyan y Du Jiang como Shen Hao, ya que ambos transmiten muchos sentimientos sin necesidad de gritos o llantos excesivos, sino con su presencia, mirada o algún gesto nos creemos su sufrimiento, y en algún caso también su momento alegre.
Una película que recomiendo a los que disfrutan con el cine de ritmo pausado de calidad, sobre todo en las historias dramáticas familiares con crítica social de fondo, aunque reconozco que no es fácil de recomendar porque muchos espectadores son reticentes a ver el cine asiático, salvo que sean películas de terror o acción, pero nos encontramos ante una de las películas asiáticas en donde es más fácil identificar a los personajes y por lo tanto no perdernos en la trama. Otro consejo es que si es posible se vea en v.o.s ( entiendo que no es posible en todas las ciudades ) para poder apreciar mejor los grandes trabajos interpretativos de los protagonistas.

LO MEJOR: El montaje, la dirección y la actuación de los dos protagonistas.
LO PEOR: Nos es fácil de recomendar a los que no estén acostumbrados al ritmo y manera de contar las historias del cine chino actual.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net
WILLY74
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21 de enero de 2020
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Unos días después de ver 'Hasta siempre, hijo mío' y ya lejos del calentón del momento, mantengo que me parece una obra maestra. En lo particular, se ha convertido en mi obra favorita del año 2019, uno de los pocos 10 que doy. Estamos en uno de esos extraños casos en los que todos los elementos se unen para formar un "todo" ideal. Por más vueltas que le dé a sus distintos apartados, el nivel de excelencia no disminuye. Al menos yo, no le encuentro puntos débiles que me pesen.

Los actores están de escándalo, y no estoy exagerando. Hizo bien el Festival de Berlín en reconocer con los premios a mejor actor y actriz esta obra, e hizo mal en no darle nada más. Y de entre todo un reparto en estado gracia, Jingchun Wang es quien más brilla. Digno de Oscar.

La dirección de Wang Xiaoshuai bastante clásica, con planos prolongados y pocos cortes, es la ideal para conseguir ese realismo que desprende la película. Una especie de verdad que ayuda a conectar y sufrir con la pareja protagonista y los distintos eventos de su vida.

El guión es otro punto fuerte de la película, apoyado por un excelente montaje, que nos ayuda a repasar toda una vida sin que en ningún momento pierda fuelle la obra, y sin dejar cabos sueltos. Se recrea muy bien cada momento temporal con su contexto social. Una maravilla.

Todos los elementos técnicos están al apoyo y servicio de la historia y de los actores. Desde una fotografía sobria hasta una BSO que magnifica la intensidad de los momentos. El maquillaje está muy logrado para retratar distintos aspectos en los personajes a lo largo del tiempo.

Me sorprende que China no la haya enviado a los Oscar. Creo que si hubiera tenido una repercusión a la altura, podría haber mirado de frente a otras grandes del año 2019 como 'Parasite' y 'Dolor y Gloria'.

En todo caso, os la recomiendo a todos. Ojalá llegue a muchos espectadores.
Selasor
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4 de octubre de 2019
16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entro en la sala en sesión de noche con un café previsor para una duración de casi tres horas y puedo decir que exceptuando algún momento de debilidad la película tiene una consistencia y una grandeza que te obliga a no dejar pasar ni un segundo.
La obra está centrada en un matrimonio protagonista y otro amigos suyos a lo largo de 40 años en una China que ha vivido una transformación grandiosa donde la vida de estas dos parejas resiste el embate de la muerte trágica de un hijo y de la separación para reencontrarse necesariamente para descubrir la verdad y el perdón.
Al comenzar te puedes encontrar un poco perdido por la utilización reiterada de la elipsis temporal que nos transporta arriba y abajo en el tiempo para aclarar la trama o hacer asociaciones de ideas. Poco a poco y con deleite nos vamos ubicando para disfrutar de un verdadero monumento a una historia de vida de una profundidad y un humanismo inmensos para convertirse en un retrato vital de una complejidad y una fortaleza difíciles de superar. A través de unas vidas aparentemente sencillas y adoctrinadas por un régimen al que también se critica nos muestra una sucesión de episodios dramáticos que repasan lo más esencial de nuestra existencia desde una intensa globalidad y universalidad
No sobra ni un minuto, todo lo que pasa o se dice forma parte de un organismo con vida propia donde se le da el justo protagonismo a cada una de sus piezas vitales. Los recorridos personales de cada sujeto va en paralelo a la evolución política y de progreso material del país. Un país totalitario que hace del control social un elemento capital para su estabilidad y su crecimiento y que queda perfectamente apuntado a pesar de los problemas de censura que ha tenido la película.
Con un ritmo pausado nos desbroza el alma de unos auténticos héroes cotidianos y contemporáneos que en una demostración de fortaleza interna --aquello que los pamfletistas de la motivación llamamos resiliencia-- son capaces de superar reiteradamente la pérdida más dolorosa para poder llegar a la compasión, la fraternidad, la compañía o el perdón compartido de unas vidas que renacen desde las cenizas. En este sentido hay que estar muy atentos a una escena final ubicada en un cementerio que con unos diálogos austeros y un sencillo contraplano expresa de forma concentrada una buena pila de ideas y pensamientos.
Cine granítico y consistente alrededor de la naturaleza humana que está destinado dejar una buena traza en la historia del cine de los últimos años. (9)
>> bit.ly/32VFlSG
M_Pelegri
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5 de noviembre de 2019
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es difícil afrontar la pérdida de un hijo, más aún si su muerte afecta también tus lazos de amistad y vives en un país opresor que te asfixia. Con esta premisa, Wang Xiaoshuai compone un drama alrededor de la culpa, el perdón y las segundas oportunidades, vestido con una fotografía exquisita, no por la belleza de su entorno, si no por sus maravillosos encuadres.

La película, de ritmo pausado, salta del pasado al presente con fluidez para relatar casi 50 años de historia de la República Popular China, centrándose, sobre todo, en la política del hijo único instaurada en 1978, que tiene consecuencias devastadoras para la pareja protagonista y todos los que les rodean, aunque también hay espacio para una sutil referencia a la Revolución Cultural del país y su represión.

Un puzle que el espectador va deshilvanando envuelto de emociones contenidas, silencios y conversaciones simples, de pocas palabras, pero con reflexiones apabullantes. Extraordinaria, en este sentido, la escena del avión. No es de extrañar que el elenco principal haya sido reconocido con sendos premios en la Berlinale.

Eso sí, un metraje algo inferior hubiera dado más aire al film, quizá prescindiendo de alguna de las tramas que se antojan superfluas en comparación con otras de mayor peso. El final también se siente algo impostado, aunque todo se perdona al ver ese momento tan íntimo y natural de los padres limpiando la tumba de su hijo, sin un ápice de tragedia ni lágrima enterrada.
lauramerrick
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