3000 Nights

Con una fotografía bastante acertada y sin la distracción de la especulariadad de las imágenes de la ocupación, ofrece de una manera sencilla y sincera la soledad y el sufrimiento de la mujer palestina. En ocasiones, las pinceladas de humor amortiguan la dureza de las situaciones vitales.

Esta es la historia de una joven palestina, profesora, que ingresa en una cárcel israelí para reos comunes por un delito que no cometió y que tampoco se molesta en aclarar demasiado (ayudó a un chico palestino que huía de un atentado). Es una mujer educada y no pinta nada en ese entorno, al que se tiene que adaptar poco a poco y en el que se nos cuenta su historia.

El guión y la realización son irregulares, no hay un ritmo constante, pero enseguida notas que estás viendo una película que se separa completamente de los cánones occidentales. Los actores y actrices son difíciles de creer, incluso los malos cuestan, pero muestran igualmente una maldad que afortunadamente no se muestra en su crudeza, porque dolería de más. Y ahí vamos.

Hay historias que encogen el alma, no creo que haga falta decir que el conflicto entre israelíes y palestinos es una de esas zonas negras donde uno no quiere mirar y al mismo tiempo siente vergüenza por no querer hacerlo. No voy a escribir nada que no se haya dicho de ningún conflicto, pero una vez que el que ha recibido la piedra la vuelve a tirar es cuestión de esperar y se llegará a ese momento en el que simplemente ya no podremos decir quién es culpable.

Esta película muestra claramente el punto de vista palestino, completamente sesgado. No es que eso sea claro desde el principio, sino que explota al final: termina la película con un pequeño panfleto en la pantalla explicando que hay muchísimos palestinos en cárceles israelíes, y qué cárceles. Recuerdo que una persona en la sala se levantó y se fue. Y es que hay que tener mucho cuidado, y yo sé que son días que duelen (abril de 2024) al tomar determinadas posiciones.