Cidade Rabat

Vengo a ver esta interesante historia porque en su sinopsis nos informa de que va a ser solitaria y triste, melancólica. También libertadora ya que la protagonista podrá disfrutar a partir de ahora de ella misma y sus cosas, cómo su trabajo: asistente de producción en la industria del cine. Todo esto se desarrolla por una pérdida, la muerte de su madre, la entiendo a ella, entiendo su estado, cuesta salir de ese pozo sin fondo, yo aún no sé si he salido, y si saldré algún día. En realidad, me gusta estar dónde estoy, aquí, haciendo lo que hago, desde mi soledad, mi vacío, mis bipolares estados de ánimo…


Pero, si Cidade Rabat intenta hacerme sentir incómodo, triste o reflexivo, no lo consigue del todo, se acerca pero no llega a agarrarme la mano, si pues, no por eso es mala. Sin embargo, contiene todo lo que se busca al saber lo que vas a ver. Nobre retrata muy bien durante todo el filme su intención, la cuál le falta mucho sentimiento para mí persona, pero nunca se desata, lo hace creíble y deja a Helena, la protagonista, su sendero por el cuál retransmite una pérdida muy importante, y vemos cómo se desmorona sigilosamente. Tampoco

No tenemos que ver en el guión esas emociones, o sentimientos que buscamos, no es lo que quiere Nobre, sino en la historia, en el ambiente, en el desarrollo del personaje también, hasta en la escena de la fiesta dónde Helena cambia la sonrisa se puede ver reflejada la melancolía y la sensibilidad que aún contiene.

Cidade Rabat es perteneciente de una buena mente, la de Susana Nobre, no me transmite duramente, pero al saber lo que buscamos ella y yo en común, es cuándo siento la película dentro de mí, la hace fuerte y a mí me obliga a recordarla, y reflexionar sobre ella, aunque su final deja mucho que desear ya que el espectador sigue sin conocer realmente a Helena, puede que sea la intención, pero entonces nos deja cómo si nada, y por eso a alguna gente le será menos atractiva ésta agitada historia.

-RICHIE VALERO