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La clase de esgrima

Drama Huyendo de la policía secreta rusa, Endel, un joven campeón de esgrima, se ve obligado a regresar a su tierra natal, donde se convierte en profesor de educación física en una escuela local. Pero el pasado le pone frente a una difícil elección. (FILMAFFINITY)
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Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
16 de julio de 2016
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una época gris y difícil con la opresión comunista Stalin como telon de fondo, un humilde profesor que huye y se ve obligado a dar clases de gimnasia en un pueblo pobre y aislado, sin medios y con un director de colegio insoportable(el típico burócrata estúpido,envidioso y conformista con el poder) Con un comienzo poco prometedor, sin material, con la desaprobación del susodicho director y la amargura y desilusion que arrastra el protagonista por su pasado en la guerra, la ilusión y ganas de aprender de los niños y niñas le hacen acometer la empresa con ilusión, también se puede trasponer las enseñanzas del profesor a toda una filosofía de vida y de afán de superación, gran y conmovedor final y encima hechos reales, la realidad casi siempre supera a la ficción como en este caso.
zuriman
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7 de septiembre de 2016
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque la dicha sea considerada finlandesa, yo la considero como la tercera parte de una trilogía a la que yo personalmente he bautizado como la "Trilogía bélica de Estonia" y que engloba además de esta a los largometrajes titulados "1944" y "Mandarinas".
Siguiendo la métrica vista en la citada 1944, el pueblo y el territorio del país, durante la segunda guerra mundial quedaron divididos, quedando una parte ocupada por el ejército ruso y otra por el ejército alemán, reclutando ambos bandos ciudadanos estonios para su causa, cosa que una vez finalizada la contienda con el desenlace que conocemos todos, propicio que los estonios que lucharon bajo la Alemania nazi, fueran perseguidos, siendo este enclave en donde lidia nuestro protagonista.
Esta película me recuerda mucho a una llamada "Unidos por un sueño" ambas basadas en personajes reales de épocas diferentes, pero que vienen a escenificar lo mismo y no es otra cosa que resaltar que el deporte puede tener a veces una importancia social tremenda, sobre todo para evadirte durante unas horas de una realidad social y familiar problemática, diríamos que es la parte bella del deporte y no la actual desde luego masificada por el dinero, sin colores, ni valores.
La película es bella, tiene sus tintes tiernos y amorosos y nos da la lección de humildad y pesar, la de un pueblo, el estonio, hiriéndose así mismo, en busca de una identidad desgraciadamente aún por definir.
ElTíoSerto
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15 de julio de 2016
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
La URSS a principios los 50 no era el mejor territorio para que una persona actuase según su propio credo sin atender a la idea general transmitida por el estado soviético. Pero Ender Neils, antiguo campeón de esgrima, no está muy por la labor de tragar con todo lo que se le transmite desde el gobierno de Moscú. Cuando se ve obligado a acudir al pequeño pueblo de Haapsalu, huyendo de la policía que le perseguía desde Leningrado, no dudará en afrontar su tarea de dirigir un club deportivo con la intención de enseñar el arte de la espada a sus jóvenes alumnos, aunque disponga de demasiados obstáculos en la realización de su objetivo.

La clase de esgrima (The Fencer), película de coproducción finesa y estonia basada en hechos reales y que está dirigida por Klaus Härö (que posee un valorado currículum tras las cámaras), pretende transmitir cómo el deporte puede ayudar a superar no sólo las dificultades personales, sino también las de un grupo en su conjunto. Lo sano del entrenamiento, lo satisfactorio de la enseñanza y lo emocionante de la competición se dan cinta en un film de tintes dramáticos pero que en absoluto se centra en los aspectos más lacrimógenos que seguramente se podrían extraer de semejante época (los cruentos años de la posguerra), sino que prefiere acudir al lado más puro y optimista.

Eso sí, La clase de esgrima acomete esa pretensión evitando ser relamida y, lo más importante, sin caer en el error de querer construir un gran discurso político, cosa difícil dado el trasfondo de la época que narra la obra de Härö. Se deja clara la rigidez de las ideas gubernamentales en según qué temas, la persecución de los supuestos enemigos de la URSS, los exilios forzados a Siberia o el diferente trato que se dispensaba a las variopintas naciones del estado, pero siempre como anexos al tema principal de la película y nunca con el objeto de dejar que esas cuestiones marquen el ritmo del relato.

Lo principal, por tanto, es esa conexión que se establece entre profesor y alumnos en el entrenamiento con la espada. Aquí hay que agradecer la buena definición que tanto el director como la guionista Anna Heinämaa realizan de los personajes en apenas unas pinceladas. Es cierto que tanto los niños como el propio maestro parecen demasiado buena gente, llegando algunos al punto de ser adorables, pero tampoco debemos caer en posturas tan pesimistas sobre el ser humano como para criticar este punto. Lo más importante es que esa bondad está transmitida de manera natural y sin apañar tópicos ni situaciones falsarias que tiren por la borda el gran magnetismo que generan estos individuos.

Al avanzar por sus 98 minutos de cinta, La clase de esgrima se permite incluso tirar de épica, quizá de una forma algo exagerada (por ahí se puede entender que gustara tanto al otro lado del charco) ya que desvirtúa un poco ese trabajo a la hora de edificar un discurso solvente y realista. Sin embargo, y volviendo a lo comentado con anterioridad, estas secuencias rehúyen esa manipulación emocional que algunas veces hemos visto en esta clase de películas, donde la superación personal ocasionalmente va unida a la realización de un milagro. Aquí, aunque es necesario hacer alguna concesión para creernos la concatenación de hechos que se producen durante un momento álgido del film, Härö no pretende tomar a nadie por estúpido.

Por tanto, lo que queda en La clase de esgrima es un atractivo relato cuya hora y media se pasa volando. Recomendable para un gran abanico de espectadores, el mayor acierto de esta película es precisamente saber contentar tanto a los que buscan un nuevo enfoque histórico a la época en la que transcurre la narración o a los fans de las leyendas sobre deporte como a aquellos que simplemente quieren disfrutar de un film que sabe ofrecer lo que se le pide.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
Kasanovic
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17 de julio de 2016
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Será que necesitamos una obvia, evidente y palpable crítica histórica para limpiar nuestras conciencias de los lodos que han traído aquellos polvos? ¿Será que necesitamos pensar que la injusticia y la barbarie se quedaron allí, en el siglo XX, y ahora hablamos de guerras justas, preventivas y de daños colaterales? Todo mucho más light y digital, ahora, todo mucho más autocomplaciente.

La película está narrada, ambientada e interpretada magníficamente y, precisamente, por haber visto otras películas con guiones similares, nos damos cuenta de la diferencia de los recursos narrativos de los países del norte. Estoy hablando de Finlandia, claro está, pero también de Noruega, Suecia y, por supuesto, Dinamarca. Siempre me resulta admirable el modo de narrar las relaciones humanas, entre la profundidad y la fría distancia, por ejemplo en Kaurismaki, en lo más aprovechable de Dogma, en Bier o en otros, que, por desgracia, no conozco en profundidad ¿Será que recibieron y se identificaron con las lecciones del gran maestro Dreyer?

En mi opinión ésta no es una película que hable de la "extinta" Unión Soviética. Si por algo me ha sorprendido no es por el guión, ni por la crítica histórico política. Es porque habla de personas sin acudir al sentimentalismo, sino a la sensibilidad. De las luchas internas, del amor, de la confianza, de la fuerza de la confianza. De la fuerza que siente quien la deposita con sinceridad y de quien lucha por quienes han confiado en él. Me impresiona la claridad con que está narrado lo irreversible que resulta saber que alguien confía en ti, sobre todo si se trata de niños que han vivido ya demasiado para ser niños. Estas situaciones han pasado y siguen pasando. Y, si queremos, nos pueden tocar cada día la conciencia. Por ello no me importa en absoluto que lo que vaya a ocurrir sea esperable, lo realmente excepcional en esta película no es el qué, sino el cómo.

Sensibilidad.

A lo mejor es eso. A lo mejor es que echo mucho en falta para el cine menos sentimentalismo y más sensibilidad.
bartleby
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22 de julio de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia reciente de Estonia es la historia de cuando pertenecía a la Unión Soviética. Haro muestra aquí la historia real de Endel Nelis y su club de esgrima. Haro no ahonda en los traumas de la sociedad y retrata una Estonia traumatizada y deja esa subhistoria fuera. Retrata sus primeros años en un colegio donde la mayoria son huerfanos. La historia toca la fibra sensible pero no por ello cae ni en la ñoñería ni la pedentería. Una clase mas que notable.
Orson_Welles
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