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Abismo de pasión

Drama. Romance Melodrama que narra la historia de la ciudad de King's Row a finales del siglo pasado. La película, que consta de tres partes, cuenta la vida de cinco jóvenes y sus esfuerzos por salir adelante. (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
16 de noviembre de 2009
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film del realizador Sam Wood (1883-1949), director de “Una noche en la ópera” y “Un día en las carreras”. El guión, de Casey Robinson (“El capitán Blood”, Curtiz, 1935), adapta la compleja, polémica y controvertida novela “Kings Row” (1940), de Henry Bellamann (1882-1945). Se rueda en tiempos de la IIGM en escenarios naturales de Saugus (Santa Clarita, CA) y en los platós de Warner Studios (Burbank, CA). Es nominada a 3 Oscar (película, director y fotografía B/N). Producida por Hal B. Wallis para la Warner, se presenta en sesión de preestreno el 2-II-1942 (NYC).

La acción dramática tiene lugar, entre 1890 y 1900, en la tranquila localidad norteamericana de Kinas Row, de unos 5.000 habitantes, no muy alejada de la costa Este y separada sólo por un trayecto directo de tren de una población importante con puerto de mar abierto al tráfico trasatlántico. Cinco jóvenes del lugar (Parris, Drake, Cassy, Randy y Louise), de edades similares y amigos de la infancia, son testigos del submundo de pasiones, traiciones, tragedias, crueldad, misterios, crimen y locura que habita tras la apariencia de paz y sosiego del lugar. Para evitar problemas con la censura se suprimen referencias explicitas al sexo juvenil, eutanasia, ninfomanía, crímenes por celos, sadismo, incesto, abuso de menores, relaciones extramatrimoniales, violencia doméstica, homosexualidad, etc. Aunque suprimidas las referencias explícitas y directas, permanecen en el film indicaciones vagas, difuminadas y ocultas, que se manifiestan a través de sospechas, presunciones, intuiciones y cortes bruscos de la censura.

Parris Mitchell (Cummings) es afectuoso, leal, sincero y responsable. Vive en la casa de la abuela y estudia con aprovechamiento. Su mejor amigo es Drake McHugh (Reagan), huérfano, adinerado, frívolo, juerguista, aventurero y despreocupado. Cassy Toser (Field), hija del Dr. Alexander Toser (Rains), congenia con Parris, con el que mantiene relaciones durante un tiempo. Louise Gordon (Coleman), hija del Dr. Henry Gordon (Coburn), es guapa, desenvuelta, muy atractiva, pero poco decidida y muy dependiente del padre. Randy Monaghan (Sheridan), hija de un modesto ferroviario, es guapa, seductora, luchadora y decidida.

El film suma drama, romance y misterio. Constituye un ejemplo emblemático del género melodramático, que en este caso se presenta enmarcado en un conjunto de personajes que interactúan como convecinos, amigos, competidores, rivales, amantes, etc. La obra presenta una gran intensidad dramática que se alimenta de intereses enfrentados de los protagonistas, de éstos con sus padres y familiares, de los mayores entre ellos mismos, de las diferencias sociales vigentes, de los prejuicios de clase y de las consecuencias derivadas de un submundo oculto y misterioso que se va desvelando gradualmente, aunque sólo a grandes trazos, que dejan zonas oscuras inexplicadas por las razones expuestas. El tono general es dramático y desesperanzado, aunque sólido y convincente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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19 de noviembre de 2011
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy buenas las actuaciones y muy buena y sensible la Historia. No parece al principio más que una novela de niños que luego al hacerse adultos terminarán enamorándose y casándose, pero el giro que le han dado a esta Historia además de ser muy original es melodramático y muy atrapante. Sería excelente con algunas actuaciones más pulidas, aunque no me defraudó tanto Ronald Reagan, pero con otro actor la cosa podría haber sido mejor. Mejor este papel que uno que vi ya en su madurez donde hacía de mafioso, lamentable.
El médico excelente y las chicas, muy buenos papeles.
Sigfrido2
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6 de mayo de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Diez intensos y muy significativos años de la vida de algunos jóvenes, los cuales transcurren en un lugar llamado Kings Row -al que se promueve como un pueblo limpio, grato para vivir y para levantar a los hijos- van a ser contados en esta magnífica película en la que florecerá la amistad más sincera; las relaciones hijos-padres, se verán con sus grises y ocasionales sombras demasiado oscuras; y en la que las abuelas brillarán como solían hacerlo en los viejos tiempos.

Con una factura impecable, donde cada aspecto técnico (diseño de producción, vestuario, iluminación, fotografía, edición…) ha sido cuidado hasta el ultimo detalle, el director Sam Wood nos ofrece un filme hecho para significar y para demostrar los grandes valores y horrores que, de igual manera, pueden emanar de los seres humanos. También nos ilustrará lo delicados que son los prejuicios, y al tiempo nos aleccionará sobre el uso sensato y afortunado que se puede hacer de lo que pareciera una gran desgracia. El filme edifica, es propositivo y al tiempo exalta la vida de los pueblos con ese sentir solidario que, suele ser allí, donde con mayor fuerza se expresa.

Lo que se narra es la historia de Parris Mitchell, un apuesto y entusiasta muchacho quien, desde muy chico, se ha enamorado de Cassandra Tower, la hija de un médico cuya imagen es vista con fuertes prejuicios por la gente del pueblo, en vista de que su esposa permanece encerrada y luego él querrá lo mismo para su hija Cassie. Parris tiene un gran amigo en Drake McHugh, un chico mujeriego, pero de buen corazón y leal a su amistad, y entre ellos, familiares, amigos y vecinos, muchas cosas sensibles y que reclaman una gran comprensión, van a darse para mostrarnos lo complejo que es juzgar y para hacernos ver que todos hacemos parte de un complejo juego existencial donde, lo que da sentido a la vida, es el amor que fluye, la lealtad que cumple, y el servicio que se prodiga.

Wood se ha hecho con un magnífico reparto, en el que resalta la bellísima Ann Sheridan, quien tiene aquí uno de los roles más sólidos de su carrera, logrando como Randy Monaghan, recrear a un magnífico ejemplar de mujer en el que, el carácter, la dignidad y la lealtad, brillan y se preservan de manera esplendorosa. También, Claude Rains (el Dr. Alexander Tower), vuelve con esa suerte de roles que lo hacen resultar ambiguo y de enorme profundidad. Como Madame Marie, Maria Oupenskaya nos recrea a plenitud a la clase de abuela que todos quisiéramos tener. Y Betty Field se pone en la piel del complejo carácter de Cassie Tower, logrando plasmar a esa suerte de muchacha que nos conmueve profundamente... Resulta, Sam Wood, tan buen director de actores, que consigue que, ¡hasta Ronald Reagan!, tenga aquí la mejor –y quizás la única efectiva- actuación de toda su vida.

Hay mucha profundidad en los diálogos escritos (y transcritos) por Casey Robinson, quien se ocupó del guión partiendo de la novela de Henry Bellamann, y muy procedentes criterios psicológicos emanan de algunos personajes, en especial los de Randy y los de Parris, el nuevo psiquiatra del pueblo.

“ABISMO DE PASIÓN” (¿abismo?) cumple a cabalidad con los criterios de cine hecho con excelente gusto y con seguras perspectivas de trascender.

Mención aparte para todos los actores que representaron a los personajes en su niñez (Scotty Beckett, Ann E.Todd y demás), pues resultaron encantadores y muy eficaces en sus roles.

Título para Latinoamérica: “CUMBRES DE PASIÓN”
Luis Guillermo Cardona
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9 de febrero de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lujoso y desaforado melodrama con aires de folletín macabro, desigual e imperfecto, basado en un relato de Henry Bellamann de igual nombre. Todo contaba para convertirla en un clásico: una producción de la mano del exitoso Hal B. Wallis, los mejores técnicos -la fotografia de James Wong Howe, la música de Erich Wolfgang Korngold- y sin embargo, lamentablemente, fue dirigido por la no muy habilidosa mano de Sam Wood que no supo llevar a buen puerto las enormes posibilidades, verdaderamente "pulp", de la novela. El reparto es muy desigual: frente a un muy correcto Ronald Reagan en el que posiblemente sea el mejor papel de su carrera y una extraordinaria Ann Sheridan -en cuanto aparece ella la pantalla cobra vida y la calidad de la película se eleva al instante- Robert Cummings deja mucho que desear con su permanente cara de pasmo y su insustancial expresividad -nula, por cierto- Aún así, nos encontramos frente a un destacado "bildungsroman" que desarrolla el laberinto entretenido y vital de unos personajes bien dibujados y cuyas peripecias, a pesar de las salvedades anteriores, pueden verse con interés y disfrute, tal es el poder de persuasión de los melodramas de cine de Hollywood clásico.
Gould
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29 de marzo de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una gran novela cobra vida en la pantalla gracias a este intenso y arrebatado melodrama. Nos encontramos, en el tránsito del siglo XIX al XX, en un pintoresco pueblecito de calles sombreadas, estanques y, en las tardes de domingo, el sonido de los cascos de los caballos tirando de las calesas. Pero tan apacible fachada oculta unas vidas marcadas por la crueldad, el crimen y la locura.

Sam Wood dirige este notable melodrama con toques de intriga dramática, una de las apuestas más destacadas de la “Warner Bros” en el terreno del melodrama durante los primeros años de la década de los cuarenta, realzada por un reparto de primera categoría, la excelente escenografía llevada a cabo por Cameron Menzies, el fascinante trabajo del director de fotografía James Wong Howe y por una partitura de Erich Wolfgang Korngold cargada de sombría emoción. Ann Sheridan, Robert Cummings, Betty Field, Claude Rains y Charles Coburn componen sendas interpretaciones que difícilmente se borrarán de nuestra memoria de cine adicto, y la actuación de Ronald Reagan dando vida a Drake, un alegre tarambana destrozado por la tragedia, es sin duda lo mejor de su carrera.

La película tiene la estructura de un melodrama coral, en el que tiene un especial peso la presencia de considerables elipsis que nos evitan contemplar los momentos más trágicos o melodramáticos del relato, estructurado en un montaje de secuencias basadas fundamentalmente en el uso de dichas elipsis, una elección formal que nos proporciona algunos momentos revestidos de verdadera emotividad. Una película de primera categoría, una vibrante historia norteamericana sobre los sueños, la desesperación y el triunfo.
Juan Marey
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