Matar al dragón

La película en general no me transmitió mucho,ni empatía con los personajes, ni suspenso. Las actuaciones fueron entre regulares y malas, solo destacaré la de Luis machín que siempre le sale bien de malvado o loco. El desenlace si bien se vuelve más sombrío pero no alcanza para cambiar el concepto del film que no genera terror alguno nunca. Esperaba más por las buenas críticas que tenía, para mí es un 3,5.

Muy mal debe estar la crítica cinematográfica argentina para que semejante despropósito haya merecido un 100% de valoración positiva de la crítica especializada. O será que en estos tiempos de corrección política basta que alguien se declare feminista para que alaben cualquier bazofia que haga. Se supone que estamos ante una película de terror, pero este engendro lo único que da es sueño. Ni terror, ni miedo, ni inquietud. Solo asombro porque alguien haya considerado en serio esta porquería. Un argumento inexistente, una actuaciones de pena que van de la sobreactuación más penosa a la completa falta de expresividad. Un inframundo que parece ambientado en una de esas obras de teatro vocacional de los años `60 cuidado por unos guardianes que parecen salidos de "El Marginal" y una bruja que se limita a contorsionarse como si tuviera un ataque de hígado y no es más que una señora mayor con un batón negro y una línea negra en la barbilla. Vomitiva.

Tercer largometraje de la directora argentina responsable de títulos como Clementina (2017), que está protagonizada por Guillermo Pfening (Nadie Nos Mira, 2017), y Justina Bustos (La Muerte No Existe y el Amor Tampoco, 2019).

Elena es secuestrada de niña y confinada al infierno. Años después reaparece y se reencuentra con Facundo, su hermano, pero Elena llevará a su familia al terror de su pasado.(FilmAffinity)

Con un evidente bajo presupuesto, notorio especialmente en unas localizaciones casi por completo interiores, y en una nula utilización de efectos, Matar al Dragón pretende suplir esto con una trama cargada de una intriga que nunca termina de esclarecerse por completo, y una atmósfera opresiva desde el primer minuto. El ritmo que se nos presenta puede pecar de pausado, aunque su asequible metraje de poco menos de hora y media, junto un acertado manejo de una tensión presente en todo momento, ya sea por la relación entre nuestros protagonistas o por la amenaza continua, suplen en gran parte esta carencia.

Matar al Dragón es una pequeña propuesta argentina que tiene sus defectos y no gustará a todo el mundo, pero que aún así consigue ofrecer un rato entretenido con una pequeña historia cargada de tensión.

Nota personal 6/10