El reino de Dunark

Lenta, de actores sin carisma, embriagada de un ambiente sórdido de una oscura barroca 'Edad Media'. El tema no va ni de dragones ni de brujería, que la haría al menos mas emocionante. Sino de un golpe de estado por el malo de turno que no se tarda en descubrir, y que tiene unos poses en semejanza a "Darth Vader" (sólo falta la musiquita ante su presencia).
Lo único extraordinario son los ¿poderes?, mas bien una habilidad estilo médium que no sirve para mucho en realidad. Los dragones, algo que vende la película también por el tráiler, no es mas que una llamada publicitaria. Una completa decepción, son unas simples lagartijas gigantes estilo saurios. En definitiva, película recomendable sólo para echar una cabezadita al mediodía sin mas pretensión.

Aunque no estamos ante su primera película lo cierto es que ha sido la más relevante e internacional que ha hecho hasta el momento Kenneth Kainz, a pesar de que en España su estreno haya sido directamente a dvd, tanto para su director como para todos lo que han aportado algo a la película, el mero hecho de traspasar fronteras ya es un logro.

El reino de Dunark se nos dibuja en una primera impresión como la versión de bajo presupuesto de El señor de los anillos, pero ambientada en otra época. Desde su comienzo nos damos cuenta de cuales serán sus aciertos y sus fallos, ya que lo que primero va a faltar en la película es el presupuesto, la película quiere ser más grande lo que puede ser y eso se nota en cada secuencia de la misma. La ambientación medianamente correcta nos intenta adentrar en el reino de la fantasía pero sin llegar a entrar del todo, con una trama simplona y sin demasiados matices la historia gira en torno a una serie de acontecimientos previsibles que se intentarán mantener la emoción y la tensión pero que poco puede ofrecer cuando en su guión no refleja ni una buena narrativa ni una buena argumentación.

En sus minutos finales, que es donde más se debe notar la intensidad del film, El reino de Dunark no es capaz de alzar el vuelo, ya sea por no cumplir sus propias expectativas o simplemente la historia no daba para más, por lo que el final está diseñado desde el tópico el cuál nos dejara con bastante indiferencia y con la sensación de película con demasiadas ansias de triunfar pero con poco recursos para ello.

En su reparto tampoco podemos destacar grandes actuaciones, aunque tampoco demasiado malas y esto ya es un punto a su favor, ya que por lo menos no estamos ante una película insoportable en donde el reparto está a la misma altura que la trama.

Como conclusión podemos decir que la película, se queda corta en todos sus aspectos, estamos ante una película que hubiera necesitado algo más de visión y saber adaptarse al un presupuesto dado, lo que nos ha dado como resultado una película incompleta llena de descuadres argumentales, mal enfocada y mal estructurada.

Lo mejor: Se puede volver a plantear en el cine desde otra perspectiva .
Lo peor: No haber centrado sus esfuerzos en un guión mejor llevado
Recomendada: NO

@cineypunto

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No pinta mal, con un planteamiento shakesperiano de luchas familiares por el poder, hermanos con las manos manchadas con la sangre de parientes y, continuamente, reflexiones y situaciones extremas en torno a sentimientos de culpa, la pena y el remordimiento en un reino indeterminado, de corte medieval. Con menos el bueno de William te hacía tres sonetos y una copla. Pero a las pocas secuencias, tras algún interesante plano de exteriores con paisajes turísticos de fondo, se empieza a ver que “El reino de Dunark” no va sobrado de medios ni de presupuesto. Los encuadres y los juegos de cámara son primitivos y repetitivos y el atrezzo es inaceptable para unos espectadores acostumbrados (desde principios de siglo) a el Señor de los Anillos. No es plan de comparar recursos técnicos o monetarios, pero no tenía sentido, ni siquiera en 2015, tratar de sacar adelante una película de capas y espadas a la que no vas a poder darle un tratamiento visual a la altura, como mínimo, de la serie Vikingos.

Aquí la película nos muestra su otro gran agujero: una fe tan irracional como ciega en las posibilidades de la película o una imperdonable falta de inteligencia a la hora de mantener la producción en los límites de la viabilidad. Coño, si tienes los medios de una asociación de teatro amateur de un barrio, intentas representar una obra de Shakespeare, no de Tolkien. Si sólo tienes dinero para tematizar la plaza de algún castillo restaurado como un mercadillo medieval, si tus aldeanos van de disfraz de chino y su tus arqueros han comprado sus arcos en las ofertas infantiles de Decatlhon, pues trata de escribir las tramas de forma que transcurran en interiores, sin elementos sobrenaturales, con poca luz, con cuchilladas en las sombras, poniendo el foco en las componentes de intrigas y traiciones. Pero no, alguien en “El reino de Dunark” se vino arriba y consideró que la cosa no era creíble a no ser que se metieran dragones en la historia (que no pintan nada salvo dar pena) y se escenificara alguna batalla que otra. Claro, no vaya a ser que Juego de Tronos les quitara audiencia.

El resultado es un confuso batiburrillo de elementos imposibles de conectar en algo con sentido. Una niña con un poder mágico que es, literalmente, un meme. Gente mugrosa corriente de un lado a otro perseguida por soldados de la Cabalgata de Reyes de Aluche, mucha sobreactuación, bastante postureo con las espadas y algún diálogo con ínfulas. Cada vez que la historia tiene algún golpe afortunado y te engancha, sale un dragón de mentira a echarte por tierra la ilusión. Nació obsoleta y nadie tuvo un mínimo de talento para sacar algo salvable.